Figueroa, el árbitro que expulsó al grana Barreiro "por no llevar espinilleras"

El colegiado andaluz dirigirá el domingo el partido Real Zaragoza-Nástic, reencontrándose con los catalanes tras aquella polémica decisión de enero.

Figueroa Vázquez, con los capitanes del Albacete y el Real Zaragoza (Dorca) antes del inicio del partido del año pasado en el Carlos Belmonte.
Figueroa, el árbitro que expulsó al grana Barreiro "por no llevar espinilleras"
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Figueroa Vázquez, del Comité Andaluz, será el árbitro del partido Real Zaragoza-Gimnástic de Tarragona el próximo domingo en La Romareda (20.00). Un dato accesorio, sin más, de no ser porque el colegiado sevillano de 37 años va a reencontrarse con los tarraconenses siete jornadas después de haber protagonizado en su campo, el Nou Estadi, un episodio que dio la vuelta al mundo por su rareza, por ser totalmente atípico e inusual en las grandes ligas profesionales: expulsó al delantero Manu Barreiro (que debutaba aquel 8 de enero en el Nástic procedente del Alavés) por "quitarse las espinilleras y continuar jugando el partido haciendo caso omiso a la obligatoriedad del uso de las mismas, habiendo sido advertido previamente" durante el partido de los granas ante el Tenerife (empataron 1-1).

En efecto, desde hace unos años, el reglamento obliga a los futbolistas a llevar puestas las protecciones en sus piernas. Ya no es posible ver imágenes como aquellas de las décadas de los ochenta hacia atrás, donde tipos de primer nivel como Gordillo, Valdano, Sarabia, Rubén Cano, el alemán Briegel jugaban cada partido con las medias bajas, sin ningún tipo de protección sobre sus tibias y peronés. Y Barreiro, ariete tarraconense, salió al campo en el minuto 61 tras ser atendido en la banda sin las espinilleras puestas, pese a que el cuarto árbitro le instó a ponérselas. Por ello, Figueroa lo tuvo que amonestar según dicta la norma. Como antes, Barreiro había visto una primera amarilla por discutir con un contrario canario, el capricho le costó la roja y dejar a su apurado equipo (colista prácticamente todo el curso) con uno menos durante un tercio del duelo.

Un epígrafe tan desconocido del reglamento, aunque fuese bien utilizado por Figueroa, ocasionó el correspondiente revuelo en Tarragona. Durante el resto del partido, a la conclusión del mismo y, posteriormente, en los días que sucedieron al acontecimiento. La bronca fue de órdago. Incluso, el colegiado andaluz tuvo que reflejar en el acta un incidente que su equipo arbitral sufrió cuando, tras pitar el final del choque, todo el mundo se dirigía a la ducha. "Una vez finalizado el encuentro y en el túnel de vestuario, una persona se dirige hacia el árbitro asistente nº 1 en los siguientes términos: 'lo que habéis hecho no tiene nombre y soy el que se va a cagar en tu puta madre'; dicha persona fue identificada por la fuerza del orden público, no teniendo acceso a su identidad", escribió Figueroa.

A Barreiro, obviamente, le cayó un partido de sanción por su expulsión. El presidente del Nástic, Josep Maria Andreu, calificó de "triste y patético" que el Comité de Competición mantuviera la tarjeta amarilla que el árbitro le mostró a Manu Barreiro por jugar el caso de las espinilleras, y que había sido recurrida por el club catalán. Solo Juan Merino, el entrenador de los tarraconenses, aportó algo de sensatez al afirmar públicamente que, en puridad, la decisión del árbitro era correcta, reglamento en mano.

Un día u otro tenían que volver a cruzarse en el camino Figueroa, el Nástic y, en este caso, también Barreiro. Y va a ser el domingo en La Romareda, con el Real Zaragoza de anfitrión y mudo testigo del reencuentro. El tiempo transcurrido, aunque escaso, ha difuminado ligeramente aquel episodio sin par. Aún así, es evidente que habrá un puntito de morbo que, el club zaragocista espera que no genere rebotes indeseados sobre su carrocería.

Con Figueroa Vázquez, el Real Zaragoza ha tenido y ha vivido de todo en estos cuatro años en Segunda División. El primer año, el sevillano debutó en La Romareda en una derrota aragonesa por 1-2 ante el Numancia. Luego, pitaría también el mismo partido en Soria, con empate, 2-2. En la segunda campaña aragonesa en la división de plata, Figueroa estuvo tres veces en Zaragoza, con dos empates (1-1 ante el Sabadell y 0-0 ante el Lugo) y una derrota blanquilla, por 0-2 ante Las Palmas. Lo que parecía un gafe perenne con él, lo arreglaron los zaragocistas a la tercera, el año pasado: Figueroa dirigió el triunfo por 1-3 en Albacete, sin volver a asomar más por la ciudad aragonesa. Y este año, en agosto, el andaluz estuvo con el silbato en el primer desplazamiento, en Lugo, aquel del 3-3 final.

Esta vez, además de por sus antecedentes (todavía está a la espera el Real Zaragoza de ganar como local con Figueroa al frente del enjuiciamiento), el partido tiene una carga extra de picante. La que trae consigo el Nástic y, con él, el delantero Barreiro.

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