El escándalo desatado ayer en Belgrado, con la detención del vicepresidente de la Federación de Fútbol de Serbia, Dragan Dzajic, y los ex directivos del Estrella Roja Vladimir Cvetkovic y Milos Marinkovic, es el desenlace de una historia que se fraguó en el año 2001.

Bajo la presidencia de Alfonso Soláns y la batuta del técnico Chechu Rojo, la cúpula zaragocista se planteó un salto de calidad y encomendó a la secretaría técnica el fichaje de un jugador desequilibrante, de calidad contrastada, joven y que pudiera servir de estandarte en el nuevo proyecto. El Real Zaragoza había conquistado contra pronóstico la Copa del Rey -se impuso al Celta en la final de Sevilla (3-1)- y aquella campaña disputaba por tanto la Copa de la UEFA.

Pedro Herrera puso sus ojos en Goran Drulic, una estrella en ciernes, que llamaba a las puertas de la selección yugoslava, en la que empezaba a compartir protagonismo junto a Milosevic y Kovacevic y se convertía en heredero de Savicevic.

El acercamiento se llevó a cabo a través del representante Zoran Vekic. Goran Drulic, que milita en la actualidad en el Ofi Creta griego, era un joven valor de 24 años. El Zaragoza echó el resto, en una negocación que se llevó a cabo en Ginebra y en la que se alineaban por el lado aragonés Jerónimo Suárez, entonces gerente de la entidad, y Pedro Herrera, secretario técnico. La operación estaba supervisada por el presidente Soláns y por Javier Paricio, que entonces desarrollaba tareas de consejero. La delegación del Estrella Roja estaba formada por el entonces director general del club, Dragan Dzajic, y los representantes del futbolista.

Las cifras fueron confusas. En principio, el club yugoslavo pedía 3.000 millones de pesetas -18 millones de euros-, una cantidad que se habría rebajado hasta los 2.200 millones -en torno a 13 millones de euros- cuando se cerró el acuerdo definitivo. Se firmaba un contrato por las cuatro siguientes temporadas.

Un blindaje de 48 millones

Drulic se había convertido en el fichaje más caro de la historia del Real Zaragoza y el blindaje de su cláusula ponía de relieve la apuesta del cuadro aragonés: 8.000 millones de pesetas, 48 millones de euros.

Lo que ahora saca a la luz la investigación policial es el manejo fraudulento que del dinero de Goran Drulic hicieron los dirigentes del Estrella Roja. Fueron ellos quienes encauzaron la operación para embolsarse parte del dinero que el conjunto aragonés pagaba por el delantero.

Drulic, que ya había estado en España en una corta experiencia en el Barcelona B, fue presentado en julio, pero cayó lesionado en uno de los primeros entrenamientos de pretemporada en Benasque: rotura de los ligamentos cruzados de su rodilla izquierda. Aquello rompió su trayectoria deportiva y frustró su progresión.

La gravísima lesión de Drulic, aún en pretemporada, fue el anuncio de un año desastroso, en el que el Real Zaragoza -que había incorporado a jugadores como Esquerdinha o Chainho- fue eliminado en la Copa ante el Logroñés de Segunda B, de la Copa de la UEFA por el Servette suizo y cayó en picado en la Liga. A la destitución de Rojo le siguió la dimisión de Luis Costa y el descenso a Segunda, bajo las órdenes de Marcos Alonso.

Drulic nunca ofreció el rendimiento que se esperaba con su fichaje y, aunque cumplió los cuatro años de contrato, ya no renovó. Siguió su carrera deportiva en el Lokeren belga.

El futbolista, que prefirió ayer no hacer declaraciones desde Iraklion y así se lo hizo saber a su representante, esgrimía en su ámbito más cercano que las cifras que se manejaban acerca de su fichaje por el Zaragoza no se ajustaban a la realidad.

En principio, según se ponía de relieve en la operación de la policía serbia, los ex directivos del Estrella Roja presuntamente se llevaban parte del dinero que el jugador debía cobrar del cuadro aragonés. El futbolista no tuvo conocimiento de ello hasta que se resolvió la trama.