Paco Herrera y Guitián, rivales con amarres en el reciente pasado blanquillo
El entrenador dirigió al Real Zaragoza en la liga 2013-14, hace tres años. El defensa central, jugó el año pasado toda la segunda vuelta.
En tiempos pretéritos recientes, los exzaragocistas que visitaban La Romareda con los colores del Real Valladolid eran, en general, todo un clásico: Álvaro Rubio, Óscar González, Chus Herrero en su momento, Sastre; últimamente, Rodri, Roger. Ahora, en plena fase de revolución intestina del club pucelano, las figuras que tienen amarres con el pasado más próximo del Real Zaragoza son su entrenador, Paco Herrera, y el defensa central Alberto Guitián.
Herrera fue zaragocista hace tres años. Solo tres años, sí. Aunque el bamboleo constante en el banquillo aragonés haga parecer que es mucho más tiempo. De hecho, tras la destitución del veterano entrenador catalano-extremeño, en solo 36 meses, por el eléctrico sillón de la banda de La Romareda han pasado, con el escudo del león rampante en la americana, Víctor Muñoz, Ranko Popovic, Lluís Carreras, Luis Milla y Raúl Agné. Sin palabras. Porque Paco Herrera fue el responsable del vestuario zaragocista en la primera parte de la liga 2013-14, la primera en Segunda tras el último descenso.
El ahora preparador del Valladolid estuvo 31 partidos al frente del Real Zaragoza. Ganó 10, empató 9 y perdió 12. Llegó a tener al equipo en el puesto 3º ya comenzada la segunda vuelta, el 25 de enero, tras ganar 0-1 en Miranda, a un solo punto del 2º (puesto de ascenso directo) y a tres del líder. Pero el tsunami García Pitarch, director general del último año del agapitismo -con tutela externa- torpedeó con cargas de profundidad el trabajo de Herrera hasta llevárselo a él mismo, personalmente, por delante.
Entre su salida del Real Zaragoza y este capítulo en Valladolid, Paco Herrera se incrustó también en la historia indeleble del club zaragocista al dirigir a la UD Las Palmas que, hace dos campañas, jugó la final de la promoción de ascenso a Primera División y apeó a los aragoneses de la vuelta a la élite a falta de 7 minutos, con un gol decisivo de Araujo en el estadio insular de Gran Canaria.
Por su parte, Guitián tiene aún la horma del Real Zaragoza. Solo hace nueve meses que vistió de blanquillo por última vez. Fue en aquel vergonzoso episodio de Palamós ante el Llagostera, la goleada por 6-2 que marcó el final de temporada, la pérdida de la promoción de ascenso y el resquebrajamiento de las ilusiones de todo el zaragocismo. Había llegado al club aragonés en enero, en el mercado de invierno, procedente del Sporting de Gijón en una de las gestiones primeras de Narciso Juliá recién aterrizado en la dirección deportiva del club.
Guitián se dio por aludido cuando la afición y todos los sectores del zaragocismo señalaron a la mayoría de los protagonistas de la catástrofe de la Costa Brava como culpables del mayor bochorno jamás padecido en el historial del Real Zaragoza en más de 80 años de vida. Y, pese a que se le tentó para que renovase su compromiso con el equipo aragonés, enseguida entendió que su futuro estaba lejos de La Romareda. A los pocos días de verano, el cántabro fichó por el Valladolid. En Zaragoza dejó atrás su participación en 18 partidos, todos como titular, en los que anotó 2 goles.
No será un episodio nuevo ni para Paco Herrera ni para Guitián este partido en La Romareda frente al Real Zaragoza. Ambos ya vivieron en septiembre la experiencia, pues el sorteo de la Copa del Rey emparejó a ambas escuadras en la Primera Ronda. Ganaron 1-2 los castellanos y Herrera y Guitián ya sintieron en sus pararrayos los habituales reproches (mezclados con gestos de amabilidad en el caso del técnico) que llegan desde las gradas para los ex.
