Un cambio en La Romareda

El Real Zaragoza ha perdido cuatro de los últimos seis partidos que ha jugado en su estadio. Contra el Valladolid, necesita comenzar a revertir su dinámica como local para evitar apuros.

César Láinez, durante el entrenamiento de ayer del RealZaragoza.
Un cambio en La Romareda
Toni Galán

Liquidado el primer objetivo en Elche, un estreno con victoria fuera de casa, nuevos retos aparecen en el horizonte del Zaragoza de César Láinez. El calendario destapa ahora la hoja del Valladolid y el partido se juega en La Romareda, donde el equipo aragonés ha sufrido un alarmante retroceso de resultados. Su guarida ha dejado de ser tal desde que comenzó 2017 y, por ahí, se le descubre a Láinez y los suyos una misión inaplazable: volver a clausurar La Romareda a los rivales, retomar un verdadero pulso competitivo y revertir la nefasta dinámica como local de las últimas jornadas.

El Zaragoza ha perdido cuatro de sus últimos seis partidos en casa: Girona (0-2), Levante (0-1) –los dos primeros clasificados–, Gimnástic de Tarragona (1-2) y Sevilla Atlético (1-2). Ha empatado uno: Lugo (1-1). Y solo ha contabilizado una victoria: Numancia (3-0). Esta secuencia de resultados guarda las razones principales de la crisis reciente del equipo, llevándose por delante a Raúl Agné de su cargo.

Con 4 puntos de 24 posibles como local, el Zaragoza no irá muy lejos. Esta dinámica es carne de sufrimiento y tensión en la clasificación. De este modo, el equipo se exige corregirla para atar cuanto antes la permanencia. No se entiende un Zaragoza realmente competitivo en la categoría sin La Romareda como bastión inabordable. Hasta el parón de Navidad, el equipo presentó números aceptables en casa: 6 triunfos, 2 empates y 1 derrota. Solo el Elche le arrebató todos los puntos. No era su funcionamiento como local su gran problema.

Sin embargo, con el cambio de año, esa compostura se ha debilitado, convirtiéndose La Romareda en uno de los feudos locales más accesibles para los equipos visitantes de toda la Segunda División. De elevarse el Real Zaragoza como uno de los bloques más poderosos en su estadio ha pasado a ser el octavo peor conjunto en casa de toda la liga tras sus últimos seis resultados.

Con el comienzo de 2017, el Zaragoza se encontró con quizá la derrota más justa y severa en La Romareda, contra el Girona. Ese día, el equipo de Agné sí exhibió una inferioridad clara. Sin embargo, en el resto de partidos del periodo, al Zaragoza se le escaparon más puntos de los que su juego manifestó. Perdió contra el Levante, pero, libra por libra, su fútbol fue superior. Le condenó el acierto y el desacierto de Irureta. El Lugo le empató en la última jugada del partido. Dos puntos que se esfumaron incomprensiblemente.

El Nástic de Tarragona también asaltó La Romareda, aunque el Zaragoza mereció más: tres tiros a la madera y un rival eficaz le privaron de la victoria. Contra el Numancia, llegó el único triunfo en casa de 2017 –en este año natural, ha ganado más fuera que en La Romareda (Huesca y Elche)–.

La última bofetada en casa la encajó el Zaragoza procedente del Sevilla Atlético, otra derrota asombrosa, en la jugada final, después de un partido con todo a favor y ocasiones.

Un giro obligado

El partido contra el Valladolid del próximo domingo inaugura la recta final de liga en casa del Zaragoza. Le restan seis citas en La Romareda. Además del rival pucelano, recibirá a Mallorca, Getafe, Cádiz, Rayo Vallecano y Tenerife.

El reparto de adversarios es variado. Hay dos citas sobresalientes, frente a Mallorca y Rayo. Dos equipos de abajo. Getafe, Cádiz y Tenerife pelean la promoción, aunque habrá que ver en qué punto tienen ese objetivo en el momento de visitar al Real Zaragoza.

En cualquier caso, las opciones de permanencia de equipo de César Láinez exigen una mejora en casa. Necesita dar un vuelco a la dinámica actual y transformar de nuevo La Romareda en una fuente de victorias. Solo con un estadio blindado, al menos en la línea de antes de Navidad, cabe intuir un fin de temporada tranquilo en el Real Zaragoza.

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