40 minutos de vídeo, charla y rapapolvo

Agné inicia la semana más difícil desde su llegada al Real Zaragoza, con sus mismos hábitos pero con caras más largas y los problemas a flor de piel.

Los futbolistas del Real Zaragoza, cabizbajos y serios como hacía tiempo no sucedía, salen de la sala de proyecciones al terreno de juego en el entrenamiento de este martes.
Los futbolistas del Real Zaragoza, cabizbajos y serios como hacía tiempo no sucedía, salen de la sala de proyecciones al terreno de juego en el entrenamiento de este martes.
José Vidal

Raúl Agné acomete desde este miércoles la semana más complicada desde su llegada al banquillo del Real Zaragoza en sustitución de Luis Milla, hace 41 días. Además de preparar tácticamente el siguiente partido (el domingo, en La Romareda, ante el Oviedo), el entrenador aragonés debe resintonizar mentalmente a un grupo que, por su mala aplicación en el último choque en Cádiz y por los tres malos resultados que acumulan concatenadamente, está señalado por la afición y se sabe abollado en su orgullo e imagen exterior


Es un momento delicado que, desde la dirección del vestuario, ha de saberse administrar. De entrada, Agné no ha variado sus hábitos y ha arrancado el día con 40 minutos de vídeo, su tradicional clase teórica de larga duración indispensable para explicar errores, aciertos y requerimientos de cara al siguiente duelo de competición. En ese espacio de tiempo, junto con sus colaboradores Rodri y Masferrer, la charla adjunta al equipo ha sido mucho más crítica que de costumbre. Un rapapolvo necesario en busca de tocar la fibra de un equipo que, como antes ya demostró con Milla en la batuta, pierde demasiado fácilmente la autoestima y es incapaz de concluir con decoro los partidos que se le tuercen en contra de su voluntad, especialmente fuera de casa. 


La salida de la sala de proyecciones camino del césped fue un desfile de caras bajas, de rostros torcidos y serios, de silenciosos jugadores sin la alegría de semanas pasadas. De ese estado debe sacarlos Agné de aquí al domingo (20.00). El partido ante el Oviedo, en una Romareda que estará más sensibilizada de lo que ha estado hasta ahora por el cúmulo de decepciones que ya porta sobre las espaldas de su afición, no será un choque cualquiera. El varapalo de Cádiz, que es el enésimo a domicilio desde que la liga empezó en agosto, ha abierto la caja de las dudas de nuevo de par en par. Y eso es inevitable, como bien conocen los más veteranos en el seno de la caseta del Real Zaragoza.

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