El Real Zaragoza rescata un punto ante un Reus que le remontó el gol inicial

Dongou reaparece con un gol que, en el minuto 87, supone el mal menor para un equipo aragonés que se adelantó en el primer tiempo por medio de Ángel. Un fallo garrafal de Casado propició el chasco final.

Dongou reaparece con un gol que, en el minuto 87, supone el mal menor para un equipo aragonés que se adelantó en el primer tiempo por medio de Ángel. Un fallo garrafal de Casado propició el chasco final.
Dongou reaparece con un gol que, en el minuto 87, supone el mal menor para un equipo aragonés que se adelantó en el primer tiempo por medio de Ángel. Un fallo garrafal de Casado propició el chasco final.

El Real Zaragoza hizo muchas cosas bien hasta el minuto 58. Fue ganando un partido duro ante un rival difícil y organizado. Pero un fallo imperdonable de Casado, que favoreció el 1-1 y la reacción posterior del Reus, estuvo a punto de significar una nueva derrota en La Romareda. Los catalanes remontaron hasta el 1-2, ya en la recta final del envite. Al final, Dongou, incorporado desde el banquillo a la desesperada, igualó a dos y minimizó la decepción. El cuadro zaragocista, que podría haber dormido 4º en la tabla, queda ahora expuesto a caer a la parte baja de la clasificación.


El zaragocismo pasó, tras el intermedio, de la ilusión y la esperanza al habitual estado de escepticismo y dudas que envuelven al equipo desde septiembre. El ritmo del choque fue claramente de más a menos en el rendimiento de los blanquillos. Un error de golpeo del portero Badía fuera del área, que provocó la enésima genialidad de Lanzarote con un lanzamiento desde 40 metros -a la primera- hacia la portería desguarnecida del Reus, provocó el 1-0 que dio forma positiva al primer tiempo del Real Zaragoza.


El central Atienza llegó a tiempo de evitar el gol del extremo zaragocista bajo palos, pero dejó muerta la pelota para que Ángel fusilara a quemarropa el tanto cuando solo faltaban 11 minutos para el descanso. Fue el hecho diferencial de una fase igualda a más no poder entre ambos equipos, un tramo inicial del partido que mostró un ordenado rival reusense y un calmado e inteligente Zaragoza en busca de espacios donde apenas los había.


Hasta ese gol, todo transcurrió según las previsiones. Un Reus acorazado, con un 4-3-3 en perfecta acordeón, cerrado como una ostra gigante ante su portería cuando tenía el balón el equipo de Agné y con un despliegue igualmente al unísono de sus piezas que, sobre todo el los primeros 20 minutos, desactivaron cualquier intento de dominio de los zaragocistas. A los blanquillos les tocó usar la paciencia y no perder el pulso al juego en ningún lance. Pura táctica. Fútbol de laboratorio y de esos vídeos que el mequinenzano tanto usa para impartir sus tesis entre el vestuario aragonés.


De ese juego trabado surgieron tres o cuatro jugadas con halo de éxito, cuando Cani, Zapater, Lanzarote o Ros lograban filtrar con cierta rapidez el balón entre el tupido medio campo rojinegro en busca de Ángel y Juan Muñoz, algo torpes en la resolución siempre fruto de la presión de los zagueros catalanes. Fueron pequeñas gotas de luz que auguraban que, con el cansancio y la maceración del partido, podía llegar la victoria. Un día de mucho trabajo para los once que estuvieran sobre el cesped vestidos de blanco y azul.


El Reus solo amagó peligro, nunca lo consumó. Jorge Díaz, el exzaragocista, muy activo al principio, firmó el único disparo de los primeros 45 minutos a la portería de un seguro Ratón, también con los pies, pero al uruguayo se le marchó fuera en el minuto 5. De ahí en adelante, todo lo que rozó el gol llevó la rúbrica del Real Zaragoza. Cani probó fortuna sin tino en el 17, desde el borde del área, pero le salió flojo el remate y Badía se tumbó a tiempo para detener sin excesivos riesgos.


En el constante tanteo, en la permanente pugna del ir y venir de un lado a otro, hasta el minuto 26 no surgió la siguiente acción que olió a peligro. Fue, como es habitual, una falta botada por Lanzarote escorada a la derecha. Su rosca venenosa la tuvo que despejar Badía a dos puños, con esa incertidumbre que siempre generan los balones remitidos por el barcelonés a balón parado. Entre tanto, Muñoz iba entrando en juego, Ángel abría espacios sin culminar nunca las intentonas de penetración y Lanzarote y Fran percutían cada vez con mayor intensidad por la banda diestra del ataque zaragocista.


