Agné, una difícil disyuntiva

Anoche, como al regreso de Murcia la semana pasada, se barajó la conveniencia o no de su destitución.

Raúl Agné, este domingo en La Romareda en el partido ante el Lugo.
Partido de fútbol de este domingo entre el Real Zaragoza y el Lugo.
Toni Galán

Si Raúl Agné fuese el primer entrenador de la temporada, ya no estaría al frente del Real Zaragoza. Probablemente hubiese sido destituido al regreso de Murcia, el pasado domingo. Y, si hubiera aguantado el envite de la tercera derrota consecutiva en La Condomina ante el vicecolista UCAM, la prolongación de la crisis anoche frente al Lugo se lo hubiera llevado por delante a estas horas con total seguridad.

Pero resulta que Agné es el segundo en el puesto en el trecho cronológico de los primeros cinco meses de campaña. El de Mequinenza ya vino con el tren en marcha a relevar al cesado Luis Milla a finales de octubre, tras la primera gran pájara del Real Zaragoza en este curso (fueron entonces seis partidos seguidos sin catar un triunfo, con la caída desde la 2ª posición hasta la mitad de la tabla). Este dato es decisivo en la generación de dudas dentro del área deportiva, de la dirección general y, por extensión, de la directiva. Es natural que, el hecho de barajar la maniobra de acudir a un tercer entrenador en la misma temporada, dé miedo y necesite de mucho análisis, contraanálisis y de ese ejercicio de rumiar sin precipitaciones una determinación de tanta envergadura para el equipo. Acudir a ese carrusel de inquilinos al frente del vestuario nunca es sinónimo de equilibrio y mesura. Al contrario, suele ser consecuencia de un cúmulo de errores encadenados en los sujetos destituidos que, inevitablemente, provocan serios efectos secundarios en el seno del club, tanto en el equipo y el vestuario, como en los cuadros de mando.

Por eso, la decisión de mandar a Agné a casa no encuentra un camino llano en los despachos. No se sabe bien cómo acertar una vez se mezclan pros y contras. Quedan, además, dos días del mercado invernal de fichajes. Un mes, el de enero, que siempre origina distorsiones en los vestuarios afectados por los cambios en medio de crisis. Falta por definir el nuevo perfil de la plantilla. Saber quién viene y, sobre todo, quién de los sugeridos se va. Todo esto, si acabase yendo acompañado de un nuevo relevo en el banquillo, se considera que podría originar problemas de digestión entre los jugadores en un punto crucial de la competición.

Y, asimismo, se repite de nuevo, con mayor hondura si cabe, el mismo dilema de octubre, cuando Milla iba a salir despedido del club. ¿Quién puede venir a sacar al equipo de este atolladero? ¿Es César Laínez, el entrenador del filial, el adecuado en las circunstancias que concurren?

Por un lado, los tiempos. Por otro, cuestiones sustanciales, de contenidos técnicos y propios de un vestuario profesional metido en un barullo morrocotudo en la clasificación y la calidad de su juego, están dilatando el veredicto respecto de Agné. Si el resultado ante el Lugo hubiera sido positivo, habría cuerda para el actual entrenador un rato más, a la espera de una reacción consistente a corto plazo. Pero eso no ocurrió anoche. Y, por ello, se acentúan las dudas sobre lo que es más conveniente hacer con él. En principio, al cierre de esta edición, la cuestión estaba en pausa. El paso de las horas decantará la dirección que toma el caso.

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