El Leganés es equipo de Primera División

Tras sellar este sábado el ascenso a la Liga BBVA al imponerse por 0-1 al Mirandés.

Aficionados del Leganés en Anduva.
Aficionados del Leganés en Anduva.
Efe

La Primera División acoge desde este domingo a un debutante, el Leganés. Nunca antes los blanquiazules habían pisado la máxima categoría del fútbol español y lo hacen en uno de los momentos más dulces de su historia.

Independientemente del innegable éxito deportivo, que lo eclipsa todo, el club madrileño se ha convertido en un modelo y un ejemplo de buen hacer gracias a una magnífica gestión a lo largo de los últimos años.


Declarado como uno de los equipos más transparentes, no ya de la categoría sino de todo el balompié profesional en España, ha conseguido además ganarse la simpatía de los aficionados gracias a sus esfuerzos para llegar a todos los rincones a través de las redes sociales y de diferentes iniciativas. Sin embargo conseguirlo no ha sido fácil.

No hay que irse muy lejos, al 2008, para recordar imágenes que parecen sacadas de una película completamente distinta.


A finales de ese año la difícil situación económica impulsó a los futbolistas del equipo a arrodillarse en señal de protesta por los problemas de cobro durante un partido de Segunda B que les enfrentaba al Atlético de Madrid B.


Eran los tiempos en los que la entidad parecía más preocupada por sobrevivir que por recuperar la gloria perdida en el año 2004, cuando certificó su caída a la categoría de bronce tras una década asentada en el piso superior firmando tardes épicas como la victoria por 0-2 en el Vicente Calderón.


Fue un descenso duro por cómo se produjo, porque a muchos les había generado esperanzas al comienzo del curso las buenas intenciones de un empresario musical argentino de nombre Daniel Grinbank. Con él llegó José Pékerman, actual seleccionador de Colombia, como director deportivo y un nutrido grupo de jugadores del país sudamericano dirigidos por Carlos Aimar.


El hombre llamado a hacerse con la propiedad del club, por entonces en manos del histórico presidente Jesús Polo, se echó atrás poco después de una apasionante eliminatoria copera contra el Real Madrid que se decidió en la prórroga para los blancos por 3-4 y la entidad acabó bajando en la última jornada al perder con el Córdoba. En su haber diecinueve empates, incluida una racha de ocho consecutivos.

De nuevo en el tercer escalón, con Rubén Fernández sentado en el palco, comenzaron a sufrir las consecuencias.


Falta de patrocinadores, deudas con anteriores integrantes del plantel y con los que entonces defendían el escudo... Todo desembocó en esa escena de jugadores genuflexos difundida por los medios.

Aquella silenciosa llamada de socorro fue escuchada por unos destinatarios dispuestos a arremangarse y ayudar. Estos eran el empresario local Felipe Moreno y de su mujer Victoria Pavón, actual presidenta.

Desde ese momento, con un 'modus operandi' casi familiar y una serie de decisiones responsables y bien tomadas, la esperanza ha vuelto a Butarque.


El club, que hasta la fecha se vanagloriaba del triunfo entre los mejores de futbolistas que pasaron por la casa como Eto'o ó Catanha, puede ya contar en primera persona su relato más épico desde que se fundara en 1928.

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