Las fotografías e imágenes de los futbolistas del Real Zaragoza se ciñen diariamente a unos patrones muy limitados de estética y aspectos novedosos en el ámbito personal: entrenamientos, partidos, uniformes de deporte, chándales, botas... En un club como el aragonés, el glamour y las extravagancias de las figuras de los grandes de Primera División tampoco se dan desde hace mucho tiempo, ni en sus modales, ni en sus peinados, ni en sus tatuajes, ni en el repertorio de vehículos de alta gama, ni en todos esos resortes que suelen servir como aderezo a muchos ratos de información audiovisual en determinados ámbitos de los medios de comunicación.

Por eso, entre la planicie que reina habitualmente el día a día de la 'normal' plantilla zaragocista, llamó la atención en la salida del equipo hacia Valencia la presencia de algunos complementos inusuales en otros viajes y en otros momentos del año. Por un lado, el calorazo que aún reina en la meteorología española, con Zaragoza a la cabeza de las altas temperaturas y el sol cayendo a cachos, hizo que dos jugadores, Xumetra y Javi Ros, acudieran al bus pertrechados de sus gafas de sol de última tendencia. Y, sobre todo, epató ver al capitán, Alberto Zapater, subir al autocar con una colchoneta y una almohada viscoelástica de gran comodidad cervical. En el caso del ejeano, se trata de sus métodos personales para prevenir la fatiga que siempre genera un largo viaje (aunque el de Valencia no lo sea tanto) sentado en un asiento de un autobús. Sus antecedentes, que señalan a su espalda como un punto débil en este tipo de desplazamientos por carretera, aconsejan que el futbolista de las Cinco Villas se coloque de vez en cuando en posición horizontal y evite las malas posiciones prolongadas. Así que esa colchoneta y esa almohada sirven para que, en la parte trasera del bus, Zapater tenga reservado un espacio de relax en el suelo del pasillo central cuando así lo considera y lo pide su anatomía.

Son las anécdotas y factores diferenciales que provoca el hecho de salir de la rutina de los futbolistas en la Ciudad Deportiva o La Romareda. Mucho más en Zaragoza, donde hace tiempo que todo transcurre sin demasiados ruidos en los terrenos tangenciales al mero fútbol, lo que no deja de ser una buena noticia viniendo del alboroto del que se venía en la última década.