El Real Zaragoza regala la victoria a un histérico Córdoba en el 94

Ángel adelantó a los aragoneses antes del descanso, pero los de Agné no supieron rematar a un rival herido y permitieron su increíble remontada.

Partido entre el Córdoba y el Real Zaragoza.
Partido entre el Córdoba y el Real Zaragoza.
Valerio Merino/ABC

El Real Zaragoza, que ganaba 0-1 en el descanso tras un flojo primer tiempo, no supo aguantar la ventaja, tampoco ampliarla y retomarla en ocasiones claras en la segunda mitad, y regaló el triunfo a un Córdoba presionado por su mala situación en la tabla y por el deteriorado ambiente que se vive entre su afición por cuestiones societarias. Un gol, el del empate, procedente de un saque de banda, y el segundo, ya en el minuto 94, in extremis, en una pésima defensa del balón postrero volcado al área, voltearon el marcador a favor de los locales para dejar a los zaragocistas sumidos de nuevo en una decepción monumental.

En mitad de un erial, lo que fue la primera parte en El Arcángel, el Real Zaragoza encontró un pozo de petróleo en el minuto 42. Xumetra lanzó un balón profundo, raso, a la carrera de Ángel sobre las espaldas de los centrales cordobeses. El canario se quedó solo ante Kieszek a 35 metros del marco, controló, encaró el área y, enseguida, soltó un latigazo seco, con rosca hacia fuera, que superó por alto al portero polaco del cuadro andaluz muy cerca de la escuadra derecha. Era el 0-1 al borde del descanso en un duelo feo, hosco, táctico, sin apenas mordiente en unos y otros. Un premio inesperado, seguramente excesivo, pero al que no se le mira el diente a estas alturas del torneo.

De hecho, el Real Zaragoza estableció su preciosa ventaja en el primer y único disparo entre los tres palos en todo el primer periodo. Cien por cien de efectividad. Rentabilidad máxima en un encuentro planteado desde el prisma más conservador, intentando guardar siempre la portería de Saja para salir en contragolpes que nunca llegaron a cuajar porque, en verdad, el equipo aragonés se plantó demasiado atrás. El portero local parecía estar en Écija, a 55 kilómetros, en vez de en el área de al lado. Fueron 45 minutos de posicionamiento, de guardar el puesto, de hacer bien las coberturas, de cortar con sentido los deslavazados ataques locales… y casi nada más.

Por más que Agné colocó a Lanzarote por dentro, como segundo punta por detrás del aislado Ángel -lo que llevó a Cani a partir desde la banda izquierda, sin continuidad por su querencia a irse al centro-, el ‘9’ zaragocista volvió a sentirse muy solo. La presencia de Feltscher en el lateral diestro reforzó la defensa aragonesa, dado que Javi Lara y Alfaro percutían preferentemente por ese lado en las intentonas vanas de los andaluces por buscar a Saja. Los minutos transcurrieron en un querer y no poder de los anfitriones, taponados bien por Zapater, Ros y los apoyos de los cuatro defensas al corte y, en sentido contrario, por los proyectos de jugada de Cani y Lanzarote que nunca concluyeron bien. Al Real Zaragoza, el balón le duró demasiado poco siempre en los pies.

Del masivo centrocampismo solo salieron tres acciones peligrosas an todo el primer tiempo antes del gol de Ángel. Un disparo de Bergdich en el área, en el minuto 11, que buscó de rosca templada la escuadra lejana pero se le marchó fuera. Una falta directa sacada por el incisivo Lara que botó delante de Saja y casi lo sorprendió, teniendo que echar el balón a córner con muchos apuros en el minuto 22. Y una penetración de Rodri en el área cuyo remate taponó bien Marcelo Silva y el segundo chut, de Alfaro, acabó fuera muy desviado. Nada más.

Fue un primer acto de muchos contactos, de infinidad de faltas en la zona neutra. Y Gorostegui, el árbitro, perdonó probablemente la tarjeta roja a Marcelo Silva en el minuto 23 por una acción pueril del uruguayo tras haber visto la amarilla en una falta clara. El charrúa desplazó la pelota muy lejos del lugar, fruto de su enfado, y otro árbitro más minucioso tal vez le hubiese sacado la segunda consecutivamente. El guipuzcoano, al que Zapater, Cani y Lanzarote trataron de explicar que aquello no era para tanto, entendió que así era. Y se la ahorró, para bien del cuadro zaragocista.

El segundo tiempo comenzó con la sorpresa del cambio de Xumetra por Edu García. Y con un tremendo despiste de Marcelo Silva, que regaló el balón a Rodri en medio campo y propició un mano a mano del exzaragocista ante Saja. Pero, afortunadamente, su remate en carrera salió mordido, fuera, cruzado. Se evitó el 1-1 en el primer minuto de la reanudación, lo que hubiera sido un mazazo para los planes de Agné y los suyos. Con la habitual pañolada y bronca del público cordobés en los últimos meses, que se produce en el minuto 54 de cada partido (año de fundación del club), el ambiente se le enturbió al Córdoba y el Zaragoza pareció jugar a favor de obra.

