¿Será De la Fuente el Mozart del primer penalti a favor?

El Real Zaragoza llega a Getafe, en la 15ª jornada, sin poder lanzar una pena máxima. Cuando ocurra, quizá doblen las campanas.

De la Fuente Ramos, a la derecha de la imagen, observa con impotencia e inacción el monumental lío que se formó antes del penalti que lanzó el Real Zaragoza ante el Nástic el año pasado en La Romareda.
De la Fuente Ramos, a la derecha de la imagen, observa con impotencia e inacción el monumental lío que se formó antes del penalti que lanzó el Real Zaragoza ante el Nástic el año pasado en La Romareda.
Oliver Duch

Siguen pasando los minutos, las jornadas, las semanas, los meses. Van acumulándose las jugadas polémicas en las áreas rivales, unas más, otras menos, unas flagrantes, otras discutibles. Pero, el final de todos los debates es uno, único y palmario: el Real Zaragoza se va a meter el próximo domingo en la 15ª jornada de liga y, extrañamente, todavía no ha disfrutado de un penalti a su favor. En sentido contrario, este dato atípico tras un tercio de competición ya transcurrido se agrava mucho más al ver que va de la mano de cinco penas máximas pitadas por los árbitros en contra de los zaragocistas. Ese asombroso 0-5 en este apartado de faltas dentro de las áreas que hacen del equipo aragonés el más descompensado y perjudicado en esta faceta que tantos puntos resuelve durante un año. Mucho más si se observa que cuatro de los cinco penaltis con los que se ha castigado al Zaragoza no lo fueron.


La espera del primer penalti a favor está convirtiéndose ya en un acontecimiento especial, una cuestión excepcional. ¿Quién osará pitarlo? El turno, en la ruleta de probabilidades de cada jornada, le toca esta vez al vallisoletano De la Fuente Ramos, ese prodigio de 24 años que vive ya su tercera temporada en Segunda División, en el fútbol profesional, al que ascendió con 21, rompiendo todos los moldes en el tiempo de promoción y crecimiento de los jueces arbitrales a lo largo de la historia. Quizá sea él.


El año pasado, en una matinal en La Romareda que acabó en escándalo, este joven juez sí que pitó un penalti a favor del Real Zaragoza en su última presencia en un duelo de los blanquillos. Es el penúltimo penalti que ha lanzado el cuadro aragonés. Lo hizo Lanzarote, fuera de tiempo, tras un vergonzoso espectáculo del portero del Nástic de Tarragona, Manolo Reina, consentido por De la Fuente, y también de varios defensores tarraconenses. El guardameta provocó al zaragocista, frente contra frente, antes del lanzamiento para ponerlo nervioso. Sus colegas granas, mientras tanto, pisoteaban el punto de lanzamiento para dejarlo en mal estado y favorecer un mal golpeo. La estrategia, de nula deportividad y que De la Fuente no supo cómo acometer, dio resultado a los catalanes. Lanzarote envío la pelota por encima de larguero y el Zaragoza perdió 0-1 un partido crucial... que había venido marcado por otro penalti, dudosísismo, de Guitián a Naranjo que, este sí, sirvió a los de Tarragona para marcar su gol. Por cierto, el último penalti a favor del Zaragoza lo anotó Jaime en la vergüenza del 6-2 de Palamós ante el Llagostera, en el triste epílogo del curso pasado.


No hay más que decir al respecto. No es cuestión de hurgar en más detalles, ni de los penaltis que se han ido al limbo desde agosto, ni de todas esas cuestiones ya reseñadas en este tiempo transcurrido, ya un trimestre. Solo es momento de esperar. Algún día, alguien, en alguna jugada en el área rival, verá y considerará que hay pena máxima y se irá corriendo o señalará con el brazo extendido el punto de los 11 metros. El siguiente candidato, pura información, es Óliver de la Fuente Ramos. Del Comité Castellano-Leonés. Sin más.


Durante noventa y tantos minutos, en el Coliseum Alfonso Pérez de Getafe, bajo el mando de enjuiciamiento de De la Fuente, el Real Zaragoza tendrá que estar preparado por si le toca lanzar una de estas faltas punibles. Agné deberá prever quién será el lanzador. Si está en el campo, tal vez Lanzarote. Si no, quizá Ángel. O tal vez algún tapado. La falta de costumbre, los nulos antecedentes, generan estas dudas. El Real Zaragoza, de repente, se da cuenta casi en diciembre de que no tiene un pateador de penaltis definido. Ha sido cuestión imposible de decidir por falta material de argumentos: sin penaltis, no hay lanzadores.


¿Y ya se acordará, a quién le toque tirarlo, de cómo se hace? Porque la disciplina de chutar penas máximas tiene también sus rutinas, sus ciclos, sus cambios de pautas para que los porteros no le cojan a uno los tics. Eso pueden hacerlo quienes tiran penaltis a menudo (en el Zaragoza, en tiempos mejores, lo debían poner en práctica Pichi Alonso, Señor, Aragón, Pardeza...). En este momento histórico de inanición de penaltis, cuando algún árbitro esté ocurrente y señale una cosa de estas a favor del Zaragoza, quizá doblen las campanas y, posiblemente, alguno tenga que desplegar el prospecto para recordar el modo de empleo, la posología y los efectos secundarios de un lanzamiento así. Porque, también sería, que después de esperar un penalti a favor como se aguarda la llegada del Cometa Halley, ese día, por pura falta de práctica, por un estado de emoción inconmensurable, el chutador oficial blanquillo vaya y lo falle. 

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