Ahí nació el reseñado 1-0 en el 36. Una jugada de listos, de las que necesitan mentes como la de Lanzarote para acabar dentro de la red. Y el partido cambió radicalmente. El Reus ya estaba desmontado. A su entrenador, Natxo González, ya no le servía el planteamiento inicial y el descanso llegaba como fase de remodelación de hechuras. Hasta el 45, solo hubo otra ocasión, también de falta directa, esta vez lanzada con su ‘folha seca’ por Fran, que rozó la escuadra en el 37.


En la segunda parte, el Reus salió espoleado, como era natural. Y las cosas se le torcieron enseguida al Real Zaragoza. Todo fue fruto de un error infantil de Casado en el posicionamiento y la protección de un balón y de su zona. Todo en uno. Un yerro grosero, del estilo de los de Bagnack, al que sustituía en el once inicial. Se dejó comer el pan por Alberto Moreno, le donó un centro letal en el lateral del área y Folch, entrando desde atrás, remachó a bocajarro el 1-1. De la nada, el Zaragoza había regalado el empate al rival y el guión del choque tomaba un nuevo rumbo por obligación.


El Reus había potenciado su ataque con el ariete Chrisantus y Agné quitó del campo a Juan Muñoz para buscar más diagonales con Edu García. Se entró en los últimos 25 minutos con todo en el aire. El fútbol control que había propuesto el Zaragoza ya no servía. Apenas había pisado el área de Badía y, de repente, necesitaba volcarse con asiduidad e intención hacia la meta contraria. Y se empezó a notar el cansancio de los Cani, Lanzarote, Zapater… la historia de cada partido reñido y de desgaste. Aparecieron más problemas logísticos de los esperados para el equipo aragonés. Y no supo solucionarlos.


No encontró forma Agné de reactivar el equipo. Y por eso, el Reus acabó creyendo en la victoria. Y por eso llegó el 1-2 a falta de solo 8 minutos, de nuevo con el capitán Folch rematando bajo palos un balón vuelto por Chrisantus en el segundo palo, en un desajuste de toda la defensa. A la desesperada, Dongou entró en el campo por el fallón Casado. Delantero por defensa. Y al abordaje.


El camerunés se estrenó en la temporada logrando el milagroso 2-2 fruto de la casta y del empuje de la afición. Centró Lanzarote, remató Barrera, rechazó un defensor y Dongou empujó el empate a puerta vacía. Del mal, el menos. Quedaban 3 minutos y el añadido. Y Edu García rozó la remontada, pero se topó con el portero tarraconense.


Pero, al final, el disgusto quedó grabado en el paladar del zaragocismo. De nuevo, esta vez en casa, las carencias pudieron con las virtudes. Y casi se perdió, un día más, un partido que estuvo bien encarado durante muchos minutos. Nada cambia, grosso modo, en el día a día del equipo blanquillo. Los defectos vienen de fábrica, del verano, de la cimentación. Y eso tiene mal arreglo sobre la marcha. Salta a la vista en cuanto en frente hay un equipo con intenciones y conceptos de cierto nivel. Y el Reus, la clasificación lo dice, las tiene.



Ficha Técnica

Real Zaragoza: Ratón; Fran, José Enrique, Cabrera, Casado (Dongou, 84); Zapater, Javi Ros (Alex Barrera, 75); Lanzarote, Cani; Ángel, Juan Muñoz (Edu García, 65).


Reus: Edgar Badía; Alberto Benito, Atienza, Babic, Ángel Martínez; López Garai, Folch, Rafa García; Jorge Díaz (Ricardo Vaz, 68), Querol (Chrisantus, 56); y Carbia (Miramón, 81).


Árbitro: Gorostegui Fernández (Comité Vasco). Amonestó a Ángel Martínez (26), Javi Ros (57), Cani (77), Lanzarote (77), Chrisantus (79) y Folch (85).


Goles: 1-0, min. 34: Ángel. 1-1, min. 58: Folch. 1-2, min. 82: Folch. 2-2, min. 87: Dongou.


Incidencias: Noche fría en La Romareda, con solo 7 grados al inicio del partido. Lluvia débil intermitente después de un largo y constante aguacero durante todo el día y la madrugada anterior, por lo que el césped estuvo mojado y rápido. En las gradas, alrededor de 14.000 espectadores, de ellos un centenar del Reus. Se guardó un minuto de silencio en memoria de Antonio Molinos Granada, expresidente del Comité Aragonés de Entrenadores durante más de 20 años, fallecido en viernes.

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