Abalde lidera la remontada del anfitrión

La ala-pívot facturó 19 puntos y 9 rebotes en el triunfo de las aragonesas, que se toparon con un rival muy exigente.

Las jugadoras del Mann Filter celebran el triunfo ante el Sant Adriá
Abalde lidera la remontada del anfitrión
Guillermo Mestre

En un partido áspero, trabado, de numerosas imprecisiones, el Mann Filter tuvo que remar sin descanso para adjudicarse la victoria. Lo hizo ante el Sant Adriá, un rival combativo, digno y decoroso, firme en las labores de contención, que se manejó en el pabellón Príncipe Felipe con una seguridad admirable. Sin embargo, el cuadro aragonés inclinó el duelo finalmente a su favor, gracias al oficio y a la experiencia de sus jugadoras, lo que se tradujo en una mayor serenidad en los momentos de fragor, en los instantes decisivos del duelo. Al mismo tiempo, el conjunto catalán redujo drásticamente sus prestaciones defensivas, tras haber acumulado un desgaste físico durante la primera hora de juego.

La recompensa para el Mann Filter fue considerable: su clasificación para las semifinales de la competición, donde le aguarda el poderoso Girona. Sin embargo, el equipo zaragozano estuvo muy alejado de su verdadera dimensión, en gran medida por el brillante desempeño de su adversario. De hecho, el Mann Filter compareció con dudas, con su silueta desfigurada, y fue permanentemente superado en el primer acto por un rival mucho más enérgico, incisivo y constante en cada una de sus acciones. Víctima de su propia ansiedad, el conjunto aragonés se desencajó por momentos, especialmente en las labores defensivas, además de prodigarse en las pérdidas de balón. Concesiones que el Sant Adriá no desaprovechó, cuando sólo habían transcurrido cuatro minutos de juego (10-6). Las jugadoras de Fabián Téllez anotaban con suma facilidad. Sobre todo desde el perímetro, donde generaban situaciones de tiro muy favorables, sin apenas oposición, favorecidas por la escasa presión de su oponente.

De esta forma, un nuevo acierto desde el triple, en esta ocasión de Claret –antes lo habían hecho Villa y Riley–, amplió la renta del Sant Adriá hasta los seis puntos de distancia (17-11). El preparador de las aragonesas, Víctor Lapeña, detuvo el encuentro para intentar corregir los desequilibrios de su equipo, pero las catalanas gobernaban el duelo con mano firme y una inexorable fe en sus posibilidades de triunfo. Por ello, el guión se mantuvo en el segundo cuarto, aunque con el cuadro zaragozano mucho más mejorado en todos los órdenes del juego. Más tranquilo y sosegado, con mayor serenidad en sus acciones de ataque, el equipo de Víctor Lapeña elevó sus porcentajes de tiro, sobre todo en su líneas exterior, y no dejó que su oponente tomase una sólida ventaja. El Mann Filter iba creciendo conforme avanzaba el partido, y alimentó su autoestima con los puntos de Abalde y los certeros triples de Ferrari, Lahuerta y Vega Gimeno. Al descanso, tras muchos minutos a remolque, el anfitrión había recuperado el pulso (39-40).

Sin embargo, el Sant Adriá jamás se desompuso. Fue un rival vigoroso, alegre, tenaz y comprometido, siempre presto al combate y con una notable interpretación del juego en sus ofensivas. En el cuadro aragonés llegaban las prisas, el nerviosismo, la ansiedad y el desconcierto –una sola canasta en cinco minutos–, pero seguía optando decididamente a la victoria por la insistencia de Tamara Abalde (19 puntos, 9 rebotes), la clarividencia de Ocete y la efectividad de Ferrari en cada una de sus penetraciones. Por entonces emergía también la figura de Shacobia Shaunte, cuya aportación resultó capital en el triunfo de las zaragozanas, especialmente por su contribución anotadora en los compases finales.

En el tramo decisivo apareció, por fin, la mejor versión del Mann Filter, con todo lo que conlleva: un equipo solvente, con determinación y oficio atrás, con carácter, con hambre, con intensidad, con una convicción admirable en su juego. Un bloque afilado, directo, que anotó con facilidad y que, al mismo tiempo, anuló drásticamente la facturación de su adversario (11 puntos en los últimos 10 minutos). Fue un castigo severo para el Sant Adriá, que compitió hasta el final y que cayó con grandeza.

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