Reacción desde la pizarra

César Láinez apostó por poblar de centrocampistas el equipo, de jugadores con tendencia a la asociación. Asentó al Zaragoza sobre el 4-1-4-1 y los jugadores le compraron el mensaje.

José Enrique pugna con Guillermo en el el Elche-Zaragoza.
José Enrique pugna con Guillermo en el el Elche-Zaragoza.
Diario Información

César Láinez apenas ha podido tocar un par de cables en cuatro días. Los suficientes como para darle un nuevo aire al Real Zaragoza. Obviamente, no podía mejorar la técnica de sus jugadores, pero sí facilitarles que jugaran mejor al fútbol, en un sistema en el que las piezas encajaran de manera más natural.

El exportero apartó el 4-4-2 de la última etapa de Agné y también desecho el habitual 4-2-3-1. Apostó por poblar de centrocampistas el equipo, de jugadores con tendencia a la asociación. Asentó al Zaragoza sobre el 4-1-4-1, con Zapater por delante de la defensa, Edu Bedia y Javi Ros como interiores, Pombo en la banda izquierda y Lanzorte en la derecha. Futbolistas con buena relación con el balón y capacidad para jugarlo. Para asociarse. Ángel, "nuestro mejor futbolista" (así lo definió después en rueda de prensa), sería el encargado de rematar todo el fútbol que generarían en la zona de creación sus compañeros.

La intención era la misma que en los partidos anteriores, llegar a Ángel, acercarle al gol. Pero el matiz era diferente, había que hacerlo desde el balón en corto, desde el pase al compañero, no desde el pelotazo en largo. Y la apuesta le salió bordada a Láinez, en un extraordinario primer tiempo en el que el Zaragoza fue nétamente superior al Elche. Los futbolistas le compraron el mensaje y jugaron, probablemente, la mejor primera mitad de toda la temporada.

En defensa, con una presión alta y una basculación muy ordenada, y en ataque, con líneas de pase constantemente abiertas y más receptores en cada acción. Si en defensa el dibujo era 4-1-4-1, en ataque mutaba en un 4-3-3, con mucha libertad para Pombo y Lanzarote en las bandas, intercambiando constantemente sus posiciones. Por dentro, con Zapater guardándoles las espaldas, Edu Bedía y Javi Ros también gozaron de muchísima libertad para incorporarse al campo rival. De Ros, precisamente, fue el pase a Ángel del 0-3. Y de Pombo el 0-2.

Tras la exhibición en la primera mitad, con el marcador en clara franquicia, Láinez tardó 15 minutos en volver a darle un giro de tuerca al equipo en el segundo acto. El Elche, enrabietado tras el descanso, dio varios pasos hacia adelante y el preparador aragonés era consciente de que, además de ganar, era importante mantener la portería de Ratón a cero. Sentó a un agotado Zapater y dio entrada a Jesús Valentín, formando entonces con un claro 5-4-1. Valentín, Marcelo Silva y José Enrique (Cabrera fue lateral) como centrales y Bedia junto a Ros en el doble pivote. El Zaragoza administró su renta y, a pesar de que el Elche gozó de varias opciones de marcar, se marchó del Martínez Valero sin encajar.

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