Adiós al Calderón, un estadio talismán

El fútbol se despide del Vicente Calderón. Allí, el Real Zaragoza logró dos Copas del Rey (1986 y 1994).

El Real Zaragoza fue campeón de Copa en 1986 y en 1994 en el Vicente Calderón.
El Real Zaragoza fue campeón de Copa en 1986 y en 1994 en el Vicente Calderón.
HA

Un pedazo entrañable de la historia del fútbol desaparecerá el próximo domingo, a la conclusión del último encuentro del Atlético de Madrid en el Vicente Calderón. Medio siglo de triunfos y alegrías, de derrotas y llantos, pasará a formar parte de la memoria de los aficionados colchoneros y de todos aquellos que algún día respiraron el ambiente del coliseo del Manzanares.

Desde el 2 de octubre de 1966 -fecha en que fue estrenado en un Atleti-Valencia- hasta hoy, sus gradas han presenciado noches europeas legendarias, aventuras y desventuras ligueras, compromisos de entidad de la Selección española y 13 finales de Copa del Rey. Por capacidad (55.000 espectadores) y emplazamiento (en el mismo centro del país), el Calderón siempre fue opción predilecta de las hinchadas implicadas en los desenlaces coperos.

Real Madrid (tres veces), FC Barcelona (tres), Real Betis (dos), Valencia CF (dos), y Athletic Club se proclamaron campeones en este estadio. También el Real Zaragoza, que lo considera un escenario talismán. Dos de los seis trofeos de Copa que acumula en sus vitrinas fueron conquistados en el Calderón. El primero de esos títulos llegó el 26 de abril de 1986 y puso fin a dos décadas de sequía. Con Luis Costa en el banquillo y gracias a un solitario gol de Rubén Sosa, el conjunto maño derrotó (1-0) al Barça de Schuster. La formación titular estuvo integrada por: Cedrún; Casuco, Juliá, García Cortés; Señor, Güerri, Juan Carlos, Herrera; Pardeza; Rubén Sosa y Pineda. Ya en la segunda parte, participaron Corchado y Casajús.

“Por tercera vez en su historia -antes había conquistado otros dos torneos en la época de los Magníficos-, el Real Zaragoza supo ganar ayer en un derroche de fuerza, y también con momentos de mucha brillantez, el torneo del K.O. ante el Barcelona. Su Majestad entregó al capitán del equipo, Señor, el preciado trofeo y Aragón entero vivió una noche triunfal”, relataba la crónica del día posterior, y ensalzaba que “ningún otro acontecimiento había movido anteriormente a tantas personas hasta la capital”.

Además, en lo estrictamente deportivo, se destacaba la actuación de Andoni Cedrún. “Protagonizó intervenciones de gran mérito. Sobre todo, fue una muralla en los balones por alto”, recogen las páginas de HERALDO. Y es que, ante jugadores de la talla de Schuster, Julio Alberto, Víctor Muñoz o Carrasco, el guardameta vasco tuvo que emplearse a fondo. “Llegamos a la cita como víctimas porque, a pesar de haber hecho una temporada maravillosa, acumulábamos años de sequía y nos enfrentábamos a un equipo temible”, recuerda 31 años después Cedrún, y celebra que fuesen capaces de sobreponerse a esas sensaciones previas.

“Esa supuesta inferioridad no se plasmó sobre el césped y terminamos pasándoles por encima”, añade, antes de reconocer que el Vicente Calderón es un recinto clave para el zaragocismo. “Me da pena que desaparezca porque me trae a la cabeza los momentos vividos allí. El más especial fue esa final ganada al Barça, pero todavía quedaba otra historia que escribir”, añade, refiriéndose a la Copa conquistada el 20 de abril de 1994 ante el Celta de Vigo.

Aquella noche, según confiesa Cedrún, en la plantilla primaba el optimismo. Fundamentalmente, porque los gallegos eran un rival más asequible que el Barça. “Teníamos varias piezas importantes tocadas, pero confiábamos plenamente en nuestras posibilidades. Además, el año anterior habíamos sufrido el robo de Urío Velázquez ante el Madrid (también en la final de copa) y había cierto sentimiento de revancha”, valora el de Durango, que volvió a resultar decisivo.

“Cedrún nos hizo campeones”, titulaba el HERALDO del 21 de abril de 1994, destacándolo como el gran héroe. “El Real Zaragoza ganó anoche, en el estadio Vicente Calderón, su cuarta Copa del Rey al derrotar en la final al Celta de Vigo en la tanda penaltis. El portero Andoni Cedrún, que ya había ganado este mismo trofeo con el Zaragoza en 1986, se convirtió en el protagonista de una noche mágica para el futbol aragonés al detener el último penalti lanzado por los gallegos”, rezaba la crónica de un partido en el que ninguno de los dos conjuntos fue capaz de perforar la portería contraria durante los 120 minutos (90 + 30 de prórroga) del tiempo reglamentario.

Víctor Fernández era el encargado de dirigir al Zaragoza por aquel entonces, y de inicio apostó por: Cedrún; Belsué, Cáceres, Aguado, Solana, Gay; Aragón, Poyet, García Sanjuán, Nayim; Darío Franco, Higuera y Pardeza, otro jugador que repitió como titular el éxito cosechado ocho años antes. Para el carrilero, aquel triunfo ante el Celta significó “uno de los episodios de mayor repercusión” en la dilatada trayectoria de la entidad, puesto que sirvió para disputar la Recopa que también se conquistó en la temporada siguiente.

“Éramos favoritos porque veníamos jugando muy bien, pero en la final acusamos el hecho de que varios titulares llegasen en mal estado. Yo estaba tocado y creo recordar que Gay y alguno más también. Si el partido se hubiese disputado un mes antes, posiblemente, el resultado hubiese sido otro”, indica Pardeza, que a esas alturas ya era un peso pesado en el vestuario. “En la campaña que logramos el título ante el Barça me acababa de asentar en el equipo; en 1994 ya era un futbolista maduro”, valora, y termina elogiando la “dimensión” del Vicente Calderón.

“Más allá de las victorias logradas allí, lo recordaré como un estadio mítico, puesto que ha sido el hogar de uno de los cuatro o cinco clubes más importantes de España. Cuando el próximo 27 de mayo -final de Copa del Rey entre Barça y Alavés- llegue el adiós definitivo, todos sentiremos que se va uno de los templos futboleros”, concluye.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión