carlos pauner, DESDE EL MANASLU

"Estoy orgulloso de poner a Aragón en el lugar que se merece"

carlos pauner i alpinista i El aragonés descansa en el campo base del Manaslu, y celebra un nuevo éxito que redondea un año mágico que se inició con el Annapurna. Un mérito tremendo.

Carlos Pauner en la cima del Manaslu, su última azaña
"Estoy orgulloso de poner a Aragón en el lugar que se merece"
C. S.

Cima en el Manaslu, diez ochomiles. Vuelve a hacer historia para el himalayismo aragonés...

Estoy muy contento porque el Manaslu se me resistía. Tenía una cuenta pendiente. Era la segunda vez que venía a esta montaña, tras el fracaso de la primavera de 2009, y siempre implica un poco más de presión. El denominador común de todas las expediciones ha sido el tesón, la lucha y la entrega. Años de alegrías, tristezas, logros y pérdidas. Sí, la cifra es muy bonita: ¡una expedición de diez! He pasado una noche muy dulce, tranquilo de haber hecho muy bien el trabajo.

Hace una década, su amigo Pepe Garcés coronó esta complicada cumbre. ¿Qué significa para usted repetir esta gesta?

Es muy especial porque supone continuar camino que abrió Pepe, que dedicó su vida a subir estas grandes montañas. Desgraciadamente lo perdimos en 2001 (en el Dhaulagiri, el 12 de octubre). Con él compartí una expedición (K-2, 8.611 metros, primavera de 2001), teníamos una gran amistad. De alguna forma, retomé ese proyecto y diez años más tarde estamos en el Manaslu. Es inevitable pensar en él y en las grandes cosas que podríamos haber hecho. Pero este mundo es así; a veces, no es lo que nosotros queremos, sino lo que las montañas deciden.

¿De quién se acordó cuando llegó al punto más alto?

De mi hija, Laura, de Javier (Pérez), de los amigos, de toda la gente y patrocinadores que han hecho posible que siga adelante este proyecto de culminar los catorce ochomiles... Y, especialmente, de José Antonio Labordeta, al que quiero dedicar de todo corazón esta décima montaña. Era un buen amigo y sufrimos la noticia de su fallecimiento. Él ha sido el más grande luchando por nuestro Aragón, y yo intento colocar a Aragón en el lugar que se merece en el mundo de las montañas.

Ha sido una expedición perfecta, en un mes ha cerrado un año redondo con el éxito, además, del Annapurna.

La verdad es que más no se puede pedir. Pero tengo que decir que ha sido una expedición un poco extraña porque al principio el tiempo fue muy malo y el plan que teníamos preparado se fue retrasando. No hacíamos nada en el campo base, viendo cómo llovía. Y, en cuatro días se abrió una ventana de buen tiempo, y pudimos aclimatar y montar los campos de altura. Luego, hemos ido con el 'gancho' porque ha sido todo demasiado rápido todo. Ha habido que correr, pero estamos preparados para saber valorar cuándo había que apretar, saltarse campos o no hacerlo. Era ahora o nunca. No podía fracasar.

Ha exhibido un poderío físico increíble: en tres días han pasado del campo base a hollar el pico.

La verdad es que vi claro que no podíamos ir de campo de campo, que teníamos que exigirnos un poco más porque no había días. Forzamos, y del base subimos al dos y de ahí al cuatro. Ha sido un esfuerzo mayúsculo. Nos encontramos con mucho viento, pero el viernes fue mejorando y tuvimos esas horas preciosas para subir a cima, y, luego, los minutos suficientes para grabar imágenes, sacar fotografías, disfrutar del momento.

¿Cómo describiría la subida de los últimos metros?

Mágica. Hace un año, ese tramo final -esos malditos 60 metros- no pude concluirlo por las rachas de viento tremendas. Pero esta vez todo salió perfecto. La arista, un pináculo que lleva a cima, es muy bonita porque es muy aérea con una vista espectacular porque tienes a cada lado un vacío tremendo. Y luego llegas, sin viento, y te relajas y ves el Annapurna, el Dhaulagiri, el Shisha Pangma?, Todas esas montañas que hemos abrazado. Fue una gozada.

Su compañero de ascensión, Carlos Soria, también culminó con triunfo esta montaña que se le resistía desde 1973, cuando la atacó por primera vez.

El trabajo con Carlos Soria ha sido muy bueno. Él había subido más tranquilo, de campo a campo. Llegué a su tienda (el día 30 de septiembre) en el campo 4, con un vendaval impresionante, me recibió con un fuerte abrazo y me ayudo mucho. Luego (en la madrugada del viernes) tiramos para arriba muy compenetrados. Compartir esta cima con él ha sido un honor. Tiene 71 años pero anda como un chaval de 30. Los dos estábamos muy contentos en la cumbre: era un pico muy ansiado por ambos.

Diez, una cifra redonda...

Sí, y diez muy importantes, incluido ese temible tridente: Kangchenjunga, K2 y Annapurna. Estoy muy contento por cómo va el proyecto que respalda el Gobierno de Aragón, al que tengo que agradecerle la confianza que me ha mostrado desde siempre. Hay años que se tuercen, que no salen bien, pero éste ha sido lo contrario, con dos cimas importantes como son el Manaslu y el Annapurna. No puedo pedir más.

Aragón ocupa un lugar preferencial en este difícil mundo de la montaña. ¿Qué siente?

Me siento orgulloso de haber colocado a Aragón en ese prestigioso lugar del deporte de montaña, y ser uno de esos pocos que suman en su haber esa cantidad de grandes cimas. No es fácil seguir vivo en este trabajo y llegar hasta diez ochomiles.

¿Ahora toca saborear el éxito?

Esperamos estar en España entre el 6 o el 8 de octubre. Recuperarnos rápidamente y disfrutar. El siguiente destino ya se dibuja en el horizonte, el Lhotse. Pero, ahora, toca celebrar la décima.