​Tensión en el campo e intensidad en la grada

El derbi dejó una de las mejores entradas de la temporada, con la presencia de casi dos mil oscenses.

Alegría y tensión, casi por igual, así se vivió el derbi aragonés en la grada de La Romareda, que presentó una de sus mejores entradas de la temporada pese a la desapacible tarde, gracias también a los casi dos mil de oscenses que se desplazaron hasta Zaragoza.


Emociones de todo tipo y en todos los sectores de la grada, y es que el marcador fue cambiando durante los 90 minutos para ir adaptándose al gusto de todos, hasta el empate final, ya en el tiempo de descuento, que enmudeció a la parroquia local, para éxtasis de los aficionados del Huesca, al que el punto supo a victoria por la intensidad del encuentro y la situación en la que Carlos David anotó el tercero.


Pese a que el reparto del premio parece lo más recomendable cuando se enfrentan equipos vecinos, la realidad es que el resultado no ayuda demasiado, teniendo en cuenta las necesidades de ambos conjuntos. Tampoco convenció a la parroquia local la actuación del andaluz Munuera Montero, ya que dejó al Real Zaragoza con diez durante casi medio partido, por la expulsión de Ángel en los minutos de más tensión sobre el campo, lo que hizo que el árbitro fuera despedido del campo con una sonora pitada al descanso.


Lo típico y tópico, y más es en estas fechas, es decir que en derbis como el que este sábado ha vivido la Romareda entre el Real Zaragoza y el Huesca no hay vencedores, que ganan todos los aragoneses, por aquello de poder presumir de tener dos equipos compitiendo a gran nivel dentro de la comunidad. Pero la realidad es que, independientemente del rival que se tenga delante, a nadie le gusta perder, y más en una categoría tan apretada como la Segunda División, en la que sumar tres puntos o dejar de hacerlo te puede mover por la clasificación como el más rápido ascensor.


De la misma manera se vivió en la grada, en la que ya desde el inicio, una enorme bandera aragonesa sobre el césped invitaba a apaciguar la rivalidad. Así, la buena colocación del Huesca y los toques de calidad de Mérida dieron motivos al sector azulgrana de la grada a divertirse, ya que los oscenses afrontaban el encuentro como una fiesta, como demostró la presencia de unos trescientos de aficionados para animar a los jugadores ante la llegada del autobús oscense.


Pero una chilena de Ángel a la media hora de juego inició los mejores minutos del Zaragoza y actuó como para despertar de su hinchada, que tuvo premio con el tanto del propio Ángel minutos después.


La segunda parte fue un carrusel de ocasiones y de emociones en el graderío. Del empate oscense al 1-2 de Figueroa y las bufandas azulgranas al aire. La réplica de Ortuño, y el tercero de Diamanka llevaban al éxtasis a la afición del Zaragoza, que regalaba ‘olés’ a los jugadores, hasta que Carlos David finalizó la fiesta y también el encuentro. Al final, un partido bonito, pero no apto para cardiacos.

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