BALONCESTO: BASQUET MALLORCA 68 - CAI 81

Dentro de lo malo, se ganó fuera

Rivero y Nacho Martín luchan por el balón.
Dentro de lo malo, se ganó fuera
diario de mallorca

Más efectivo, imposible. El CAI necesitaba un triunfo a domicilio y lo logró. Eso sí, el resultado no puede esconder el flojo (por no decir malo) encuentro de los de José Luis Abós. A pesar de medirse con un rival mermado por las ausencias de dos de sus hombres importantes -Northern y Riera-, los rojillos sufrieron más de lo debido para alcanzar su primera alegría lejos de Zaragoza. El juego del Basquet Mallorca incomodó en exceso al cuadro aragonés, que no pudo solventar la cita hasta los minutos finales. Solo el acierto puntual de algunos hombres, una ligera mejoría en defensa y el desfallecimiento final de los locales pudo desembocar en la victoria del CAI. Por buscar la lectura más positiva: dentro de lo malo, se ganó fuera. Y como decía el director general Willy Villar al terminar "las lecturas de los partidos se hacen mejor habiendo ganado".

 

Pero qué horror de primera parte. Si no llega a ser por el resurgir de Rivero en los últimos minutos de esa mitad habríamos presenciado el peor espectáculo del mundo. El CAI salió a la cancha y se dejó contagiar por un rival mermado. Permitió que los baleares corrieran, volvieran loco el partido y cayeron en su trampa de la zona. Las precipitaciones, los errores y la endeble defensa caracterizaron un arranque para olvidar. El ritmo elevado planteado por Sastre daba las primeras ventajas al cuadro inquer.

 

Ni la entrada de Guerra en el quinteto inicial, ni la motivación de Quinteros servían para evitar un despropósito en el que Lloreda no debutó ni siquiera cuando Elonu siguió sin enterarse de la fiesta y se fue al banco. Sería en el tercer cuarto cuando jugara sus primeros minutos como rojillo. El correcalles no beneficiaba a un CAI que seguía tomando malas decisiones y sumando errores infantiles, mientras un luchador Marc Blanch abanderaba la ofensiva isleña.

 

Los de Abós no cerraban el rebote y la buena conexión puntual entre Lescano y Martín era insuficiente para frenar el vendaval mallorquín. No se defendía y así no se podía ganar. Ni así, ni fallando todos los triples que se tiraban, ni atascándose contra una zonita del adversario...

 

El baile que estaban recibiendo los aragoneses (28-22) requería de una solución rápida. Abós pidió tiempo muerto gritando a la mesa como un poseso. Y ya con la pizarra en la mano comenzó a decir de buenas maneras (y acabó a grito pelado) que no se defendía "nada". Su cabreo solo era comparable al del capitán Lescano, quien golpeó una silla del banquillo.

Afortunadamente apareció Rivero. El base recibió un golpe y la grada le acusó de hacer teatro. Eso le dolió y se erigió en protagonista. Con tres triples casi consecutivos -más uno de Quinteros- y un par de buenas defensas, los zaragozanos le dieron la vuelta al choque y se colocaron por delante poco antes del descanso.

 

La vuelta a la cancha fue más prometedora. Los aragoneses atacaban la zona con más cabeza y las ventajas que sacaba Quinteros las aprovechaba Lescano. El capitán tiró del carro. Sumó diez puntos casi seguidos, reboteó, asistió e hizo olvidar su mala primera mitad. Pero por aquel entonces Rivero ya no era el mismo y volvía a fallar, y su sustituto Edu Sánchez se chocaba con la defensa en penetraciones mal seleccionadas. Además, el nigeriano Elonu volvía a hacer de las suyas con dos faltas seguidas.

 

Esa poca cabeza del nigeriano fue la que le abrió las puertas de la cancha al panameño Lloreda, quien hasta ese momento estaba sentado en una esquina del banquillo, como apartado, como si no fuera a debutar. Pero le llegó la hora y no lo hizo mal.

 

A pesar de que físicamente no está bien y que tácticamente le falta mucho por estudiar, el pívot se mostró rocoso y participativo, y fue sacando faltitas al poste bajo que hicieron sumar al equipo. Eso sí, se unía a sus compañeros con sus despistes atrás propiciados por los ataques malorquines con casi todos abiertos.

 

Casi sin querer y merced al bajón de los baleares el CAI volvió a escaparse por ocho enb el tramo final. Abós pedía entonces a sus hombres que jugaran con cabeza y tanto un estelar Paolo Quinteros como Darren Phillip se crecieron y mataron el partido, a pesar de protagonizar algún pique entre ellos que quedó en anécdota.

 

Lo importante era vencer y se aseguró poco antes del bocinazo final para evitar el nerviosismo de otras veces. Pero es solo eso, un triunfo más que de nada servirá si no viene refrendado con nuevos éxitos esta semana de doble sesión. Sea jugando bien, algo que suele garantizar las victorias, o en un mal partido como el de ayer. Sea como fuere, el CAI está obligado a seguir sumando.