Dongou marcó en Huesca el segundo gol de cabeza del equipo en lo que va de liga

Hasta esta 24ª jornada, solo Cabrera ante el Córdoba había anotado un tanto de un testarazo.a

Dongou, en el preciso momento en el que se dispone a cabecear a placer el 1-1 en Huesca, tras fallar el portero Sergio Herrera en el despeje del centro-chut que lanzó Cabrera desde la banda izquierda.
Dongou marcó en Huesca el segundo gol de cabeza del equipo en lo que va de liga
Rafael Gobantes

El 1-1 de Huesca, el marcado por Jean Marie Dongou en el minuto 59 para empatar el gol inicial de Borja Lázaro y meter de lleno al Real Zaragoza en la meritoria remontada de la última media hora del derbi aragonés, no fue, por su formato, un gol cualquiera. El matiz que lo hizo especial fue que el delantero camerunés lo anotó con la cabeza. Y el hecho de que sea especial es consecuencia de lo raro que es este año ver al Real Zaragoza conseguir tantos a través de testarazos, una de sus carencias manifiestas en el arsenal ofensivo del bloque desde que comenzó el torneo.

Tal es así que, este gol de Dongou en El Alcoraz es el segundo que marca el Real Zaragoza de cabeza en todo lo que va de curso, ya más de cinco meses, más de la mitad del calendario de partidos (24). Hasta la cita oscense, solo se contabilizaba un tanto aéreo de los zaragocistas, aquel que marcó Cabrera al Córdoba en La Romareda y que sirvió para empatar 1-1 en la jornada 8ª, recién concluido septiembre.

Algo es algo dentro de este apartado estadístico del mecanismo atacante del Real Zaragoza. De facto, Dongou marcó de cabeza y ahí queda. Aunque la factura de la jugada no respondiera en puridad a lo que supone una buena praxis del fútbol ofensivo por alto, a base de buenos centros que hallen ágiles rematadores de cabeza dentro del área. Porque Dongou remató con la frente en el final de una acción anómala, alejada de los cánones ordinarios del centro-cabeceo tal y como se entiende normalmente.

El delantero zaragocista, esta vez en Huesca, tuvo la perspicacia de buscar un mal despeje del portero Sergio Herrera, que se vio sorprendido por un centro-chut de Cabrera desde el lateral izquierdo que se le iba a colar por alto. El guardameta azulgrana apenas llegó con las yemas de los dedos (guantes) a amortiguar el balón contra el larguero, pero no logró enviarlo por encima a córner, como pretendía. Y lo dejó muerto para que Dongou simplemente lo empujara a placer, casi perpendicular a la raya de gol. No hubo un centro al uso, ni una búsqueda del cabezazo en pugna con los centrales y defensores como suelen requerir los tantos que llegan por la vía aérea. En esa faceta, el Real Zaragoza sigue siendo un equipo carente de especialistas.

Pero, al menos, Dongou amplió el registro goleador con la cabeza de un equipo al que le sentaría muy bien la aportación de varios goles, de aquí a junio, mediante cabezazos por alto en balones centrados al área rival. Suelen ser buenos desatascadores de partidos, excelentes llaves para abrir defensas en momentos de apuro. Y, por supuesto, los testarazos en jugadas raras como la de Huesca sirven igualmente. De hecho, para el Real Zaragoza, ese gol del africano fue gloria bendita.

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