En caso de promoción, el puesto final en la liga es un gol más para el Zaragoza

Si no alcanzase para el ascenso directo, quedar lo más arriba posible es crucial: además del factor campo, otorga la clasificación en caso de empate en la eliminatoria.

La afición de La Romareda espera este año la alegría del ascenso a Primera División.
La afición de La Romareda espera este año la alegría del ascenso a Primera División.
Guillermo Mestre

Hay un plan A y un plan B. A cuatro jornadas para el final de la liga, con cinco puntos de desventaja sobre las dos primeras posiciones -las que dan el ascenso directo a Primera División- que ocupan el Leganés y el Alavés, es razonable que en el seno del Real Zaragoza se estime cualquier posibilidad como factible dentro de 17 días, cuando el torneo regular concluya. Si la puerta A, la del éxito absoluto del ascenso inmediato, no se abre, el objetivo inmediato es poder ocupar la mejor de las cuatro posiciones que proporcionan la pelea por la tercera plaza en el podio del ascenso, las de la promoción. Mucho mejor ser terceros, que cuartos, quintos o sextos (lugar obtenido el año pasado in extremis).


Acometer la promoción desde un puesto superior es un gol en relación a los otros rivales. Literalmente. Porque ese posicionamiento definitivo en la clasificación de la liga tiene, desde hace tres años, un premio extraordinario que incide directamente en las opciones de ganar y ascender: en caso de empate final en el cruce, hay prórroga pero no penaltis. Estos son sustituidos en esta fase de promoción por el puesto logrado por cada adversario en los diez meses de competición regular. Siempre tendrá la mano del éxito el que más arriba ha concluido la competición de la regularidad que habrá durado diez largos meses.


En una igualdad entre el 3º y los demás, éstos estarán siempre obligados a lograr un gol más para tumbar a dicho tercer clasificado. No podrán jugar a empatar y jugársela a la suerte de los penaltis. Lo mismo sucederá entre el 4º y los dos seguidores. O entre el 5º y el 6º. La vía conservadora de un rival inferior que juega al empate se abolió desde que el Granada le birló así el ascenso al Celta en la primera temporada en la que se instauró de nuevo la promoción con el actual modelo, habiendo quedado por debajo en la clasificación de la liga.


El ejemplo claro lo experimentó el año pasado el Real Zaragoza durante varios minutos, descanso incluido, en el partido de vuelta de la primera eliminatoria de la promoción ante el Girona. Los catalanes, que habían ganado 0-3 en la ida en La Romareda, vieron cómo los zaragocistas se iban al descanso con ese mismo marcador a su favor: 0-3 con aquellos inolvidables goles de Willian José (2) y Cabrera. En cualquier competición con sistema de copa, el cruce hubiera estado igualado en esos momentos, abocado a una prórroga y a unos penaltis para dirimir quién pasaba a la final. En este caso, no era así. El Real Zaragoza, pese a ese gemelo 0-3 al de la ida, estaba eliminado. Necesitaba marcar el cuarto gol. El Girona había sido 3º y el equipo de Popovic, 6º. Por suerte, Fernández lo logró y, entonces, con el 0-4, sí consiguió quitarle la mano al cuadro gerundense. Ya no cabía la igualdad que lleva normalmente a los penaltis.


Hay otra pedrea menor que concede el hecho de lograr en la jornada 42ª una mejor clasificación liguera: el factor campo, esa circunstancia psicológica que hace preferir tradicionalmente a los equipos arrancar una eliminatoria fuera de casa para jugar la vuelta en campo propio, con un ambiente tremendo a favor el día de la verdad. Pero, sin duda, el mayor botín que se obtiene de cara a una histérica promoción por el ascenso a través de la tabla clasificatoria en la liga es ese 'gol extra' en caso de igualdad que evita la suerte de los penaltis y condena al peor ubicado en la clasificación el último día. 


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