En Almería, Carreras revolucionó el esquema, transformando el 4-3-3 al que, tanto él como Popovic nos tenían acostumbrados, en un 4-4-2 y la apuesta salió mal. Defensa de circunstancias aparte, el catalán propuso un centro del campo descompensado que, con Tarsi y Dorca en el doble pivote, apenas generó juego durante la primera parte. La salida de balón se volcó hacia banda, mientras los teóricamente encargados de llevar la manija se dedicaron, única y exclusivamente, a correr tras el balón.

Sufrieron la inferioridad en la zona ancha y cuando sus piernas acusaron el exceso de esfuerzo, ya en la segunda parte, el rival lo supo aprovechar para introducirse por el agujero. Pedro e Hinestroza, abiertos en los extremos, llegaron una y otra vez tarde a las ayudas, y ahí las bien llevadas contras del Almería fueron decisivas. Atacaron el corazón zaragocista con combinaciones rápidas, que encontraron premio en los dos goles consecutivos -minuto 54 y 59- del incisivo Chuli.

Entre tanto, Ángel y Dongou presenciaban el descalabro sin recibir balones en condiciones de ser rematados. Carreras reaccionó dando entrada a Sergio Gil por Dorca en el 61, pero el equipo no mejoró hasta que un nuevo cambio, el de Diamanka por Dongou (minuto 66), dio cierta consistencia a la medular. Con tres hombres repartiéndose las labores de contención y creación, el Real Zaragoza se hizo con el control del juego, si bien siguió acumulando pases planos y de escaso peligro.

Solo una internada de Rico -principal baza ofensiva durante buena parte del choque- que acabó con remate a las mallas de Ángel permitió reducir distancias a falta de cinco minutos para la conclusión. Un último arreón que trajo dos ocasiones protagonizadas por idénticos proganistas que la jugada del gol no fue suficiente para alcanzar el empate.