El Real Zaragoza ha destinado algo más de un millón de euros a rescisiones

Las indemnizaciones de contrato de los futbolistas descartados han lastrado el tope de gasto en plantilla y han evitado que la dirección deportiva contara con un límite salarial superior a los 5,6 millones fijados por la Liga

Lalo Arantegui, director deportivo del Real Zaragoza.
Lalo cumple su primer objetivo
Guillermo Mestre

La primera plantilla del Real Zaragoza para esta temporada tiene un gasto de 5 millones de euros. Esa es la cifra dedicada por la dirección deportiva a la confección del proyecto deportivo de Segunda División en los últimos meses: ahí se engloban los sueldos y salarios de los futbolistas y del cuerpo técnico profesional. A esa cantidad, hay que añadir en torno a 650.000 euros correspondientes al filial y la Ciudad Deportiva, hasta alcanzar así los 5,651 millones de euros establecidos por la Liga como tope salarial para la temporada 2017-2018. Un cifra que posiciona la capacidad presupuestaria de Real Zaragoza en la zona media-baja de la categoría, en el puesto decimocuarto entre todos los clubes de la actual Segunda División, tal y como se conoció este martes y aprobó la comisión de control económico de la Liga.

Esa cantidad podría haberse elevado notablemente si el club aragonés no hubiera debido alcanzar numerosos acuerdos de rescisión de contrato con diferentes futbolistas descartados de los planes deportivos. Unas indemnizaciones que, acumuladas, han ascendido por encima del millón de euros, en torno a 1,1-1,2 millones. Un lastre considerable en la capacidad de maniobra de la dirección deportiva durante los últimos meses.

En este tiempo, el Zaragoza firmó acuerdos de rescisión con Edu García, José Enrique, Jorge Díaz, Abraham Minero, Jorge Ortí, Jorge Casado, Razvan Popa, Pablo Alcolea, Manu Lanzarote, Edu Bedia, Álex Barrera, Xabi Irureta y Jordi Xumetra.

Cada caso tuvo sus singularidades y el Zaragoza suscribió rescisiones que significaron cierto ahorro. Sin embargo, no todos los futbolistas mostraron la misma predisposición en las negociaciones. Por ejemplo, en los dos últimos descartes, Irureta y Xumetra (los últimos finiquitos firmados, en las horas finales del mercado de fichajes), los jugadores solo renunciaron a una cantidad aproximada al tercio del año de contrato que aún tenían comprometido. En el caso del portero, su salario anual era de unos 180.000 euros y en el extremo, algo más de 200.000 euros. Todos los acuerdos se pactaron con un calendario de pagos prorrateados de forma mensual, en algunos casos, con abonos exigentes para la operatividad económica del Real Zaragoza.

El objetivo del club aragonés, de acuerdo al proyecto de la dirección deportiva, es que en cursos venideros no sea necesario acudir a este tipo de actos de rescisión y en el diseño de la plantilla se eviten condicionantes de esta naturaleza, una trampa escondida que ata de pies y manos las posibilidades económicas reales de la entidad a la hora de moverse en el mercado de fichajes.

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