El objetivo es Samaras

La opción de fichar a Giorgios Samaras se convirtió en posibilidad en el Real Zaragoza en las horas finales del mercado de enero. El mismo martes por la tarde, conforme se complicaban las prioridades (Santos Borré y Luciano), el club aragonés valoraba la alternativa del atacante griego, cuyo nombre estaba encima de la mesa de varios clubes más de la Segunda División, como, por ejemplo, el Reus.

Al parecer, el jugador cretense, de indudable y reconocible trayectoria en el fútbol europeo e internacional en la última década, querría probar en el fútbol español. El Zaragoza mantuvo esta vía en un tercer plano, después de atender informes y ampliar conocimientos sobre el estado de Samaras, hasta que la persiana del mercado se echó y el club no pudo cerrar ninguna incorporación para la delantera. Fue en ese momento, cuando el escaparate de jugadores sin equipo se ofrecía como única salida, cuando Samaras subió posiciones en la línea de prioridades del Zaragoza y se convirtió así en el principal objetivo para reforzar la delantera. El mercado de atacantes tampoco ofrece demasiado margen de maniobra, así que Samaras es a estas alturas la pieza codiciada.

Samaras acaba de concluir su contrato en el Rayo Oklahoma City, club franquicia del Rayo Vallecano en Estados Unidos que acaba de ser liquidado por cierra. En la NASL, la segunda división del ‘soccer’ americano, ha tenido cierta continuidad, hasta que el pasado mes de noviembre, el conjunto de Samaras fue eliminado en los ‘play off’ por el célebre New York Cosmos. El griego jugó 25 partidos desde el verano al pasado noviembre. A sus 31 años, ahora busca otros retos, y el Zaragoza ha emergido en medio de ese camino.

Samaras ha sido en los últimos tiempos uno de los futbolistas de culto del fútbol europeo. Su heterodoxo perfil futbolístico -un delantero de 1,92 que se siente más cómodo llegando al área desde la banda izquierda que viviendo en ella-, su carisma -alguien capaz de un gesto ganador más insospechados en el momento más impensado en un partido, involucrado en causas sociales, con empatía hacia el aficionado-, su compromiso colectivo -prefiere el pase al gol, es generoso en el esfuerzo, actúa con depurada inteligencia- le han convertido en los últimos años en una imagen de marca de la gladiadora y irreductible selección de Grecia, con la que ha jugado 81 partidos, dos Copas del Mundos y dos Eurocopas.

Es un futbolista de larga zancada, que sabe parar y arrancar, concede pausas y metros al equipo, y funciona como respiradero gracias a su habilidad para bajar y guardar balones lejanos y amenazados. En este sentido, siempre ha sido una joya para conjuntos de bajo rango, con pocas opciones de posesión, como es el caso de la selección griega o sus partidos con el Celtic en la Champions League. Fue en Escocia, durante seis años, donde pulió su carrera, después de jugar en el Heerenveen holandés, donde debutó con 18 años, en el Manchester City, que pagó 8 millones de euros por é, y el West Bromwich Albion, donde puso punto final a su etapa británica. Sin embargo, en ningún sitio representó al corazón de un club como en el Celtic. Allí, en esa institución de centenaria historia, de grada caliente e intensa, y fútbol tan pasional y respetuoso encajó como un guante: levantó 4 Ligas, 2 Copas y 1 Copa de la Liga en 242 partidos en los que marcó 72 goles y dio 51 asistencias. ¿Será el Zaragoza su próxima parada?