La prórroga más loca de la historia del fútbol... en el Ciudad de Zaragoza de 1982

La final de aquel cuadrangular, Real Zaragoza-Manchester United, acabó 1-1. Tras la media hora extra, el marcador fue 3-5 a favor de los ingleses.

Detalles de la crónica del HERALDO DE ARAGÓN del partido Real Zaragoza-Manchester United del Trofeo Ciudad de Zaragoza de 1982.
Detalles de la crónica del HERALDO DE ARAGÓN del partido Real Zaragoza-Manchester United del Trofeo Ciudad de Zaragoza de 1982.
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El Trofeo Ciudad de Zaragoza, desde su nacimiento en 1971, esconde cientos de datos, anécdotas, curiosidades, nombres propios... Es un mundo en sí mismo, porque casi medio siglo de vida da para mucho en el ámbito del fútbol profesional. En el día en que se disputa la edición de 2017, entre el Real Zaragoza y el Eibar, es buen momento para recordar una de esas perlas.

La prórroga más loca de la historia del fútbol, con casi toda seguridad, se vio en La Romareda en una noche de agosto de 1982, hace ahora 35 años. Fue en la final del Trofeo Ciudad de Zaragoza (entonces aún no tenía el apéndice que mucho más tarde se le otorgaría a la memoria de Carlos Lapetra, tras su prematuro fallecimiento a mitad de los noventa), que el 20 de agosto de aquel año en el que se acababa de disputar el Mundial de España, cuyos protagonistas, en la previa a la liga, fueron el Real Zaragoza y el Manchester United inglés.

Tal vez los múltiples historiadores y rastreadores de curiosidades no hayan reparado en lo que sucedió en ese partido, algo extraordinario y sin parangón. Probablemente, un hecho provocado por no tratarse de un torneo oficial, sino del clásico evento amistoso veraniego que, por aquel entonces, al estilo que imperaba en infinidad de ciudades, discurría en Zaragoza mediante un cartel cuadrangular, con semifinales, partido de tercer y cuarto puesto y final en tres jornadas consecutivas.

Ese día, los alrededor de 20.000 espectadores que asistieron al espectáculo, vieron cómo el partido entre aragoneses y británicos, en sus 90 minutos, acabó 1-1. Tal y como regía el reglamento del torneo entonces (ahora se acude directamente a la tanda de penaltis en caso de igualada), hubo que jugar una prórroga de 30 minutos, como sucede en las competiciones oficiales. Y el marcador final fue de ¡3-5! a favor del Manchester United. 

En efecto, en la prórroga se marcaron 6 goles. Aquello fue un pimpampum constante entre ambas escuadras, un delirio ofensivo con enorme acierto en las áreas, algo inusual. Que levante la mano alguien que haya visto algo similar en cualquier lugar en el ámbito del fútbol profesional. Será difícil que alguien la alce.

En el Real Zaragoza, que había eliminado al MTK Budapest por penaltis en la semifinal tras el 0-0 final, su entrenador, Leo Beenhakker formó aquella noche con Vitaller, Oñaederra (Totó, 84), Salva, Morgado, Casuco; Güerri, Señor, Herrera (Latapia, 110); Amorrortu, Amarilla y Valdano.

Por su parte, el once de los ingleses, que en las semis venían de ganar 3-1 a los también húngaros del Honved Budapest, estuvo compuesto por Bailey; Duxbury, Moran, McQueen, Albiston; Wilkins, Muhren (Grimes, 95), Macari; Robson, Birtles (Davis, 95) y Whiteside. Arbitró el catalán Miguel Pérez.

El 0-1 lo marcó el internacional Wilkins en el minuto 82, desde lejos, con un chut duro que superó a Vitaller. Y el 1-1 que dio lugar a la mítica prórroga lo anotó en el 88 el zaragocista Totó, que acababa de sustituir a Oñaederra. Es decir, que, bien mirado, los 8 goles de esta final se marcaron en apenas media hora, uniendo el tramo de prórroga y los últimos 8 minutos de juego del partido ordinario.

En el tiempo extra llegó la rareza. La borrachera de goles. El intercambio constante de ataques y golpes certeros en el que los de Manchester fueron mejores. El 1-2 lo hizo Birtles en el minuto 93. El Zaragoza respondió con el 2-2 en el 99, a través de Herrera. Pero, justo después, en el 102, los del United marcaron el 2-3 a pies del también internacional y mundialista Robson (había marcado en San Mamés, ante Francia, en el recién concluido Mundial español, el gol más rápido del torneo). E, increíblemente, todavía en el primer tiempo de la prórroga, en el 104, el Real Zaragoza volvía a empatar al lograr el 3-3 en un cabezazo de Herrera, bigoleador en este tramo de frenesí ofensivo.

Tras el cambio de campos, el inicio del segundo tiempo de la prórroga desveló el agotamiento físico de los zaragocistas. Horas antes, en la semifinal ante el MTK, ya habían jugado otros 120 minutos tras el ya referido 0-0 con el que acabó ese partido contra los magiares. Y Beenhakker, con una plantilla corta y en tiempos donde no se utilizaba apenas a los chicos del filial para este tipo de partidos de pretemporada (nada que ver con lo que sucede ahora, casi cuatro décadas más tarde), no consideró oportuno hacer muchos cambios, pues la presentación ante el público en el trofeo de verano en La Romareda era un momento siempre de máxima seriedad. Y, por eso, el Manchester United acabó decantando la final a su favor en esa recta final del tiempo añadido.

En el 111, de nuevo Brian Robson marcó el 3-4. El Zaragoza ya no tuvo capacidad de respuesta, pese a que lo intentó. En una contra rápida, el Manchester United sentenció con el 3-5 en el minuto 116, por medio de Davis. La locura de la prórroga estaba consumada. Del 1-1 del partido, se pasó a ese 3-5 efervescente que nadie podía imaginar en las gradas durante el táctico encuentro que ambos equipos jugaron antes de la prórroga.

Así que, quienes tuvieron la suerte de estar en ese nutrido grupo de espectadores (unos 20.000) que asistieron aquel 20 de agosto de 1982 a La Romareda para ver al sugerente Manchester United frente al Real Zaragoza, pueden presumir de haber vivido la prórroga más alocada de la historia. Y, por supuesto, quienes estuvieron en el campo, lo pueden hacer como protagonistas directos de aquel inusual acontecimiento.

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