Tres de los cuatro penaltis en contra del Zaragoza no lo fueron

Marcelo Silva no le dio con la mano en Valencia, Uche provocó el forcejeo con Casado en Tarragona y hubo piscinazo de Guille en el del Córdoba.

A la izquierda, la jugada del penalti inexistente de Marcelo Silva en Valencia. En el centro, la acción de Casado con Uche en Tarragona donde es el ariete local quien provoca su caída. A la derecha, el penalti de inventado en el duelo ante el Córdoba.
A la izquierda, la jugada del penalti inexistente de Marcelo Silva en Valencia. En el centro, la acción de Casado con Uche en Tarragona donde es el ariete local quien provoca su caída. A la derecha, el penalti de inventado en el duelo ante el Córdoba.
LFP TV

De los cuatro penaltis que los árbitros han señalado en contra del Real Zaragoza en las primeras ocho jornadas de liga, solo uno fue claro e indiscutible: el de la 1º fecha, el menos dañino, el anecdótico que provocó Irureta en su salida ante el punta del UCAM Murcia Imaz. El derribo, al llegar tarde al balón, se produjo dentro del área y el castellano-leonés Valdés Aller atinó. El Zaragoza ganaba 3-0 y el tanto murciano fue irrelevante. Pero los tres siguientes penaltis, por su razón de ser y por la sorprendente agilidad que han manifestado los colegiados en irse a señalar el punto de los 11 metros, han torcido el gesto del zaragocismo a la fuerza.


El de Valencia, en la 4ª jornada, fue cobrado por el catalán Medié Jiménez a ciegas. Él vio mano donde hubo pecho. Su imaginación -que no sus ojos, según se desprende de las imágenes de televisión por su posición imposible- dedujo que la pelota había dado en el brazo de Marcelo Silva en el intento de regate de Morales en el área aragonesa y castigó letalmente al Real Zaragoza. La pelota había ido al pecho, al pectoral izquierdo del central charrúa. Fue el 4-1 en una noche fatal de los de Milla. Pero luego llegó el 4-2 y se pudo pensar que, a falta de 20 minutos, el partido hubiese sido otro bien distinto sin ese yerro mayúsculo del juez barcelonés. Al menos, los blanquillos hubieran tenido vida, opciones de puntuar. Con el 4-1, ya en el segundo tiempo, todo acabó prematuramente por aquella decisión errada de Medié. 


El de Tarragona, en la jornada 6ª, que no tuvo efecto pernicioso en el marcador final porque Irureta se lo paró a Uche, se debió a la interpretación del asturiano Areces Franco en un centro al área zaragocista que pelearon Casado y el citado Ikechucku Uche por alto. El nigeriano se pegó espalda con pecho con el defensor zaragocista mientras llegaba la pelota, un forcejeo ordinario en todas estas jugadas, tanto a balón parado como corrido. El ariete del Nástic echó su brazo hacia atrás a mitad de su salto y se dejó caer de sentadilla. La imagen de la televisión que se adjunta es la del momento clave. La del engaño. Si alguien hizo por caerse y provocar lo que consiguió, fue Uche. Areces Franco observó agarrón de Casado y, además de señalar la pena máxima, amonestó al zaguero zaragocista.


Y, por fin, el penalti de este domingo ante el Córdoba en La Romareda, señalado por el gallego Pérez Pallas, tiene su apartado específico aparte. Crucial para que el equipo cordobés se llevara un empate de Zaragoza, surgió de un despeje de Casado a córner en el que Guille, extremo visitante, ejecutó un piscinazo de engaño en el que cayó el árbitro con celeridad. 


No hay más que decir al respecto. Los hechos, tozudos, hablan por sí solos en casos como el que concurre con los penaltis en contra y el Real Zaragoza. Por cierto, hacer un reportaje así con los penaltis a favor de los aragoneses resulta imposible. No hay datos, ni imágenes... ni rastro alguno que seguir.

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