Radiografía defensiva del Real Zaragoza

El equipo aragonés es el único en Segunda que ha encajado goles en las siete jornadas disputadas. Un dato que descubre su escasa fiabilidad pero que no lo dice todo sobre su comportamiento defensivo

Natxo González, en el entrenamiento de este miércoles del Real Zaragoza
Natxo González, en el entrenamiento de este miércoles del Real Zaragoza

El Real Zaragoza no está entre los conjuntos más goleados de Segunda (hay otros seis que han encajado más) ni pertenece al grupo de equipos a los que más ocasiones les generan (solo hay siete a los que les rematen menos en el área), sin embargo, los variados análisis que se efectúan sobre su fútbol concentran el diagnóstico en sus problemas defensivos. Es evidente que su sistema de contención no es aún fiable, basta con revisar su trayectoria en las primeras siete jornadas: aunque en Copa del Rey blindó su portería en los dos partidos, frente a Granada y Lugo, en liga, la tendencia es opuesta. El Zaragoza destaca como único equipo de Segunda que aún no ha dejado la portería a cero (el Nástic tampoco, pero ha jugado un partido menos) desde que comenzó el campeonato. 

Este es el punto de partida de la respuesta competitiva que está teniendo el equipo aragonés: necesita marcar al menos un gol para no perder y al menos dos para ganar. Hasta ahora, el Zaragoza resulta mucho más reconocible por sus buenos usos de la pelota que por cualquier otro aspecto del juego. Natxo González llegó a La Romareda avalado por su impecable trabajo de artesano colectivo en el Reus. Un equipo humilde que se elevó sobre su cuerpo y sus posibilidades para declararse revelación del campeonato pasado en Segunda División gracias a su presencia defensiva: con 29 goles en 42 jornadas fue el conjunto menos goleado de la categoría. La fiabilidad marcaba la pauta. Sin embargo, el Reus no era un equipo defensivo. Las matemáticas dicen muchas cosas, pero no lo dicen todo, en ocasiones, son un cómodo anzuelo que morder. Ante todo, la identidad del Reus la marcaba la posesión de la pelota. Se protegía desde el control del balón. Eso mismo prioriza ahora Natxo González en el Real Zaragoza. En el Reus, además, creó un dispositivo táctico caracterizado por sus líneas monolíticas y herméticas, cohesionado y equilibrado en todas las fases del juego. Todo esto -juego de posesión y solidez táctica- definió al Reus como un conjunto que encajaba pocos goles, pero, fundamentalmente, que recibía escasas ocasiones, apenas le producían remates en el área.

La ineficacia defensiva del Real Zaragoza sigue siendo aún el desafío a solventar por Natxo González. Una fiabilidad que aún no se alcanza por razones diversas, pero que no solo debe adjudicarse a la inestabilidad táctica del equipo aragonés. No es lo mismo defender mal que cometer errores defensivos puntuales. Y eso precisamente es lo que le está pasando una factura, quizá excesiva, al Real Zaragoza de este comienzo de temporada: los accidentes y pequeños detalles atrás están penalizando todo su comportamiento colectivo.


Hay varias cuestiones que ayudan a comprender esto. El Zaragoza ha encajado nueve goles en sus nueve partidos oficiales (siete de liga y dos de Copa) y siete de ellos se generaron de acuerdo a patrones similares (observar gráfico): cuatro en jugadas de balón parado (dos saques de esquina y dos golpes francos) y tres en acciones de centros laterales. Es decir, el origen de los problemas defensivos del Zaragoza está bien identificado. El 77% de sus goles recibidos responden a causas similares, siendo la protección de envíos laterales al área -las marcas- el principal punto de mejora: así, entre centros o córners le marcaron el Tenerife, el Córdoba, el Lugo dos veces y el Nástic. Además, ha sufrido dos goles de falta directa (Granada y Oviedo), un dato inusual en apenas nueve partidos -siete jornadas ligueras-. Solo dos tantos rivales se han salido de esa fenomenología: la diana del Alcorcón tras una jugada de combinación, y el contragolpe del Oviedo en su segundo gol, en el que intervino, de modo crucial, la fatalidad, con rebotes y una cesión improcedente de cabeza de Verdasca.

De este modo, la percepción general de que al Zaragoza le hacen mucho daño con muy poca amenaza es real. Hay otra cuestión que sujeta la tesis de que el equipo de Natxo, como engranaje colectivo, no defiende tal mal como puedan indicar los números más superficiales y los juicios más apresurados: el Zaragoza es de los equipos que menos remates en su área concede, un dato significativo a la hora de hablar de las ocasiones de gol que un sistema defensivo le permite a un rival.

En este sentido, el Zaragoza de Natxo está más cerca del Reus de Natxo de lo que puede parecer y así puede indicar la evolución defensiva del equipo. Contabilizando los nueve partidos de Copa, al Zaragoza le disparan 5,2 veces por partido dentro del área. Limitando el estudio a las siete jornadas ligueras, esta estadística crece a 6 veces por partido. Un dato muy condicionado por los más de 45 minutos de inferioridad contra el Nástic, duelo en el que a los aragoneses les remataron 11 veces en su área.

Remates recibidos en el área
Rival Disparos recibidos 
 J.1 Tenerife 5
 J.2 Granada 1
 J.3 Córdoba 5
 CR Granada 3
 J.4 Alcorcón 3
 J.5 Lugo 13
 CR Lugo 2
 J.6 Nástic 11*
 J.7 Oviedo 4

* 45 minutos con 10 futbolistas

En siete jornadas de liga, solo hay siete equipos que hayan recibido menos disparos en su área que el Zaragoza (42): Tenerife (41), Valladolid (40), Huesca (38), Oviedo (36), Alcorcón (36), Osasuna (35) y Cultural Leonesa (32). Por ejemplo, el Numancia, líder, es las escuadra menos goleada de Segunda con solo cuatro tantos encajados, pero le disparan dentro del área más que al Zaragoza: 6,1 veces por partido en liga y 6,4 si se incluyen sus dos duelos de Copa frente a Oviedo y Sporting (en los que encajó una diana más). Si uno coteja los goles encajados por sorianos y aragoneses y sus realidades clasificatorias, es natural afirmar que el Zaragoza defiende peor que el Numancia -precisamente, su próximo rival-. Sin embargo, si se atiende a las ocasiones que les generan en el área, el contraste adquiere ciertos matices.

En el Reus, Natxo González hizo de su blindaje un dogma: mantuvo su portería imbatida en 17 partidos de los 42 de la temporada, es decir, aproximadamente, no encajaba en un partido de cada tres disputados. Y si la portería no se quedaba a cero, rara vez sufría más de un gol. Solo tres veces en toda la temporada su rival marcó dos tantos. Nunca le anotaron más en un mismo encuentro. Este curso, en siete jornadas, el Zaragoza ya ha recibido dos goles en un partido en dos ocasiones, en Lugo y Oviedo.

Aquella eficacia en su área equilibraba los problemas del Reus en la contraria y le otorgó un poderoso discurso competitivo. Al Real Zaragoza, de momento, Natxo González no logra trasladarle de modo numérico esa impronta defensiva. Es un equipo con notable caudal en ataque, con las ideas claras y reconocible cuando asienta la posesión, con una apreciable producción combinativa, pero el molde se le rompe atrás, en jugadas de balón parado o centros laterales, principalmente. Eso sí, los indicadores apuntan que se encuentra en el camino de una solución, no muy lejos de cerrar su portería y dar un paso más hacia el Zaragoza que quiere Natxo. Quizá, el paso decisivo. 

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