Otra carencia global que saca a flote el propio Agné

Asumido que el actual Real Zaragoza no tiene remate de cabeza ni disparo de media distancia, el entrenador admite también que "no tenemos músculo".

Raúl Agné, en el banquillo de La Romareda, con gesto de preocupación durante el partido ante el Girona.
Raúl Agné, en el banquillo de La Romareda, con gesto de preocupación durante el partido ante el Girona.
Oliver Duch

El paso de la temporada, a una sola jornada de su mitad exacta, ha ido desvistiendo las taras del Real Zaragoza que surgió de la revolución ejecutada por el área deportiva del club el pasado verano, a vueltas de la catástrofe y la vergüenza de Palamós ante el Llagostera con la que se finó la campaña pasada. Lo que ya se advertía, a ojo de buen cubero y con el olfato de la experiencia y la jurisprudencia del fútbol, en los albores del torneo (agosto/septiembre), está siendo denunciado por los números y el día a día de los partidos del equipo, primero bajo el mando de Milla, ahora a las órdenes de Agné.


Es decir, que este Real Zaragoza 'made in Juliá-Valentín' posee un balance defensivo muy deficiente: es el segundo más goleado del torneo con 29 goles encajados en 20 partidos e, individualmente, no ha tenido hasta enero suplentes de garantías para los dos centrales titulares y se ha resentido en los dos laterales -con la salvedad de la tardía aparición del veterano José Enrique, fichado del paro fuera de plazo- por la falta de contundencia en sus piezas.


Que carece de juego ofensivo áereo: ningún gol de cabeza en jugada corrida, solo uno en total firmado por un defensa central en un balón parado.


Que no dispone de armamento para lograr goles a media distancia por falta de buenos tiradores: no ha logrado un solo tanto desde fuera del área en acción combinada y las únicas excepciones son los anotados por Lanzarote (4) al inicio del curso en jugadas de estrategia.


Que no tiene fondo de armario dado el fiasco que ha supuesto el rendimiento de varios de los futbolistas que llegaron con aura de titulares y relevantes en la plantilla.


Que el portero titular, el veterano fichado con galones de general, Irureta, se ha convertido en un problema cuando debería ser uno de los principales sostenes del grupo.


Y, tras la derrota por 0-2 ante el Girona, el propio entrenador, Raúl Agné, ha añadido al conocido listado de máculas generales otro problema mayúsculo en la morfología del vestuario que se cimentó el pasado verano en los despachos de la Ciudad Deportiva: la falta de fuerza física en el equipo, carencia que impide abordara con esperanzas de éxito bastantes partidos en la actual Segunda División.


Agné, cuando analizó la clara victoria de los gerundenses en La Romareda este mismo domingo, lo dijo clara, rotunda y concisamente: "Nuestra virtud no es el músculo, porque no lo tenemos. Nosotros los partidos los tenemos que hacer buenos desde el balón. No con músculo". Nada que discutir ni nada de lo que discrepar con el de Mequinenza. Así es. En el cuerpo a cuerpo, hace días que se ve con nitidez que el Real Zaragoza no tiene nada que hacer ante la mayoría de rivales.


El entrenador zaragocista, en su aportación explicativa, abundó en la problemática con un aderezo que también deja en evidencia a quien eligió el perfil del plantel en su día: la media de edad del equipo, en especial en los puestos clave. "No tenemos músculo porque contamos con jugadores de cierta edad en determinadas zonas. Y eso también influye con el transcurso del partido", subrayó, asimismo, de forma directa y sin tapujos. 


Así que, con la suma progresiva de tantas dificultades básicas para jugar al fútbol y afrontar con ciertas garantías de éxito una liga tan competitiva e igualada como es la Segunda División española últimamente, al Real Zaragoza le quedan muy pocas alternativas para abordar los partidos tácticamente. "Si tenemos el balón, podemos hacer cosas. Pero si el balón lo perdemos, aparece el físico. Y nosotros no lo tenemos", advirtió y denunció Agné tras caer ante un rocoso Girona, un bloque mejor y superior al Zaragoza en todos los anteriores epígrafes reseñados como defectos de fábrica del vestuario actual. 


Al final de la exposición, Agné pudo advertir que, con sus palabras, estaba fotografiando a terceros. Y recondujo levemente su parecer para rematar el pensamiento en voz alta de modo más corporativo: "...pero yo acepto el perfil de la plantilla y eso no quiere decir que no puedas competir a un muy buen nivel".

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