¿Estará la vieja Condomina en condiciones esta noche?

El Real Zaragoza no ha viajado hasta Murcia para luchar contra los elementos; pero si esta noche se juega al fútbol en la vieja Condomina difícilmente escapará de esta suerte: lluvia a la hora del partido (de acuerdo las previsiones meteorológicas), un campo extraordinariamente pesado, terreno que drena con dificultades después de los años que estuvo fuera de servicio y el sabido frío de la ola siberiana.

La decisión de si se juega en estas condiciones, o en la exacta condición que presente el campo a las 20.00 horas, con la noche entrada, va a depender en última instancia del criterio del colegiado designado para arbitrar este encuentro, el trencilla Saúl Ais Reig, una vez que éste pise el terreno y mida ‘in situ’ el estado del manto del viejo estadio murciano. Algo dirán al respecto los capitanes de ambos equipos, si bien sus palabras no serán más que una referencia consultiva, nada vinculante.

Antes de partir en la tarde de ayer hacia Murcia, el Real Zaragoza consultó a la Liga de Fútbol Profesional (LFP) si salía o no hacia la capital pimentonera, donde la lluvia ya ha impedido disputar un encuentro en la presente temporada. Realizada esta pertinente consulta, la LFP indicó que el equipo aragonés se presentara en el lugar y la hora previstas para la disputa del choque. Allí estarán, en consecuencia, Raúl Agné y sus hombres, a las ocho de esta tarde.

Si Saúl Ais Reig entiende que el campo está hábil para la práctica del fútbol, el técnico de Mequinenza "valorará todo", según afirmó en la rueda de prensa que ofreció en la mañana de ayer, poco antes de iniciarse la última sesión de entrenamiento del Real Zaragoza de la semana, y que tuvo lugar en el estadio de La Romareda.

¿Qué es "todo" en el diccionario de Raúl Agné?, cabe preguntarse. La respuesta más directa a tal cuestión es la siguiente: los referidos elementos externos que condicionan el partido, la entidad del rival y las circunstancias propias del momento. A nadie mínimamente avisado escapa que el técnico aragonés considera que sobre un terreno pesado y sobre el que puede caer más agua a lo largo de la jornada, los futbolistas de potencia y músculo están llamados a la labor. El virtuosismo –si es que en esta categoría existe– quedará para otro momento, para otras noches, para cuando la alfombra lo permita.

Por lo demás, el Real Zaragoza necesita de un triunfo casi de manera perentoria. No sólo se trata de poner una solución de urgencia a la mala racha que arrastra, sino de tomar algunas bocanadas de aire y sosiego ante los compromisos que se avecinan.

O el bloque aragonés sabe extraer una victoria pronto, en Murcia, por ejemplo, si se juega esta noche, o corre el riesgo de que se le compliquen las cosas en muy diversos planos: en la tabla clasificatoria, en el ambiente general, en las relaciones internas y en casi todos los ámbitos que rodean o forman parte de una escuadra profesional.

En términos de mero análisis previo, Murcia no resulta una mala plaza para sumar fuera. Al contrario. El UCAM presenta en su feudo debilidades llamativas. Es uno de los conjuntos a los que más les cuesta imponerse en su propio estadio. Únicamente ha vencido en la vieja Condomina en dos ocasiones durante la presente campaña. Este dato reza la estadística, que no es baladí, sino significativo.

Comienza la segunda vuelta de la Liga 1,2,3 metido de lleno en la zona de descenso de categoría, cuando a estas alturas las situaciones de coyuntura ya no devienen en lecturas de fondo. Estamos ante otras claves, frente a las tendencias que cada cual ha dejado impresas hasta aquí.

El peso del pasado, por otra parte, tampoco corre a su favor. Hace tres temporadas se movía por campos de Tercera. Carece, por tanto, de la solidez que a veces presta la historia, una magnitud en la que el Real Zaragoza no encuentra rival, aunque por sí sola no gana partidos. En todo caso, bajo estas primeras aproximaciones al choque, el Real Zaragoza emerge como favorito, como claro candidato a hacerse con los pasajeros laureles de un triunfo de sábado por la noche en una competición que se descubre –y es en verdad– como una larga travesía.