Ganar al Girona era una obligación hoy para el Real Zaragoza por dos cosas. Una, para seguir agarrado con fuerza al asidero de la pugna por el ascenso a Primera por merecimientos propios. Y dos, porque ganar era sinónimo de seguir prácticamente en el mismo sitio, era vencer para, como resultaba imposible mejorar la posición anterior a causa de los triunfos previos del Nástic de Tarragona, el Alavés y el Oviedo, no caerse del lugar que el equipo aragonés ocupaba al inicio de esta 31ª jornada. No lo consiguió el errático equipo de Carreras y las consecuencias en la tabla han sido inmediatas: el cuadro zaragocista se cae de los puestos que dan opción al ascenso en junio. Ahora es séptimo.

Lograr el imprescindible triunfo ante los gerundenses, sabidos ya esos tres resultados de los rivales que caminan por encima o a la par que el Real Zaragoza, se sabía de antemano que no iba a lucirse en la clasificación. Era sumar tres puntos para seguir igual. Pero perder acarreaba abolladuras inevitables, tanto en el ánimo, como en lo tangible del ránquin de la Segunda División. Por eso, esta derrota por 0-3 ante el Girona, no solo por aparatosa y decepcionante en cuanto a la calidad del juego exhibido por el equipo zaragozano, hace regresar a los blanquillos a una situación delicada en su afán por acabar entre los seis primeros, cuanto menos, dentro de diez semanas.

Estaba tan derrumbado el Real Zaragoza tras caer en Almería el 31 de enero -12º clasificado, a 12 del ascenso directo y a 6 de la promoción- que su llamativa y meritoria racha de siete partidos seguidos puntuando (cuatro victorias y tres empates, 15 puntos sumados de 21 dirimidos en dos meses) no le ha dado el brillo que, en otras circunstancias, hubiese generado esa notable dinámica. Por el contrario, el equipo blanquillo quedó expuesto desde entonces, enero, y en lo sucesivo, a sufrir un doloroso revolcón en la clasificación si llega una racha de más bajo perfil, con alguna derrota como la que ha tenido lugar ante el Girona como aviso de tal efecto pernicioso. No tiene excesivo margen de error. Al contrario, cada vez se le estrecha el espacio para dejar de ganar.

Ahora, con sus 46 puntos, además de seguir haciendo cálculos respecto de los que tiene por delante, el Real Zaragoza tiene que volver a mirar al retrovisor con honda preocupación. Porque, si lo medianamente ilusionante -la promoción- camina a solo un punto de distancia en la proa (el Córdoba y el Osasuna son 6º y 5º respectivamente, ambos con 47), lo cierto es que el pelotón perseguidor amenaza con un despeñamiento severo de no llevarse a cabo el próximo sábado en Elche una reacción inmediata de los muchachos de Carreras: el Valladolid, con 44 puntos, solo dos menos que los zaragocistas, ocupa ¡la 14ª! plaza en la clasificación.

Así están las cosas tras el fiasco blanquillo frente al Girona. El ascenso directo, que marca el Alavés -segundo con 53 puntos- se ha vuelto a marchar a siete de distancia. Un mundo cuando solo restan 11 jornadas por disputarse. Y este frenazo en seco sufrido por el Real Zaragoza en su decepcionante partido ante el Girona en La Romareda hace que la media docena de rivales que vienen por detrás -Lugo, Alcorcón, Elche, Girona, Mirandés y Valladolid- lo tengan de nuevo a tiro de un solo partido para engullirlo.

De los de delante, el líder, Leganés, agranda su distancia con el Zaragoza en un punto, y retoma la diferencia de ocho. El 3º, que es el Gimnástic de Tarragona, se ha ido a 51 puntos, cinco más que los zaragozanos. El 4º, el Oviedo, está a tres con 49. El Lugo, que parecía difunto hace un par de semanas, está en el mismo ras que los blanquillos, con 46. Es una evidencia que la derrota ante el Girona ha hecho un evidente daño en el libro de ruta de Carreras. Y pudo haber sido peor. Por fortuna, el Valladolid cayó 4-1 en Miranda y, de manera sorprendente, el Alcorcón fue goleado 4-0 en casa del penúltimo, el Llagostera. Estos dos marcadores del domingo alivian el efecto de la herida.