La roja marcó el encuentro

El Real Zaragoza mostró dos caras distintas en la primera y en la segunda mitad.

El partido estuvo marcado por la expulsión de Culio al filo del descanso. Tras un inicio en el que el Alavés -impulsado en una intensa presión que dificultó la salida de balón- se mostró superior, el Real Zaragoza se repuso y pudo hacerse con el control del juego durante el grueso de la primera mitad. A partir del minuto 20, aproximadamente, los de Carreras comenzaron a mover el balón con criterio. Javi Ros se erigió como timonel en la zona ancha y Erik Morán -con cuentagotas- se encargó de nutrir de balones a los hombres de arriba.


Así, recién cumplida la media hora de juego, llegó la mejor ocasión zaragocista. El vasco introdujo un gran balón entre la zaga local, pero Ángel perdonó, solo ante Pacheco. En los siguientes minutos, el Real Zaragoza siguió intentándolo, y, a pesar de no llevar peligro al marco rival, aparentó controlar el encuentro en el tramo final de una primera mitad que concluyó de la peor forma posible. Culio vio la segunda amarilla en una acción totalmente evitable que dejó al equipo con 10.


Tras el paso por vestuarios, el Real Zaragoza fue otro. Se echó atras y juntó líneas, a la espera de poder montar alguna contra aislada. Cuando tuvo el balón, trató de combinar con calma, pero lo hizo de forma plana y sin correr más riesgos de los necesarios. Ya no dispuso de ninguna opción de gol clara.


Sí el Alavés, aunque tuvo que esperar hasta el minuto 90 para que le cayese un balón en la frontal del área a Estrada, que este cruzó en demasía y se perdió muy cerca del marco defendido por Manu Herrera. El resto de ocasiones fueron disparos aún más lejanos, que apenas inquietaron al portero madrileño. Ni siquiera un arreón final puso en riesgo el meritorio punto cosechado este domingo por un Real Zaragoza escudado en el rigor táctico. 






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