El fichaje de Gaizka Toquero deja al Real Zaragoza al borde de su capacidad salarial para la plantilla de la temporada 2017-2018. La dirección deportiva ha trabajado sobre un escenario de unos cinco millones de euros, incluyendo en ese gasto las indemnizaciones por la rescisión de contratos, como los casos de Abraham Minero, Alcolea, Jorge Díaz…, además de las estimaciones de aquellos compromisos que aún quedan por desvincular, como Lanzarote, Edu Bedia, Irureta, Barrera y Xumetra, una herencia recibida que está limitando sobremanera la estrategia y las posibilidades del mercado zaragocista.

Doce contrataciones después, Lalo Arantegui ha cumplido su hoja de ruta dentro de los tiempos previstos, confeccionando una plantilla que, aún a 15 días del comienzo de la temporada, cuenta ya con 21 futbolistas de los 22-23 en los que se preveía cerrar el equipo. Falta, así, un fichaje más, de acuerdo al margen económico del que dispone aún el club. Por eso, como ha sucedido con Toquero, la dirección deportiva está intentando priorizar perfiles versátiles, futbolistas, principalmente, ofensivos con capacidad para amoldarse a dos posiciones o más. El objetivo del Real Zaragoza es un extremo derecho o un delantero centro ajustable a una banda si es posible. La elección final dependerá esencialmente de las dinámicas del mercado en un punto de la pretemporada en el que las plantillas se van cerrando y surgen descartes u oportunidades nuevas en los clubes. El Zaragoza valora ahora un par de opciones, pero, tras el fichaje de Toquero, va a contemporizar sus movimientos.

El fichaje del vitoriano, en este sentido, abre el abanico de acción del club. Su polivalencia –como extremo derecho o delantero– cubre dos posiciones y permite al Zaragoza fijarse como objetivo de final de mercado una de esas dos demarcaciones. En la segunda línea, ya se considera cerrado el extremo izquierdo. El Zaragoza ha priorizado, en la composición de los flancos ofensivos, la variedad de perfiles: un exterior y un extremo de comportamientos interiores. En la derecha, Papunashvili cubre ese segundo perfil, de más juego al pie, con Toquero como opción más exterior y espacial. En la izquierda, Oyarzun representa esa pieza más vertical, directa y veloz, mientras Natxo González se muestra muy satisfecho con la solución que ofrece Jorge Pombo como ‘extremo hacia dentro’. La versatilidad del aragonés aporta también soluciones en la mediapunta o como volante ofensivo, siendo así una posible alternativa a Buff o Febas. Estos perfiles polivalentes –Pombo, Toquero, Papunashvili o Buff (puede jugar en banda también)– multiplican las posibilidades y combinaciones de Natxo González, como precisamente se observó ayer en Teruel en el amistoso contra el Levante.

El lastre de los descartes

A la espera de ese fichaje previsto para cerrar el equipo, la dirección deportiva, una vez consolidada la estructura de la plantilla, trabaja ahora en las salidas de Lanzarote, Xumetra, Barrera, Bedia e Irureta. Los acuerdos para solucionar estos cinco casos están condicionando toda la maniobrabilidad salarial del Zaragoza. Sus salarios acumulados rebasan el millón de euros, una losa determinante en este final de mercado: un 20% del total de 5 millones con el que está confeccionando la plantilla Lalo Arantegui.

El club intenta que el impacto de esos acuerdos sea mínimo. La fórmula menos gravosa para la economía de la SAD es el acuerdo entre club y futbolista. De este modo, no hay carga alguna sobre la masa salarial: el jugador firma su finiquito, obtiene la carta de libertad y al Zaragoza se le habilita así esa ventana de dinero. Sin embargo, no suele ser lo común, menos en jugadores con escaso mercado. Lo corriente es un finiquito por una parte del salario o por el salario íntegro, una indemnización que lastra la masa salarial.