Cuatro destinos unidos por un torneo

La relación entre la Copa de la Reina y Zaragoza, que tanta salud mostrará estos días que se avecinan con la comparecencia por méritos propios del anfitrión, el Mann Filter de Víctor Lapeña, comenzó hace más de medio siglo. En 1960, la ciudad la acogió por primera vez para que el Cottet Barcelona se impusiera al Picadero Damm en la final y alzara el prestigioso trofeo.

Tuvieron que transcurrir tres décadas hasta que se produjo otro –indirecto– contacto entre ambas partes. Fue un 14 de mayo de 1990. La capital aragonesa delegaba su representación en un equipo que jugaba a casi mil kilómetros de distancia, en Jerez de la Frontera (Cádiz), pero que contaba con un latido completamente local: el Banco Zaragozano de Zaga Zeravica, compuesto mayoritariamente por jugadoras de Compañía de María. En un partido tocado con la varita de la épica, se dieron hasta dos prórrogas para que este doblegara al Microbank Masnou (95-94) y consiguiera el mayor éxito en la historia del baloncesto aragonés. "Recuerdo con mucho cariño esa Copa por el grupo de amigas que éramos y somos –explica uno de los pilares de aquel equipo, Pilar Valero–. Fue histórica. Tuvimos que trabajar y sacrificarnos mucho. Nos ilusionamos mucho al obtener la clasificación y aún más al ver que íbamos pasando las rondas. Ganar supuso una alegría enorme. Aún hoy no soy consciente de su trascendencia", rememora.

2003 fue otro año clave en la relación de Zaragoza con el torneo del KO, pues la capital aragonesa acogió una nueva fase final, la primera de la historia moderna. "Se creó muchísima expectación, la recuerdo especialmente. Hubo una gran respuesta por parte de la afición. Creo que acudieron unas 8.000 personas al Príncipe Felipe", asegura Luci Pascua. La pívot del Mann Filter iniciaba entonces la primera de sus tres etapas en Zaragoza. La exjugadora del club Cristina Ouviña, que también tendría su cuota de protagonismo en el equipo, eso sí, varios años después, recuerda las increíbles sensaciones que vivió en el pabellón, aunque por otros motivos. "Tenía 13 años y jugué un partidillo con mi club, el CN Helios, al descanso. Llegaron a habilitar hasta los últimos anillos, ¡cómo debía estar! Fue la primera vez que en Zaragoza se vivió un partido de baloncesto femenino con tal intensidad", cuenta la base del Tango Bourges francés. Sin embargo, y a pesar del excelente ambiente, el Filtros Mann que comandaba Pedro Buesa no pudo responder a las expectativas generadas (quedaría en segunda posición esa temporada en liga regular) y cayó derrotado en cuartos de final ante el Vigo por un marcador de 73 a 86.

Tras esta decepción, el Mann Filter reavivó la llama de la pasión con la Copa en la edición de 2005, donde solo el Perfumerías Avenida, y tras una prórroga, le impidió coronarse campeón (73-86). Pese a la derrota, Luci Pascua considera que se trata de un torneo "muy bonito de jugar porque puede pasar cualquier cosa; la gana el que mejor está ese día", atenuando de este modo la vitola de favoritos que se suelen colocar sobre algunos equipos antes de saltar al parqué.

El trofeo viajó a Zaragoza de nuevo para 2010, pero nada pudo hacer en semifinales el conjunto de Víctor Lapeña ante uno de los mejores conjuntos del Viejo Continente: el todopoderoso Ros Casares valenciano (75-52). "Aguantamos hasta el descanso, hasta que ellas impusieron su ley", afirma. Sus jugadoras dieron un fuerte salto competitivo para la siguiente reunión copera; aun así, el mismo y poderoso rival apeó del camino a las de Víctor Lapeña (68-66) en las semifinales. "Estaba muy nerviosa. Lo estoy solo de recordarlo (risas). Tengo una foto muy chula en mis redes sociales marcando jugada; me defendía Elisa Aguilar. Ganábamos casi por veinte puntos al descanso ante un Ros que contaba con una gran plantilla, pero que en el tramo final reaccionó. Fue una verdadera pena", lamenta Cristina Ouviña.

Lapeña asegura que afrontan la Copa 2018 que dará comienzo el viernes "en un buen momento. La extensión del contrato de Taru Tuukkanen y la vuelta de Vega Gimeno tras su lesión de ligamentos nos han dado alegría y aire fresco". El conjunto aragonés demostró este estado de forma el domingo ante un rival que llegaba lanzado al pabellón Eduardo Lastrada tras haber encadenado una racha de cuatro victorias consecutivas: el Bizkaia. Una dura piedra de toque que fue sorteada con astucia y contundencia (90-69) para llegar a la Copa con la moral por las nubes y las garras bien afiladas.

Pese a haberse erigido como campeón en la temporada 2013-14 dirigiendo al Perfumerías Avenida de Salamanca, Lapeña tratará de repetir la experiencia de triunfar en "la competición más bonita del baloncesto femenino" con el equipo de su tierra. Quiere ayudar al Mann Filter a quitarse la pequeña espinita que parece tener clavada con ella. Compartirá esta responsabilidad con uno de los pilares del vestuario, la experimentada Luci Pascua, quien venció en la edición de 2016 con el CB Conquero de Huelva en circunstancias similares: un equipo modesto que contaba con la ilusión y la fe inquebrantable como señas y armas más reconocibles.

El carácter de la competición, más dado a sorpresas que aquellas de más largo desarrollo, puede ayudar al conjunto del Stadium Casablanca. "Todo el mundo sabe quién va a ganar la Liga Dia. La cosa está entre dos equipos. Pero en la Copa puede pasar de todo, de ahí su atractivo –considera la campeona Pilar Valero–. Si juegan como ellas saben, pueden estar en la final. También tienen algo de presión, pero la tienen que convertir en fuerza para defender su territorio. Juegan en casa. Ese debe ser su aliciente", explica, como receta para que Zaragoza, el Mann Filter y la Copa de la Reina consumen su amor de una vez por todas.