El Valencia no ha dado opción, tal y como dictaba la lógica, y ha superado con autoridad al Tecnyconta Zaragoza (100-67), en la vigésimo primera jornada de la Liga Endesa. El cuadro aragonés ha competido con entereza durante el primer acto, gracias a su facilidad anotadora, ante uno de los equipos más imponentes del panorama continental. Sin embargo, a partir del segundo cuarto, los levantinos han elevado sus prestaciones defensivas y enseguida han adquirido una sólida renta en el marcador.

Al descanso, la renta local había alcanzado los 12 puntos de distancia, pese a la insistencia de Jelovac (20 tantos) y Gecevicius (13), cuya productividad ofensiva ha resultado insuficiente para revertir la situación. El conjunto de Pedro Martínez, muy poco exigido, se ha manejado sin dificultades durante la última media hora, favorecido por la escasa resistencia de su adversario. Sobre todo, los valencianos han exhibido una superioridad manifiesta en la pintura, con 41 rebotes capturados por sólo 21 de los zaragozanos.

En el inicio, los dos conjuntos han facturado con demasiada facilidad. El Tecnyonta se ha empleado con lucidez en sus acciones de ataque, con mucha paciencia, con las pausas preceptivas, y ha encontrado buenas situaciones de tiro desde todas las posiciones de la pista. Benzing, posteando con determinación, y Gecevicius, una amenaza permanente desde el perímetro, han sostenido al cuadro aragonés en los primeros compases de la contienda. Los zaragozanos, con un juego rápido, coherente e incisivo, han hallado importantes grietas en la defensiva rival. Así, han podido exhibir grandes porcentajes de acierto en sus lanzamientos, y han sabido combatir en el cuerpo a cuerpo durante gran parte del primer acto. A los ocho minutos, un certero triple de Jelovac mantenía igualado el choque (21-21), ante un rival con un amplitud de recursos devastadores. Sobre todo en sus acciones de ataque, donde los levantinos cuentan con artistas cotizados en todas sus líneas.

Por entonces, Sikma y Diot ya venían anotando sin demasiada oposición. Pero ha sido Van Rossom, un jugador de raptos geniales, quien ha iniciado el despegue de los locales, ya en los últimos instantes del primer parcial. Siete puntos del belga y un triple de Rafa Martínez han modificado drásticamente el escenario: 10 tantos en apenas diez minutos, que han dejado sin respuesta a los zaragozanos. El Tecnyconta no podía seguir la elevada anotación de su adversario, y necesitaba fortalecerse atrás (31-23).

En este sentido, el cuadro aragonés ha defendido con mayor intensidad en el segundo cuarto. Ha sido un bloque más constante, más enérgico, más activo en sus acciones. Con una zona 2-3 parecía capaz, por fin, de contener las ofensivas de su adversario, ahora mucho menos certero en el lanzamiento exterior. Sin embargo, también el Valencia se ha empleado atrás mano firme, sin distracciones, y el Tecnyconta ha dejado de anotar. Le ha faltado paciencia, mayor temple para escoger sus opciones de ataque. Con tiros forzados, en ocasiones al límite de la posesión, el equipo zaragozano ha facturado 12 puntos en 10 minutos de juego; una rémora considerable para aspirar a la victoria. Pese al desgaste de los aragoneses en las labores de contención, los levantinos habían ampliado su renta en el intermedio (47-35).

Tras el descanso, el Tecnyconta ha tratado de mantener su personalidad. Pero el Valencia es un conjunto imponente, con argumentos letales en los dos lados de la pista, y no ha dado opción alguna a los zaragozanos. El duelo transcurría bajo el mismo guión: los visitantes defendían con disciplina, energía y firmeza, pero no lograban reducir las distancias en el marcador. Sobre todo por su incapacidad para cerrar el rebote defensivo, lo que ha concedido nuevas oportunidades de tiro a sus adversarios. A la media hora de juego, los locales contabilizaban 28 capturas, por sólo 14 de los aragoneses, un factor determinante en el devenir del choque (75-59).

En el cuarto definitivo, el Valencia ya se sabía ganador. Más aún cuando el Tecnyconta, ya entregado, había rebajado drásticamente su productividad ofensiva. En el ecuador del acto, los zaragozanos habían anotado una sola canasta, un diáfano indicador de su escasa amenaza. El equipo aragonés, sin fuerzas ni argumentos, atacado por la angustia, ya hace tiempo que había dejado de creer; y los locales aprovecharon el desencanto de su rival para engordar su ventaja (100-67).