Pepe Mejías: "La delantera del Real Zaragoza tiene mucha tela"

Pepe Mejías, ahora ojeador del Cádiz, donde es una leyenda del club, rememora su paso por el Real Zaragoza (1986-1988) y despliega todo su arsenal de anécdotas.

Pepe Mejías posa con un retrato de su figura como futbolista del Cádiz.
Pepe Mejías: "La delantera del Real Zaragoza tiene mucha tela"
Antonio Vázquez/La Voz de Cádiz

¿Aún toca la guitarra Pepe Mejías?

Eso no falla. La guitarra y el canto siempre van donde voy yo. Ahora que viene la Navidad tocará sacarla. La última vez fue en la comunión de mi nieto. Pues no he cantado yo en las duchas de La Romareda... Como sabía que Luis Costa se mosqueaba conmigo cuando lo hacía, era mi modo de decir que iba a seguir siendo el mismo, con muchos o pocos minutos. Que yo iba a seguir con mi juego. Es mi forma de ser. Y así sigo, con alegría.


¿Qué es de su vida?

Trabajando para mi Cádiz. La nueva directiva me dio un papel en una parcela del club. Me dedico a ojear futbolistas para la cantera. También entreno a unos chavales.


¿Aún se juega en la calle en Cádiz?

Ya no se pisa tanto asfalto como me tocó a mí. Ahora se juega más en las playas, sobre todo en verano. Yo vivo en Chiclana y me harto a ver partidillos en la arena. Allí sigue surgiendo la calidad y la picaresca tan propia del futbolista gaditano.


Usted fue uno de ellos. ¿Qué jugador actual le trae recuerdos de su fútbol?

Modric. Su movilidad, la llegada, sus pases… Yo era un mediocampista de enlazar, de meter pases de 30 o 40 metros. Eso se ve poco ya. Ahora sería un mediapunta, y la verdad es que no hay muchos de mi estilo. En el Cádiz de ahora, por ejemplo, se dice que no tenemos uno.


¿Qué debe preocuparle al Zaragoza mañana?

El Cádiz es un equipo valiente, con ganas de atacar. Será un partido de mucho vaivén, de poco centro del campo, porque ambos son fuertes en las delanteras. Quien aproveche el primer error, probablemente, gane.


¿Le gusta Ortuño?

Me encanta. De verdad digo, no sé cómo este chico salió del Zaragoza. Me parece un delantero de lo más completo. Quizá, aunque no el mejor, el más completo que yo he visto en Cádiz: potencia, juego aéreo, regate, pierde pocos balones… En lugar de cedido, tendríamos que tenerlo ya en propiedad.


¿Y José Mari, otro exzaragocista?

Desde que forma pareja en el centro del campo con Garrido, el Cádiz lo ha notado. Estuvo siete u ocho jornadas sin perder. Tiene carácter.


¿Qué jugador del Zaragoza se llevaría al Cádiz?

Ángel me gusta, pero es que Lanzarote me parece exquisito. Su pie izquierdo es una mano. Otro futbolista muy completo. Pero es que el Zaragoza arriba tiene mucho potencial. Es un equipo que, en los últimos partidos, me ha parecido muy serio. Defensivamente han tenido algunos problemas, pero su ataque tiene mucha tela.


Su excompañero Narciso Juliá es el director deportivo. ¿Le recuerda con esas inquietudes?

No recuerdo bien. Ya sabemos que Narciso es muy reservado. ¡La media sonrisa que tiene hay que sacársela!


Cuando usted fichó por aquel Zaragoza no era un cualquiera. Era una leyenda del Cádiz.

Ya me tocaba salir. Cobrábamos muy poquito en el Cádiz. A mí el Zaragoza me ficha recién nombrado mejor volante izquierdo de la liga. Tenía 27 años e iba a un equipo que jugaba la Recopa y estaba casi siempre entre los cuatro de cabeza. Era mi momento.


¿Se puede contar lo que le pasó en su primer día en el Zaragoza?

Sí, claro. Llegué tarde al primer entrenamiento. Los andaluces de la ciudad me hicieron un recibimiento. Imagine: una pedazo de mariscada, flamenco, cantes… Terminamos a las ocho de la mañana y a las nueve empezaba el entrenamiento. Cedrún, que había sido compañero en el Cádiz, me había buscado un piso cerca de su casa. Vino a llamarme, pero no me despertaba.


¿Es cierto que usted le dio a Frank Rijkaard el primer cigarro que se fumó?

Totalmente. Y recuerdo dónde fue. Yo muchas tardes iba con mi mujer a una heladería al lado de El Corte Inglés. Frank vivía por allí y se venía con nosotros. Y, a mí, después del helado me entraba bien un cigarrillo. ¡Si fumaba desde los 14 años! No mucho, pero algo. Así que a Rijkaard le picó el gusanillo. Luego, cuando estaba en el Barça, coincidimos y se acordaba.


¿Por qué le adoraba La Romareda?

Porque sabía que iba a disfrutar. En cuanto me veían asomar para calentar, gritaba: "¡Mejías, Mejías!" Sabían que verían un cambio de ritmo, un pase largo… Me gustaba alegrar al personal.


¿Pocos goles, pero bonitos?

Así es. Las faltitas a Osasuna o al Barça, el tiro a pie cambiado desde un costado, con esas rosquitas…


¿Y por qué no triunfó en el Zaragoza?

Pero es que yo triunfé en el Zaragoza. Cuando en un sitio dejas buenas sensaciones, triunfas. Lo demás, no era problema mío. Yo hacía lo que tenía que hacer. Era mi fútbol, pero el entrenador tenía su criterio y prefería otros compañeros. Se me recriminaba que corría poco, pero es que no estaba acostumbrado a eso. Si me pedías correr cuarenta minutos a los diez ya estaba vomitando. Correr es de cobardes.


Luego volvió al Cádiz y se enfrentó al Zaragoza en el histórico partido que le condenó a la promoción contra el Murcia en 1991.

El día de Kiko Narváez. Revolucionó aquello. Ganaba el Zaragoza y él se encargó de arreglarlo. Parecía un avestruz, pero era un genio. Se inventó un penalti, que se lo saca a Juliá, pero se tropezó solo. Luego, le marcó a Cedrún.


Aquel Cádiz de los milagros y las salvaciones sobre la hora.

Los milagros los hacíamos nosotros, no los pedíamos. Teníamos mucho amor propio. Había ocho o nueve canteranos en el once. Un equipo genuino. Solo pensábamos en jugar. Perder no era una tragedia. No podías quedarte con la cara larga toda la semana, hombre.

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