Victoria y López Amaya, dos elementos que no casan para el Real Zaragoza

En los tres últimos años en Segunda, los de la coincidencia con este árbitro andaluz, nunca hubo un triunfo zaragocista con él: 3 derrotas y 3 empates.

López Amaya, hace un mes en La Romareda, recibe las protestas de Samaras, José Enrique y Zapater en una jugada del final del partido ante el Valladolid (1-1).
Victoria y López Amaya, dos elementos que no casan para el Real Zaragoza
José Miguel Marco

Hace solo un mes y un día, un árbitro de 40 años de Granada, Juan Manuel López Amaya, dirigía el último partido al Real Zaragoza. Fue el reciente 1-1 con el Valladolid en La Romareda, en la noche del 2 de marzo. Atípicamente, el Comité Nacional de Árbitros lo ha vuelto a designar para un nuevo duelo de los zaragocistas, el de este domingo en Reus.

La cosa es que el veterano y singular López Amaya no es de buen recuerdo entre el zaragocismo. Y, por su modus operandi y sus perjudiciales arbitrajes, bien que se ha ganado esos recelos el rapado colegiado andaluz, una rara avis en Segunda, por su elevada edad (predominan los veinteañeros y los que han saltado la treintena) y, sobre todo, porque solo cumple su tercer año en la categoría, pues su ascenso se consumó a los 37 años, muy pasado de vueltas para lo que es norma habitual en la última década y media en el colectivo arbitral.

El Real Zaragoza, con López Amaya con el silbato en el campo de juego, no ha ganado nunca en estos tres últimos años (los que ha coincidido con él) en el infierno de Segunda División, cuando le tocó conocerlo por fuerza. Este año, además del citado 1-1 como local ante el Valladolid, el cuadro zaragocista también lo tuvo al frente de los juicios durante el choque de Tenerife, que concluyó con 1-0 a favor de los canarios.

El año pasado, López Amaya estuvo presente en la derrota por 1-0 en Oviedo y, de lamentable y triste recuerdo, en el 2-2 de Soria frente al Numancia, donde su conducta y arbitraje resultaron decisivos para que el Real Zaragoza perdiera una ventaja de 0-2 y saliera muy dañado de Los Pajaritos, justo cuando la liga concluía y el ascenso estaba en juego. La injusta e incalificable expulsión de Dorca a la media hora de juego (el Comité de Competición le retiró la roja, dejando en evidencia a López Amaya de manera flagrante, hasta tal punto que ya no arbitró más hasta la conclusión de la liga), su particular modo de redactar el acta, casi siempre rellenando el apartado de 'otras incidencias' con cuitas relativas a hechos fuera del césped, enervaron en grado extremo a los dirigentes zaragocistas aquel infausto día.

Hace dos campañas, el granadino, que era debutante, pitó al Real Zaragoza los dos partidos frente al Tenerife. Con 1-1 en la isla, en la segunda vuelta, y con derrota zaragocista por 2-3 en La Romareda al principio del torneo, en una de las noches más tóxicas por parte de un árbitro con el equipo aragonés. En apenas tres minutos, señaló dos penaltis en contra del Zaragoza que sonaron extraños. Fue su tarjeta de presentación. Unas credenciales a las que dio siempre buena fe por cómo prosiguió actuando con el equipo zaragocista en sus días más obtusos con el silbato como herramienta de autoridad.

Reus será su séptima aparición en la vida del Real Zaragoza. Inevitablemente, los antecedentes con López Amaya ponen en situación de 'prevengan' al zaragocismo.

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