El (in)esperado caso Samaras

El griego comenzará su sexta semana en Zaragoza sin jugar nada más que un cuarto de hora ante el Nástic a la desesperada. Agné aduce que no está en forma.

Georgios Samaras, tras muchos minutos de calentamiento en la banda de El Arcángel, apoyado en el banderín de córner mirando hacia el banquillo fijamente para ver si era llamado para saltar al césped, cosa que no ocurrió.
Georgios Samaras, tras muchos minutos de calentamiento en la banda de El Arcángel, apoyado en el banderín de córner mirando hacia el banquillo fijamente para ver si era llamado para saltar al césped, cosa que no ocurrió.
Captura de GOL TV

Georgios Samaras tampoco jugó en Córdoba. Viajó, calentó en la banda un rato, pero no fue ninguno de los tres cambios del Real Zaragoza. Como una semana antes frente al Numancia. O como en Alcorcón... No hay manera de tener la sensación de que su fichaje ha sido un acierto. Cuanto más se retrasa su incorporación a los planes del entrenador, más se aleja esa percepción. Es natural y no se puede hacer nada contra eso. Cada día que pasa sin ver el '5' de Samaras sobre el campo se disuelve el efecto de su llegada como el azúcar en el agua caliente. Solo fue utilizado en el último cuarto de hora del partido ante el Nástic, hace 14 días, a la desesperada, nada más encajar el 1-2 adverso que sería definitivo.

Samaras acabó el partido en una llamativa pose en la banda de El Arcángel, al ver que no iba a jugar un día más. Se apoyó en el banderín de córner, sin dejar de mirar al banquillo, mientras esperaba una señal que nunca llegó para que él fuese uno de los sustitutos en la segunda mitad del partido. Cuando llegó el tercer cambio, el de Jesús Valentín por Lanzarote, Samaras dejó el banderín con un expresivo gesto de desolación y desilusión a ver que, en Córdoba, tampoco era su turno ni siquiera para los últimos cinco minutos.

Cuando se consumó su contratación y surgió la natural pregunta de "cómo está físicamente"' (se conocía que venía de estar parado dos meses y medio tras un año descafeinado en Estados Unidos y que su último partido en la segunda liga norteamericana databa de noviembre), se explicó que iba a necesitar "dos o tres semanas de puesta a punto" pero, tanto el futbolista como su entorno se mostraron optimistas sobre el estreno más o menos rápido del heleno como titular. Con el paso de las semanas, aquellas primeras apreciaciones en medio de la ilusión colectiva de su llegada han ido quedando orilladas y se tienden a difuminar desde sus propios emisores.

Según fuentes del club, Samaras no está bien físicamente y eso se nota en los entrenamientos (algo que solo puede certificarse desde dentro de la entidad, dado que ese desempeño del equipo es privado, reservado y opaco desde hace año y medio para el resto del zaragocismo. Agné, el técnico, viene sugiriendo eso, pero tampoco lo ha dicho nunca rotundamente. Incluso, el pasado viernes, dio un giro de tuerca en sentido favorable a una pronta incorporación del griego a sus planes... pero tampoco se dio en El Arcángel. Y Samaras, en las primeras entrevistas que está ofreciendo a la prensa zaragozana, afirma desde la semana pasada que ya se encuentra bien. Cuanto menos, resulta curioso el escenario.

En cualquier caso, si Samaras no está apto para jugar, hay quien cuestiona seriamente por qué el futbolista es desde hace varias jornadas uno de los 18 que está en el acta y se sienta en el banquillo. Y viceversa. Si está en el banco de suplentes porque, se presupone, tiene capacidad para jugar sus minutos, por qué no lo utiliza Agné.

El internacional griego, que se convirtió el 6 de febrero en el fichaje estrella del Real Zaragoza en el periodo invernal (ya fuera de plazo, proveniente del mercado del paro) y, simultáneamente, en la contratación más mediática de toda la Segunda División en el escaparate de mitad de temporada, va a comenzar su sexta semana en la capital aragonesa. Se comprometió con el Real Zaragoza el 6 de febrero y fue presentado el 8. Lleva 34 días trabajando con los fisios y técnicos del club. Haciendo su particular pretemporada. A veces en solitario; cada vez más a menudo, con el resto del equipo. Es, evidentemente, muchísimo más tiempo del que se previó para que alcanzase su estado mínimo de forma.

Con el caso Samaras, las cosas se han ido del carril programado. Sabido era que no iba a ser un fichaje de rendimiento inmediato, de llegar y jugar ya el primer día. Pero está resultando sorprendente que vaya para mes y medio del griego en Zaragoza y siga sin estar reglado muscularmente y en tono de fondo físico. Y, si es así, que ocupe cada día un sitio en la convocatoria para luego no ser utilizado en ningua situación.

Si esa mala condición física es la causa de que aún no sea uno más en el equipo, cabe aplicar la razón y el sentido común para colegir que, quien decidió su fichaje, no tuvo la debida información sobre este aspecto de la limitación de Samaras en términos físicos. Y, por lo tanto, se debe señalar asimismo las personas y agentes que intermediaron y aproximaron a Samaras a un equipo tan apurado como es el actual Real Zaragoza de 2017 en todos los sentidos. La sensibilidad, la mano izquierda, el cariño y los escrúpulos no deberían estar al margen del negocio.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión