ÁNGEL LAFITA

"Estamos obligados a no hundirnos"

El futbolista aragonés no encuentra ninguna explicación a lo ocurrido en Barcelona, habla de impotencia sobre el campo al ver cómo el Espanyol les pasaba por encima, pero pide al equipo que pase página ante la crucial importancia de los partidos que se avecinan.

Lafita pugna con Luis García en un lance del partido de anteayer en Barcelona.
"Estamos obligados a no hundirnos"
EFE

¿Han encontrado en el vestuario alguna explicación a la mutación del equipo que se vio en Barcelona respecto del que ganó a la Real unos días atrás?

No, porque no la hay. Lamentablemente, hay veces que el fútbol cambia a peor en solo siete días. Y eso nos ha pasado esta vez. Después de haber acabado contentos tras ganar a la Real, esta vez hicimos un partido muy malo. No hay explicación.


Caras largas, silencios, decepción en las declaraciones. El equipo ha salido muy tocado de esta goleada.

Bueno, antes de jugar ya sabíamos que era un partido muy complicado porque el Espanyol anda muy bien este año. El primer gol nos hizo muchísimo daño y, a raíz de eso, fueron muy superiores en todo, absolutamente en todo. Es que no tuvimos ni opciones de replicar en ningún momento. La verdad es que, en situaciones así, es mucha impotencia la que sientes en el campo cada minuto que pasa.


Reconoce que no se hizo nada bien. Ni en defensa, ni en ataque, ni en la creación.

Fue un día para olvidar, de principio a fin. No salió nada de lo que se intentó. No llegábamos a ningún balón. No salía un solo pase. Desde el principio se vio que el Espanyol nos iba a pasar por encima. Y lo hizo en todos los aspectos del juego. No queda otra que reconocerlo.


Se había recordado en positivo que el equipo llevaba casi tres meses sin perder fuera de casa, empatando los últimos cuatro desplazamientos. Su bajonazo fue, por ello, aún más inesperado.

Es verdad. Todos teníamos la sensación de que, fuera de casa, hace días que estábamos dando mejor rendimiento y manteníamos una trayectoria esperanzadora. Por eso, para mí, fue muy raro lo que nos sucedió en Barcelona. Sigo insistiendo en que el primer gol, nada más comenzar el partido, nos sentó fatal y nos dejó aturdidos. Teníamos la premisa de aguantar como fuera los primeros quince o veinte minutos sin encajar un tanto, habíamos estudiado cómo ellos, como locales, siempre salen muy fuertes contra la portería rival. No supimos reaccionar de ningún modo a su 1-0 y por eso dejamos la sensación desde ese momento (minuto 7) de que el Espanyol nos pasaba por encima en cada acción.


Fueron casi 80 minutos en los que pareció que el equipo vagaba por el campo con los brazos caídos, una imagen que habían conseguido eliminar desde hace meses y que reapareció para estupor de los zaragocistas.

Todo es fruto de la impotencia. Queríamos pero no podíamos. En cada balón, en cada acción que intentábamos, ellos se imponían. De repente te das cuenta que el rival es superior en todo y te afecta. Tenemos que ser capaces de olvidar lo ocurrido porque no merece la pena darle más vueltas a algo tan desagradable. Hay que pasar página cuanto antes porque estas secuelas no nos van a hacer bien a nadie.


Habrá que reaccionar. El equipo es colista y el calendario trae de inmediato partidos a vida o muerte.

Estamos obligados a no hundirnos y a hacer autocrítica de manera urgente. Todos sin excepción. El sábado llega el Levante a La Romareda y necesitamos olvidar cuanto antes lo ocurrido en Cornellá, por duro que haya sido.


En pleno mercado invernal de fichajes, una actuación así deriva de inmediato en pensar que son necesarios muchos refuerzos, como ya pasó el año pasado. ¿Cómo se digiere esto dentro del vestuario?

Es normal que suceda eso viendo cómo va el equipo otra vez. La clasificación habla por sí sola. Pero, ni hace siete días éramos tan buenos y tan capaces de salir de la cola en un abrir y cerrar de ojos por ganarle a la Real, ni ahora somos tan desastrosos que es necesario cambiar a todo el equipo para lograr la salvación. No hay que ser desmedidos. Quienes vengan, seguro que lo hará para ayudar. Y ojalá lo hagan tan bien como los compañeros que llegaron en enero el año pasado. El vestuario está preparado para recibir a la nueva gente con los brazos abiertos. Sabemos dónde estamos.