CAI Aragón32-31 TVB Lemgo

El eterno desengaño

El CAI Aragón cae eliminado de la Copa EHF a manos del Lemgo. Notable partido del conjunto naranja, condenado por el parcial arbitraje sufrido en Alemania.

Malumbres, Koch-Hansen, Stojanovic, Lamadrid y Ruiz Casanova, desolados a la conclusión del encuentro.
El eterno desengaño
TONI GALÁN/A PHOTO AGENCY

Se chocaron las palmas de las manos de forma sonora el árbitro francés y el entrenador germano en el túnel de vestuarios. Chocar las cinco ('give me five'). Saludo con genuino sabor americano para festejar un latrocinio en Aragón. El trencilla Stevann Pichon sonreía de forma ostensible. El técnico Volker Mudrow declaraba una austera satisfacción. El delegado de campo, Ángel Pérez Ágreda, mostraba su incredulidad mientras acompañaba a los colegiados hasta el vestuario. Al abajo firmante se le quedó cara de idiota. Para alucinar en colores. La historia es así. Así fue en Alemania, donde los árbitros ayudaron a ganar al Lemgo de forma escandalosa. Y así fue en España, donde le ayudaron a no perder. Así ha alcanzado la semifinal de la EHF el Lemgo. Así ha quedado eliminado el CAI Aragón.


Mudrow había incendiado el final del encuentro solicitando un tiempo muerto cuando restaban unos segundos y el Lemgo ya pisaba en las semifinales. Se montó un pitote de cuidado entre los jugadores, con un par de rojas, bantantes más empujones y mucho ruido. Mudrow confesó en la sala de prensa que era para liberar toda la tensión acumulada, para celebrar la victoria. Curiosa forma de alcanzar la felicidad la de Mudrow. Semejante a la de Kubes, que en vez de festejarlo con sus compañeros se dedicó con bastante mala baba a apuntar a la grada. La indignación del público no era gratuita. Solo la cultura deportiva de la afición naranja evitó que el capítulo de incidentes ocupe más espacio en esta crónica..


La eliminación dolió en forma y fondo. La forma ya ha quedado detallada con anterioridad. El fondo dejó un partido precioso. Igual que los 50 minutos sensacionales que el CAI Aragón completó en el Lipperlandhalle. Sobraron cuatro árbitros afines al criterio EHF (aquí manda la tela marinera germana), 10 minutos en Lemgo y un poquito de acierto en los momentos decisivos de ayer. Por ejemplo, cuando Grebenar desperdició el contragolpe que habría concedido ventaja de seis goles al CAI Aragón al borde del descanso. Habría sido el 19-13. La remontada, a un solo gol (30-23, en la ida). Sin embargo, al intermedio se llegó con 18-14, después de media hora vibrante en la que el sueño naranja galopó a lomos de Ruiz Casanova, Stankovic y Cartón. Por encima de todos, Lamadrid encarnó el espíritu del equipo aragonés. El pivote se comió a los defensores germanos. Sin el amparo arbitral recibido en la ida, la eficacia defensiva de Kubes, Ilyes y Preis quedó en nada. El Lemgo fueron Kraus y Glandorf, dos jugadores sensacionales.


Una mixta o alguna caricia de la defensa aragonesa quizás abría cambiado el rumbo de los acontecimientos. No llegaron ni la mixta de Ortega ni las aconsejables caricias a los dos lanzadores que las enchufaban todas. Como solución, a Ortega cambió al portero en la reanudación. Pero Glandorf le encontró el punto a Pablo Hernández. La defensa tampoco ayudó. Glandorf se levantó con mucha comodidad o, en su defecto, generó superioridades que Kraus supo rentabilizar.

 

El último arreón

Malumbres regresó al ruedo. El Lemgo se aproximó a dos goles. Cada vez quedaba menos tiempo. Pero el CAI Aragón jamás capituló. Tomó de nuevo una ventaja de cinco goles (28-23). El pabellón se caía. Solo Kraus sostenía a los alemanes. Los cuatro penaltis desperdiciados se estaban pagando carísimos. Los germanos hacían la goma empujados por los árbitros. El último arreón trasladó al marcador el 31-27. Ruiz Casanova tuvo la posibilidad de elevar a cinco la ventaja, pero su disparo a quemarropa lo escupió Carsten. Inmediatamente después, Glandorf dejó caer la guillotina.


En los últimos segundos, apenas quedó tiempo para comprobar la singular forma en la que festeja los triunfos el Lemgo. Esto es, pidiendo un tiempo muerto antes de que choque concluya. A Mudrow, entrenador germano, no le hacen falta libros de autoayuda para alcanzar la felicidad. Con comprobar el nivel de decibelios generado por casi 5.000 civilizadas e indignadas personas parece que tiene bastante. Antes, Lamadrid y Bechtloff abandonaron la pista con tarjeta roja en medio de follón. No teman, Bechtloff podrá jugar las semifinales. Los árbitros, Buy y Pichon, se olvidaron de redactar el capítulo de expulsiones del partido... Así se escribe la historia de la EHF. La verdad verdadera de la EHF es ésta. La historia del eterno desengaño que queda reflejada en la imagen que sostiene esta página.