La SD Huesca ejerció de aliado perfecto del Real Zaragoza. Su soberbia y meritoria victoria por 2-3 en la noche de este sábado en el campo del líder, el Leganés, además de rubricar casi definitivamente su permanencia en la Segunda División, abre de par en par la puerta que puede llevar a los zaragocistas a Primera de manera directa dentro de tres semanas, es decir, ocupando uno de los dos primeros puestos en la clasificación.

Con su espectacular y deseado triunfo en Butarque, el cuadro oscense ha conseguido hacer saltar por los aires la cerradura que impedía soñar con fundamento al Real Zaragoza respecto de sus opciones de subir a Primera sin pasar por la promoción después del traspié del último día en Soria, cuando una nociva actuación arbitral del andaluz López Amaya lo abocó a perder dos puntos y una victoria que tenía en las manos y que acabó en un insuficiente empate. El Real Zaragoza, que quedó a cinco puntos de distancia de los dos colíderes -Leganés y Alavés- cuando solo restaban cuatro partidos para concluir la liga (12 puntos), tiene desde el pasado domingo la tarea bien definida: ha de ganar sus cuatro choques y esperar que leganenses o vitorianos pierdan un partido y empate otro, como cota mínima necesaria para darles alcance. Los zaragocistas requieren que el Leganés o el Alavés se dejen por el camino cinco puntos. Y, contra todo pronóstico, el cuadro madrileño ya ha perdido estos tres que el Huesca le arrebató brillantemente.

El camino se le allana al Real Zaragoza. Todo porque, además, el hecho de que el propio Huesca haya llegado con este triunfo a los 48 puntos, lo deja casi a salvo del descenso a Segunda B, su principal misión en una dura temporada para los azulgranas en su retorno a la división de plata. Y este factor anímico, cuantitativo y moral puede ser crucial el próximo jueves, en la jornada entre semana que la Segunda disputa de manera súbita y que, según los caprichos del calendario, hace que el próximo duelo de los zaragozanos sea precisamente en El Alcoraz de Huesca. Visitar a los oscenses con la casi total seguridad de que ya están a salvo de cualquier catástrofe y en pleno efecto placebo tras un triunfo tan transcendente como el de Leganés genera un envoltorio bien distinto al que podría haberse dado en el caso de que el club del Altoaragón se jugase la vida literalmente ante el Zaragoza.

Inequívocamente, por puro sentido común, la imperiosa necesidad que tiene el Real Zaragoza de ganar sus cuatro partidos -el de Huesca es uno de ellos- se ve despresurizada en su disputa si el equipo que dirige Juan Antonio Anquela acomete ese derbi con un grado de urgencias mucho menor del que podía preverse hace solo tres o cuatro semanas. 

El Leganés siente el vértigo del primerizo. El temblor de articulaciones de quien no está acostumbrado a los grandes logros. El equipo del sur de Madrid se ha dejado tres de los cinco puntos que el Real Zaragoza pide al destino que los dos de arriba extravíen en lo poco que queda de torneo. Ahora, los madrileños tiene por delante tres partidos, dos de ellos fuera de su casa. El miércoles jugarán en Oviedo, durísimo hueso. Recibirán en Butarque al Llagostera. Y terminarán la liga en Miranda. Con un simple empate que alguno de estos tres rivales le arranque (lo de Oviedo parece incluso razonable), el Real Zaragoza tendrá a mano sobrepasar al histérico y mareado Leganés. En caso de empate a puntos, los zaragocistas ganan el 'golaverage' tanto al Lega como al Alavés.

Ahora, por supuesto, toma más cuerpo la obligatoriedad de sumar los 12 puntos que tiene en juego el equipo de Carreras. El Real Zaragoza está ante su último y definitivo tren hacia la Primera División por la vía rápida.