Almería-Real Zaragoza, un partido de 7 puntos para los aragoneses

Vencer en casa del antepenúltimo supone sumar 3 puntos, evitar que los logre el rival directo y, además, ganarle el 'golaverage' en caso de empate final en junio.

César Láinez, al mediodía de este sábado, sale de los vestuarios de La Romareda para iniciar el largo viaje del Real Zaragoza hasta Almería.
Almería-Real Zaragoza, un partido de 7 puntos para los aragoneses
Aránzazu Navarro

Quedan 10 partidos para que la liga concluya. El Almería arrancó la jornada en el 20º puesto. Antepenúltimo con 35 puntos. El Real Zaragoza lo hizo 13º en el escalafón de Segunda, con 39, cuatro más que los andaluces y a solo tres de la raya del descenso a Segunda B. Los andaluces afrontan esta 33ª fecha del calendario liguero con el agua por encima de los labios, ahogándose hace días, pataleando y sacando fuerzas de flaqueza en busca de un asidero con el que salvar el pellejo in extremis. Los aragoneses, aunque nunca han dejado de pisar tierra firme, caminan al borde del acantilado desde hace cuatro meses, con movimientos y malos días que hacen temer una caída al oleaje en cualquier momento.

Por eso, este choque Almería-Real Zaragoza de este domingo en el estadio de los Juegos Mediterráneos, es una verdadera 'final' en la parte baja de la clasificación. Los locales ponen en juego su vuelta a la vida, desde el puesto de colista que ostentaban hace un mes, a través de dos triunfos seguidos (en los últimos dos duelos ante Alcorcón y Nástic) que serían tres de doblegar a los zaragocistas. Y los visitantes, el renovado Zaragoza de Láinez, requiere de una suma continuada de puntos, sin fin, para no ser alcanzado por los desesperados que lo persiguen en pelotón para arrojarlo a las cuatro últimas plazas de la tabla.

Porque el parcial de 4 de 6 que ha firmado Láinez desde su llegada al relevo del destituido Agné ha resultado insuficiente para respirar hondo y limpio. Es un buen registro, pero el Real Zaragoza es evidente que necesita más y a menudo, dadas las mermas y abolladuras con las que ha llegado a esta recta final del torneo liguero y que César Láinez simplemente ha heredado venenosamente de sus antecesores. De hecho, Láinez cogió el equipo a 3 puntos del descenso... y tras este esperanzador 4 de 6, acompañado de una evidente mejoría en el modelo de fútbol propuesto, continúa a 3 puntos de la catástrofe a evitar. Los triunfos, a la par, de Córdoba, Rayo, Alcorcón y Almería en la jornada pasada, originaron este mal efecto.

No cabe dejar de acelerar en la suma de réditos. En Almería, el equipo zaragocista está en la obligacion de ganar para, si todo lo de alrededor acompaña un poco más que hace una semana, comenzar a abrir brecha con el riesgo de muerte. Cuando la liga encara su esprint definitivo, ya dan igual los rivales, el campo donde se juegue, las alineaciones iniciales, las ansias de unos y otros... no caben especulaciones, ni excusas, ni estrategias conservadoras o miedosas. Es la hora de la verdad. Y, en partidos como este de Almería, se trata de un 'o tú o yo'. Sin medias tintas.

De facto, para el Real Zaragoza, un triunfo en Almería supondría la adición de 7 puntos virtuales: los 3 que sumaría el equipo de Láinez, los 3 que dejaría de sumar en esta jornada un rival directo como es el Almería y, además, el valor añadido de ganarle a los andaluces el factor 'golaverage', decisivo en caso de empate a puntos en el final del torneo, el 11 de junio. En la primera vuelta, en La Romareda, el Zaragoza ganó 2-1 el día del estreno de Agné como técnico cuando fue despedido Milla. Todo eso hay en juego en la noche dominical. Una barbaridad.

Todo el mundo, en los adentros del equipo y del club, ha admitido durante la semana que este duelo en tierras del sureste peninsular es de valor superior dentro de las coordenadas de navegación del Real Zaragoza. Es la puerta que abre el tríptico contra los tres últimos clasificados (los siguientes rivales serán el Mallorca y el Mirandés, penúltimo y colista), una breve fase de 15 días donde, de estar certeros, los zaragocistas pueden certificar la salvación casi matemáticamente. Es una oportunidad única la que pone ante sí el calendario para no alargar la agonía hasta el final. En un pimpampum, el Real Zaragoza está en disposición de salvar los muebles en este nefasto año deportivo si atina en la diana los tres próximos balazos, y el primero es este de Almería.

Nadie debe intentar quitar importancia a este choque en el Juegos del Mediterráneo. Y nadie lo ha hecho. Es, sin duda, el partido más importante de cuantos ha celebrado este curso el Real Zaragoza. Un triunfo significaría muchas cosas en positivo, tanto numéricamente como anímicamente. Sin embargo, por el contrario, por puro sentido común, la repercusión de lo contrario, de un marcador adverso, también puede alcanzar un alto grado de vibraciones en la escala Ritcher del zaragocismo. Cuidado. El equipo blanquillo, aunque cueste admitirlo, está caminando al borde de la histeria y del ataque de nervios hace un tiempo. En el debut de Láinez, hace 15 días en Elche, se evitó una primera crisis grave con un rotundo triunfo por 0-3. El punto contra el Valladolid del último día fue un tentempié escaso para tanto estómago como tiene que llenar el equipo zaragocista en su hambruna clasificatoria.

Este es el decorado de la noche almeriense para el Real Zaragoza. En ese escenario ha de salir airoso tras 90 minutos de pelea contra un adversario malherido. Con el goleador, Ángel, recuperado para la causa tras su sanción por tarjetas. Pero con las bajas, por el mismo motivo, de Lanzarote y Cabrera. Las cosas del final de liga.

Al menos, los resultados previos ya aseguran que, aunque en el peor de los casos se diera la derrota en Almería, el Real Zaragoza no será cazado por ahora por los del descenso. El Alcorcón (36 puntos, cuarto por la cola) perdió 2-0 en Miranda. Y en Palma, el Mallorca y el Nástic de Tarragona empataron 0-0, el mejor marcador para los intereses zaragocistas. Pero, por esto mismo, es un gran día para lograr ganar. La sensación visual en la clasificación sería enormemente placentera y estimulante para lo que queda de remar.

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