¿Diríase que esto de David Navarro es penalti a Borja Iglesias?

Mediada la primera parte, en un centro raso al corazón del área de Benito sobre Borja Iglesias, el ariete zaragocista fue agarrado así por el central del Alcorcón.

Secuencia del agarrón flagrante de David Navarro, central del Alcorcón, sobre Borja Iglesias, delantero del Real Zaragoza, mediada la primera parte del partido del domingo, aún con el 0-0 en el marcador.
¿Diríase que esto de David Navarro es penalti a Borja Iglesias?
Oliver Duch

No hace falta ahondar en demasía sobre la esencia de esta acción entre el defensor del Alcorcón, David Navarro, y el delantero centro del Real Zaragoza, Borja Iglesias. Las dos fotografías de la secuencia hablan solas. Ocurrió mediada la primera parte en el partido de este domingo en La Romareda, aún con 0-0 en el marcador, poco antes de que el cuadro madrileño marcase el que sería el 0-1 definitivo.

El ariete blanquillo se dispone a recibir en el corazón del área, ladeado respecto de la portería, un centro raso de Benito desde la derecha para intentar un remate posterior al control. Y el veterano central lo agarra, lo rodea con su enorme cuerpo de 1,89 de estatura, lo sujeta con la mano derecha del brazo diestro de Iglesias, le mete la rodilla por delante del muslo izquierdo del punta blanquillo y, a modo de llave de judo, lo deja paralizado. Todo ello, durante más de tres segundos de constante contacto corporal entre uno y otro. Pérez Pallas, el árbitro gallego del partido en La Romareda, no consideró que eso fuese falta. Es decir, penalti, por ocurrir en el área alcorconera. 

Borja Iglesias lo protestó, obviamente. Como para no hacerlo. Lo hizo al árbitro, que se dio la vuelta como una gacela para salir corriendo en dirección contraria tras el despeje del Alcorcón. Reiteró su queja amarga con el juez de línea de tribuna, que vio la acción en panavisión, de frente y sin obstáculos. Con eso se quedó Iglesias. Gritos al cielo. Inútiles.

Pese a que la temporada no ha hecho más que comenzar, no es la primera vez que se aprecia un agarrón de este calibre sobre el '9' zaragocista. Su modo de jugar, su habilidad para 'cuerpear' con los rivales, suele conllevar este tipo de defensas extremas y desesperadas de los marcadores que sufre -porque los sufre- Iglesias cada partido. Cuando la acción es fuera del área, los árbitros, de vez en cuando, no tienen más remedio que admitir el achuchón del central y pitan la falta. No siempre, pero alguna cae pese a que todas son igual de flagrantes.

Otra cosa es que el abrazo-agarrón se ejecute dentro del área y, por ende, el juez se vea en la obligación de pitar penalti. Ahí, sin que exista una razón lógica, a la mayoría de los árbitros les cuesta una eternidad irse al punto de los 11 metros. Muchos, ni lo contemplan aunque este tipo de lances puedan darse tres o cuatro veces durante el partido.

El día del Granada, en el debut liguero de hace dos semanas, al vasco Vicandi Garrido no le quedó más remedio que señalar pena máxima cuando, en el minuto 68, Germán hizo lo mismo que David Navarro con Borja Iglesias con el aderezo de que lo acabó tirando al suelo con  una evidencia indiscutible. Frente al Alcorcón, Pérez Pallas debió considerar, por esa extraña regla con la que se miden este tipo de jugadas desde el prisma arbitral, que no alcanzaba la gravedad suficiente como para ser considerado penalti. Al menos en La Romareda, que en otros lares de diferente percal los penaltis de esta matriz resultan más baratos de ver. Siempre fue así.

Ahí queda esta secuencia fotográfica para la posteridad. Para el microscopio de quien quiera invertir un minuto en ver cómo un árbitro, un linier, se tragan un penalti de tamaño superlativo por esas cosas que tiene el fútbol en sus normas no escritas. No hace falta caerse al suelo para que exista pena máxima.

¿Para qué sirve y utilizan los árbitros esas advertencias ad hoc en los segundos previos a córners y faltas, cuando defensores y atacantes pugnan por la posición y los contactos en el área son múltiples? ¿Qué sentido tiene esa costumbre, ya una pose sin provecho alguno desde hace años, si luego no tienen valor ni decisión para pitar penaltis por agarrones tan palmarios como este de David Navarro a Borja Iglesias? No hay respuesta convincente por una sencilla razón: es imposible que alguien la dé.

Un agarrón de semejante calibre es penalti por puro razonamiento inteligente. En Madrid, en Barcelona, en Valencia, en Sevilla, en La Coruña, en Bilbao, en San Sebastián... incluso en Zaragoza. 

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