Una plantilla de saldo

El hiriente final de liga abre una catarsis y cuelga a casi todos los jugadores del Real Zaragoza el cartel de prescindibles.

Manu Herrera, Dorca, Morán, Rubén, Pedro –detrás– y Cabrera, al final del partido de Palamós.
Manu Herrera, Dorca, Morán, Rubén, Pedro –detrás– y Cabrera, al final del partido de Palamós.
J.Ribot/ Iconna

Los futbolistas del Real Zaragoza han quedado destarifados en su mayor parte dentro de los criterios del área deportiva y de gestión de la SAD. El incalificable y catastrófico final de temporada que ha desarrollado el equipo, con el lacerante 6-2 encajado en el adiós a la liga en casa de un equipo ya de Segunda B, ha colgado del cuello de la inmensa mayoría de la plantilla el cartel de prescindibles. Casi nadie cuenta, en la medida en que sea posible, para formar parte del nuevo proyecto en la campaña 2016-17.


La infamante goleada de Palamós ejerce el efecto catarsis dentro del vestuario. La mayoría está manchado por un episodio humillante que dificílmente puede obtener el perdón del zaragocismo, ni siquiera a largo plazo.


Además del aspecto puramente sentimental, de ese rechazo natural que para la mayoría de los seguidores provoca ahora mismo la simple evocación de cualquier protagonista del equipo, asoma colateralmente el apartado económico. El año que viene el plantel del Zaragoza tendrá un coste menor porque el presupuesto va a quedar recortado por cuestiones clasificatorias. El 8º puesto final, el hecho de no poder siquiera optar a jugar la promoción de ascenso, se traduce en una inesperada merma de ingresos (próxima al millón de euros) que obliga al área deportiva a diseñar con máxima precisión el nuevo equipo que juegue por cuarta vez consecutiva en Segunda.


Este año, el coste global de la plantilla ha superado los 4,8 millones de euros. El próximo curso, las primeras estimaciones dicen que puede quedarse en el ras de los 4,3 en el mejor de los casos. Pero con un hándicap que lastrará con gravedad esta cifra: casi un millón deberá ser destinado a cubrir los gastos de los jugadores que vuelven tras sus respectivas cesiones –Whalley, Jorge Díaz, Adán Pérez y Diego Suárez–, a saldar los pagos programados en las operaciones de Álamo y Fernández cuando se marcharon al Almería y Oviedo, respectivamente, para aligerar gastos el pasado verano y, asimismo, a cumplir el compromiso de pago diferido de la enorme ficha de Abraham, heredada de la anterior propiedad con unos números anacrónicos con el presente del mercado español, más en Segunda.


Es decir, a expensas de cómo solucionar estos casos que hacen referencia a piezas con las que no se hará nunca la base del proyecto, el dinero real que tendría el responsable del área deportiva para estructurar el bloque de la campaña 2016-17 oscilaría alrededor de los 3,3 o 3,4 millones. Una capacidad de inversión que situará al Real Zaragoza por debajo del 12º o 14º presupuesto de la Segunda División.El punto de partida concreto

Seis jugadores acaban contrato ya: Rubén, Marc Bertrán, Dorca y tres de los llegados en enero: Lanzarote, Javi Ros y Guitián.


Otros cinco, que están a préstamo, vuelven a sus clubes de origen: Bono (At. Madrid), Vallejo(Real Madrid), Jaime(Udinese), Hinestroza (La Equidad Bogotá) y Campins (curiosamente, en la LFP figura como jugador del Levante aunque aquí se contó con que venía del Barcelona B, el último equipo en el que se alineó).


Con un año más de contrato, hasta junio de 2017, están Manu Her

rera, Whalley, Cabrera, Abraham, Wilk, Ortí, Ángel, Culio, Adán Pérez, Diego Suárez y Dongou. Dos años más tienen firmados –hasta 2018– Alcolea, Isaac, Rico, Morán, Diamanka, Pedro y Jorge Díaz. Y, si su contrato se hace firme por fin, hasta 2019 tiene vínculo Sergio Gil. El abanico de piezas que serían útiles en el futuro próximo es escaso. No llega a media docena. Para hacer caja (como fue necesario acometer hace un año en el caso de Vallejo) asoman Rico y Cabrera. Casi todos deberían irse.

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