4 derrotas, un empate y una victoria, balance del verano del Real Zaragoza

Concluyó la pretemporada con el previsible haber cuajado de marcadores poco convincentes. El remodelado equipo tendrá que crecer sin red durante la liga.

Pombo controla con el pecho la pelota ante la mirada de Febas, más lejana de Ros, y acosado por Jordán, medio centro del Eibar, rival del último amistoso de verano el pasado sábado en La Romareda.
4 derrotas, un empate y una victoria, balance del verano del Real Zaragoza
Oliver Duch

Se acabó la pretemporada del Real Zaragoza. El equipo que entrena este año Natxo González ya piensa únicamente en clave de competición oficial porque la liga es la próxima cita. Mucho más esta vez, dado que la LFP ha decidido que el equipo aragonés abra el torneo en la noche del viernes, día 18, en Tenerife (22.00). Y el remodelado y revolucionado vestuario zaragocista llega a este nuevo estatus en su evolución con el paladar entre agrio y ácido como consecuencia del sabor de los marcadores obtenidos en su periodo de preparación. Se sabía que podía pasar, se tenía presupuestado que, incluso, podía ser lo normal como derivación de tantos y tan profundos cambios en el grupo de jugadores (y cuerpo técnico). Y, en definitiva, ha sucedido. Era un verano para pocos gozos y sí para muchos chirridos y falta de cohesión por puro sentido común.

El equipo de Natxo González ha pagado su bisoñez, las múltiples novatadas de muchos de sus fichajes e incorporaciones desde el filial, la inmadurez natural y lógica como colectivo futbolístico. Y, junto a diversas facetas positivas que se han ido viendo en los seis amistosos serios del verano, han asomado otras de tinte inverso, carencias y rendimientos aún insuficientes que necesitan más trabajo y pulimento a base de días y semanas. En estos casos, la vara de medir más universal son los tanteadores finales y la ponderación de los mismos respecto del rango del rival de turno. Y el balance habla por sí solo, no necesita interpretaciones anejas.

El Real Zaragoza llega a la liga con una ruta de amistosos de verano donde se acreditan 4 derrotas, un empate y una victoria. 

De las 4 derrotas, dos fueron ante rivales de Segunda B, inferiores de nivel por lo tanto: 1-0 ante el Mirandés y 3-1 frente al Villarreal B. Otra, la tercera, vino ante un igual, el Nástic de Tarragona de Segunda División, por 2-1. Y la cuarta y última, en casa frente a un Primera División, el Eibar, por 0-2.

El empate, 1-1, se firmó ante otro equipo del escalón de debajo, el UD Logroñés de Segunda B.

Y la única alegría, la victoria, tuvo el aderezo de sobrevenir ante un Primera División, el Levante, por 2-0.

El Real Zaragoza solo ha marcado 5 goles en estos 6 partidos preparatorios. Un dato que tampoco requiere de más retórica. Uno de ellos, el segundo endosado al Levante, se lo metió en propia puerta el defensa granota Luna. Así que solo ha habido 4 goleadores blanquillos: el defensa lateral Ángel Martínez al Logroñés, el medio centro Zapater al Villarreal B, el mediapunta Pombo el primero al Levante, y el delantero centro Borja Iglesias al Nástic de Tarragona, de penalti. 

Dos de ellos, éste citado de Iglesias de pena máxima, y el de Zapater tras un córner, vinieron fruto del balón parado (también el que se metió el Levante en propia puerta fue tras un saque de esquina botado por Papunashvili). O sea, que solo dos tantos han sido consecuencia de jugadas ligadas por los zaragocistas y, curiosamente, uno lo acabó marcando un defensa, Ángel Martínez; el otro es el de Pombo, tras jugada de Borja Iglesias.

En contra, el Real Zaragoza ha recibido en esta media docena de amistosos 9 goles. Es decir, 5 a favor y 9 en contra. Ese 'golaverage' particular, de nuevo, admite pocas interpretaciones. De los 9, los equipos de Segunda B le endosaron 5 dianas. Y en la mitad de las veces, el portero Ratón encajó al menos 2 goles. Solo fue capaz el equipo de Natxo de guardar su portería a cero en una ocasión, el día del triunfo ante el Levante por 2-0.

Hubo, al principio, otros dos bolos de verano para abrir boca. Pero fue el propio club quien decretó su devaluación como muestras. El amistoso ante el Boltaña, descendido a Segunda Regional, un clásico en la concentración pirenaica, este año solo duró 70 minutos, pues Natxo González consideró que el equipo no estaba físicamente para más allá de dos tiempos de 35 minutos. Fue un test desechable que ganó el Real Zaragoza 0-13. Y, al regreso a casa, el equipo se enfrentó a su filial, el RZD Aragón, en un choque que el club había incluido entre los amistosos oficiales semanas antes (de hecho, el filial es un Segunda B este año tras su brillante ascenso) y que acabó convirtiendo en un entrenamiento ordinario a puerta cerrada, incluso para la prensa. Eso sí, se informó del triunfo del primer equipo por 5-0. De estos primeros pasos sin ningún valor, a petición del propio club, se sacó la conclusión de que jugadores como Buff, Papunashvili o Borja Iglesias tenían descaro y verticalidad en todas sus acciones de cara al gol. Después, ya con rivales más hechos, solo Iglesias mantuvo esa apreciación, aunque con el punto de mira desviado.

Son los fríos números que, en el caso concreto del Real Zaragoza 2017-18, no deben ser catecismo para conclusiones maximalistas. Este es un verano especial, de profunda metamorfosis dentro del vestuario. Pero sí que, en su justa medida, ayudan a establecer el punto de maduración en el que se encuentra la plantilla cuando la campaña oficial va a arrancar de inmediato.

Si todo fuese por el mejor de los caminos y el nuevo Real Zaragoza evolucionase para bien en las próximas 5 o 6 semanas, ya con partidos de liga y Copa en liza, lo ocurrido este verano sería parte de un proceso lógico de germinación y crecimiento progresivo hasta alcanzar una velocidad y rendimiento de crucero óptimos en algo más de un mes. Pero también es necesario atender a los indicios que, estos datos, pueden estar apuntando respecto de las carencias y problemas que presenta la masiva transformación del equipo desde el final del pasado curso. Detrás de estos parámetros también puede hallarse alguna alarma, algún chivato que indique las últimas necesidades a acometer y solucionar en los últimos 15 días de mercado.

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