Los hooligans y el efecto dominó en la Eurocopa

Los enfrentamientos entre aficionados se han sucedido durante las primeras jornadas de la Eurocopa.

Enfrentamientos entre 'hooligans' y policías en Marsella
Enfrentamientos entre 'hooligans' y policías en Marsella
Agencias

Ha bastado la difusión de las tremendas imágenes de las peleas de aficionados y la noticia de que uno de ellos se debatía entre la vida y la muerte, para que en cuarenta y ocho horas se haya producido una reacción en cadena de medidas para acabar con la violencia en la Eurocopa.


En dos días se ha legislado, se ha condenado y se han tomado todas las medidas que no se consideraron necesarias seis meses antes, cuando el sorteo celebrado el 12 de diciembre, en el Palacio de Congresos de París, emparejó a Inglaterra y Rusia, en Marsella, y a Ucrania con Polonia, también en el Velodrome, el mismo día que se celebra la fiesta de la Música en Francia.


Hasta entonces, no se consideró necesario impedir que se vendiese alcohol, salvo en la sede de Lens, con motivo del Gales-Inglaterra, dos aficiones que no se llevan mal, pero que sí suelen tener mucha sed. Diecinueve detenidos y 35 heridos después de la "Batalla de Marsella", ya no se puede vender alcohol en un "perímetro sensible" a los estadios, que en esta ciudad mediterránea también afecta al Puerto Viejo, donde desde la noche del jueves comenzaron los altercados.


Sin embargo, el prefecto de la policía marsellesa, Laurent Núñez, aún asegura que no falló el dispositivo de seguridad y circunscribe los hechos a hora y media (de las 4 a las 5.30) del sábado. En su opinión, no se puede comparar con lo ocurrido en la misma zona, también con "hooligans", en 1998. "Los hooligans están localizados y se les negó la entrada en el país", aseguraba para indicar que se trató de un problema con el alcohol. Pero no se dejó de vender tras las primeras peleas.


De igual forma, la UEFA, que quiso desmarcarse al principio, al recalcar que su marco de sanción sólo estaba en el perímetro entorno a los estadios, acabó respondiendo con dureza el domingo, tras observar cómo también en el Velodrome había peleas y se lanzaban bengalas y petardos, cuando se supone que la seguridad en los accesos había sido reforzada por el temor a un atentado terrorista.


Las federaciones de Inglaterra y Rusia, que en un primer momento se habían mostrado hasta condescendientes con la actitud de sus aficionados, también han hecho llamamientos a la tranquilidad de sus hinchas, aunque en el caso del seleccionador inglés, Roy Hodgson, simplemente porque está "temeroso de que se pueda concretar la sanción". El ruso, Leonid Slutski, ni siquiera eso.


Y los juzgados han empezado a condenar. El fiscal de Marsella, Brice Robin, anunció este lunes el comienzo de los juicios rápidos y por ahí fueron desfilando los detenidos.


Todos muy arrepentidos, todos pidiendo perdón y asegurando que no saben qué les pasó. Un enfermero de 41 años, un jefe de cocina de 20, ambos ingleses, un francés de 29 años...De cualquier edad y condición, el primero estará tres meses en prisión, dos el segundo y un año el último, que además de agredir robó a tres aficionados británicos que se encontró por el su camino.


Por ahí no pasará ninguno de los ultras rusos, porque en palabras del fiscal, estaban "muy bien organizados" y sorprendieron a la policía. Lo que sorprende es que no se les esperase, cuando grupos como los "gladiadores" del Spartak habían anunciado en la red su presencia para demostrar a los ingleses quién mandaba.


Por último, el alcalde de Marsella, Jean-Claude Gaudin, que ha admitido que se vieron "desbordados", ha anunciado, mientras tanto, que la Fiesta de la Música, que se celebra en toda Francia el 21 de junio, se pospone en esta ciudad dos días, para evitar que coincida con el Ucrania-Polonia, otro encuentro declarado de alto riesgo. No habían caído en ello o consideraban que también hay ultras melómanos.


Una catarata de iniciativas, que va extendiendo la "ley seca" por la Eurocopa -pero sólo en establecimientos que venden bebidas para llevar- y que va emitiendo condenas contra los protagonistas de los desmanes, para tratar de atajar lo que no debió rebrotar.

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