Carrión, que veía el partido desde una cabina al estar expulsado desde hace dos partidos, ordenó la entrada de un nuevo delantero, el italiano Piovaccari, a la desesperada. Precisamente el transalpino lanzó un centro-chut envenenado en el minuto 57 que casi sorprendió a Saja. El Real Zaragoza contemporizaba en demasía, sin buscar las cosquillas a la zaga local, cuyo hábitat no era el más amable precisamente. Los aragoneses jugaban con el reloj en la mano en cada jugada, ante la histeria creciente del Córdoba.

El equipo andaluz introdujo oxígeno con Guille. El Zaragoza hizo lo propio con Dongou en el puesto de un cansado Cani. Y así se encaró la recta final, los últimos 25 minutos. Con el equipo de Agné cómodo, pero excesivamente pasivo, muy atrás para lo que proponía el partido. Sin sufrir, pero sin hacer sufrir al adversario. El segundero del reloj seguía siendo el mejor zaragocista.

Con la entrada de Dongou, como en Alcorcón, se notó cierta profundidad en las salidas zaragocistas. Y en una de ellas, Edu García, en asistencia del camerunés, perdonó el 0-2. Era el minuto 67 y ahí tuvo la sentencia: el canterano, mano a mano en el área, remató mal, cruzado, fuera. Y como el fútbol siempre suele penalizar este tipo de errores, tres minutos después, de la nada, Rodri marcó el 1-1 al remachar en el segundo palo un centro al área zaragocista procedente de un saque de banda. Error monumental. Tremendo castigo, pues el Córdoba no estaba forzando en demasía a la zaga aragonesa. Pero los de Agné pagaron caro su exceso de pasividad atacante frente a un rival atacado de los nervios al que, de paso, dieron vida.

Javi Lara, en el 74, en pleno desconcierto rojillo, forzó a Saja a sacar un disparo lejano con márchamo de gol. Y el público olvidó rencillas y se volcó con los suyos. El Zaragoza debía estar con los 3 puntos en el bolsillo y, sin embargo, veía peligrar incluso el empate, que de tan poco servía para escalar en la tabla. Y a defender tocaban.

Tras unos minutos grogui, el Real Zaragoza reaccionó puntualmente en el minuto 80. Dongou tuvo el 1-2, pero su remate forzado en el área chica se fue lentamente hacia gol y Luso Delgado llegó a tiempo de sacarlo bajo palos, casi en la raya. Y en el 82, Ángel recibió el balón peinado de Dongou tras un centro de Lanzarote y, a placer, remató alto cuando el gol se mascaba. Fueron dos opciones clarísimas para haber arreglado el gol tonto del Córdoba. Pero no hubo acierto en la suerte suprema. Agné, entremedias, fue expulsado por protestar en la banda. Cosas de la impotencia de ver que se iba una victoria que debió sellarse a poco que el equipo hubiera estado solvente en las dos áreas en los momentos culminantes.

Pero faltaba el colofón. El hiriente corolario a este mal partido que se tuvo en la mano y se dejó derramar sin remedio. El 2-1 del Córdoba. En el minuto 94. En el último balón al área. Sin que nadie lo restara, pese a que el tercer cambio zaragocista había sido la incorporación, ya en el aumento, de Jesús Valentín en el puesto de Lanzarote. Salió para eso el canario. Pero dio igual. El balón rebasó por alto a los centrales, Markovic lo controló y fusiló a Saja a placer. El delirio en la grada apabulló a un Zaragoza latigado por sus propios marros. La derrota se consumó para abrir una herida profunda en el cuadro aragones, que volvía de Córdoba de vacío, daba vida a un rival directo en la cola de la tabla y quedaba en evidencia al no saber resolver un choque que durante muchos minutos tuvo a mano de rematar definitivamente.

Vuelven los problemas. Vuelven los fantasmas con cara de Segunda B. El efecto revulsivo de la victoria ante el Numancia se disuelve por completo. Los males vuelven a superar a los aciertos. Y Agné vuelve a hacerse un selfi, un autorretrato en el que no sale bien parado. Habla el fútbol. Sobre el césped. De nuevo tocará semana de diván, de psicoanálisis. Es lo que toca en esta dura temporada.

Ficha Técnica

Córdoba CF: Kieszek; Bergdich (Guille, 63), Caro, Luso Delgado, Cisma, Bíttolo; Ramos (Piovaccari, 52), Aguza, Javi Lara; Alfaro (Markovic, 69) y Rodri.

Real Zaragoza: Saja; Feltscher, Marcelo Silva, Cabrera, José Enrique; Zapater, Javi Ros; Xumetra (Edu García, 46), Cani (Dongou, 64); Lanzarote (Jesús Valentín, 91) y Ángel.

Árbitro: Gorostegui Fernández (Comité Vasco). Expulsó a Raúl Agné (80) por protestar. Amonestó a Marcelo Silva (23), Ramos (52), José Enrique (80), Aguza (92) y Markovic (95).

Goles: 0-1, min. 42: Ángel. 1-1, min. 70: Rodri. 2-1, min. 94: Markovic.

Incidencias: Noche primaveral en la capital cordobesa, con 25 grados tras un día de sol. El césped presentó un estado irregular, afectado por un hongo que ocasiona diferentes tonos de verdes en su superficie. En las gradas del Nuevo Arcángel hubo alrededor de 11.000 espectadores, de ellos un centenar de zaragocistas.

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