Dongou, el único gol reparador desde el banquillo

El Real Zaragoza de este año no encuentra apenas soluciones revitalizadoras con los cambios. El único goleador suplente fue Dongou ante el Reus.

Secuencia del gol que marcó Dongou al Reus en el minuto 87 en el partido de hace dos semanas en La Romareda y que sirvió para empatar 2-2 in extremis. El camerunés estaba recién salido al campo desde el banquillo.
Secuencia del gol que marcó Dongou al Reus en el minuto 87 en el partido de hace dos semanas en La Romareda y que sirvió para empatar 2-2 in extremis. El camerunés estaba recién salido al campo desde el banquillo.
Aránzazu Navarro

El gol que marcó Dongou hace 15 días al Reus en La Romareda y que, al final, permitió recuperar un punto in extremis al Real Zaragoza ante los tarraconeneses, es el único tanto que ha marcado en la actual temporada un futbolista del equipo aragonés tras salir desde el banquillo en uno de los cambios durante el juego. La parquedad de la plantilla, la escasez de balas que puede tener el entrenador (antes Milla, ahora Agné) en el banco de suplentes por si los partidos se complican y requieren modificaciones ofensivas, son el fundamento de esta situación. 


El Real Zaragoza es, desde que la liga empezó en agosto, un equipo de onces iniciales, de apuestas del técnico de turno por un equipo base en el que, para bien o para mal, se encuentran prácticamente todas las apuestas tácticas del día de turno. Rara vez, a través de las sustituciones, han surgido puntos de luz determinantes para modificar el devenir de un partido torcido o variar sustancial y positivamente un choque atrancado. El manido 'fondo de armario' siempre ha parecido raquítico, mucho más desde que comenzaron a acumularse las habituales lesiones, bajas puntuales y alguna sanción que ha salpicado el primer tramo liguero para el Zaragoza contemporáneo. 


Del banquillo salieron en los últimos minutos de los partidos hombres como Alex Barrera, Javi Ros, Buenacasa, Fran, Wilk, Popa, Juan Muñoz, Isaac, Edu García, Morán, Pombo, Xumetra, Bagnack, Cani, Xiscu, Casado y el citado Dongou. Distintas variantes respecto del once de partida elegido en cada momento por el entrenador que, bien por falta de tiempo (muchos cambios han sido simbólicos, en los minutos finales, sin tiempo casi para nada), bien por la imposibilidad de engranar con la sintonía del partido, o bien por la propia ineficacia de los sustitutos en esos días de necesidad, prácticamente nunca han dado resultado. Incluso ha habido partidos en los que no se han agotado las tres sustituciones, algo inhabitual en el fútbol moderno (en Soria, en Cádiz).


Precisamente Dongou, que fue el tercer relevo el día del Reus, a la desesperada tras encajar el Real Zaragoza el 1-2 adverso que olía a derrota, logró el único gol revulsivo en lo que va de curso. El camerunés entró en el campo por Casado en el minuto 84 y, en apenas 9 minutos  -contando el tiempo de aumento- consiguió el 2-2 definitivo en el 87. Una rareza. Una rentabilidad extraordinaria por novedosa la que consumó esa noche el punta africano.


Nadie más lo ha logrado en cuatro meses de torneo. Síntoma inequívoco de que, en este Real Zaragoza, la falta de piezas útiles o en estado de forma óptimo es tan palmaria, son tan pocos los hombres que dan un rendimiento mínimo aceptable que, normalmente, el entrenador ha de apostar por ellos en el once inicial y los recambios quedan lejos del nivel de los titulares. De hecho, el propio Agné reconoció ése día ante el Reus que Dongou "no estaba ni al 30 por cien físicamente" tras salir, justo en ese breve rato, de cuatro meses de convalecencia de una importante lesión de rodilla. Bien, pues en ese estado de merma asumido y reconocido, el ariete africano marcó un gol con rentabilidad. Cómo están las cosas.


Un dato -otro- que denuncia las carencias del plantel del Real Zaragoza 2016-17. Fríos números que se entienden mejor si se cotejan con los goles que marcó el equipo zaragocista el año pasado con la firma de futbolistas que salieron al campo desde el banquillo en jornadas concretas. Sin ser un año excesivamente bueno en ese sentido, el pasado torneo liguero el Zaragoza sumó 9 goles de sus reservas. 


El primero lo hizo Jorge Díaz en Butarque para empatar al final 1-1 ante el Leganés. El segundo, Ángel, de penalti, en el 2-0 frente al Tenerife en La Romareda. El tercero y el cuarto llegaron en el mismo partido, en el derbi aragonés ante el Huesca en La Romareda que acabó 3-3. Ese día, Ortuño hizo en segundo y Diamanka el tercero de los goles, ambos en los últimos 25 minutos del duelo. 


El quinto gol 'banquillero' lo firmó Dongou ante el Lugo y fue la sentencia de la épica remontada de aquella jornada en la que el Zaragoza superó un 0-1 adverso en los últimos 8 minutos para acabar ganando 3-1. El sexto fue el de Ángel en El Toralín de Ponferrada, ya al final de la campaña, y sirvió para empatar 1-1 in extremis. El séptimo, de nuevo de Diamanka, fue útil para rematar al Bilbao Athletic con el 2-0 en un complicado envite. Solo los dos últimos, octavo y noveno, fueron desgraciadamente inútiles y despreciables, aunque cuenten para la estadística: fueron los dos goles del Real Zaragoza en la catastrófe vergonzosa de Palamós ante el Llagostera, aquel 6-2 que siempre aborchonará a sus protagonistas, anotados por Ángel y Jaime -de penalti- en medio del mayor oprobio del zaragocismo moderno.


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