José Luis Terreros: "Los dopados deben saber que tienen los días contados"

Este zaragozano es la máxima autoridad española en Medicina del Deporte y en la lucha contra el dopaje, un cargo que detenta desde marzo.

José Luis Terreros, ayer en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza.
José Luis Terreros, ayer en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza.
Oliver Duch

Usted nació en La Rioja pero se siente zaragozano.

Zaragoza es mi casa. Vine a vivir aquí con ocho años. Estudié en los Dominicos en la plaza San Francisco y posteriormente cursé Medicina en la Universidad de Zaragoza. Empecé a ejercer como médico de atención primaria en el barrio de La Jota, en Las Fuentes y en Torrero.

¿Por qué se estableció su familia en Zaragoza?

Mi padre, que también había estudiado en esta Facultad, era veterinario rural y vino a trabajar a una fábrica de piensos en Zaragoza. Y aquí nos quedamos.

¿Le atraía el deporte?

Sí, también por influencia paterna. Mi padre fue corredor nacional de 400 vallas. Siempre me inculcó esa afición. Yo comencé jugando a fútbol, de defensa. Pero con las gafas era muy complicado jugar y me pasé al atletismo.

¿Era hincha del Real Zaragoza?

No, del Logroñés. El exfutbolista Roberto Matute, que es hijo del carnicero de mi pueblo (San Asensio), jugaba en el Logroñés y era nuestro ídolo.

¿Practicó otras especialidades?

Con 18 años comencé con el esquí de fondo. Y cuando dejé el atletismo hice orientación, en lo que sigo. Llegué a ser técnico de la Federación Internacional. Prácticamente fui el pionero de la orientación con bicicleta de montaña en el mundo. Es un deporte que ha prosperado mucho. Ahora me ha dado por el golf, que es un veneno muy gordo.

¿Era buen estudiante?

Jamás suspendí una asignatura. Saqué muchas matrículas. Me lo tomaba muy en serio.

¿Estudiar Medicina fue vocacional?

En realidad quería ser veterinario de pueblo, como mi padre. Pero esa especialidad desapareció y lo más parecido era la Medicina.

Está en Zaragoza para participar en dos jornadas sobre el deporte (ayer y hoy).

Aunque conservo el piso en Zaragoza, vengo muy pocas veces porque estoy viajando continuamente. Pasar dos días en mi ciudad es una maravilla. Me reencuentro con gente a la que ni reconozco. Y volver a la Facultad en la que estudié, con esta reforma tan bonita, es muy emocionante.

¿Qué recuerdos guarda de esos años universitarios?

Los tres primeros cursos fueron muy convulsos porque eran los últimos años del franquismo. Había muchas manifestaciones y huelgas. Estábamos muy revueltos, yo también.

Su primer gran proyecto profesional fue la creación en 1985, junto a Maite Aragonés, del Centro de Medicina del Deporte (CMD) en Aragón, una institución pionera.

Fue a raíz de una entrevista que me hicieron, en la que hablaba de la importancia de la Medicina en el deporte, algo que sonaba a chino en la época. Me llamó el consejero de Sanidad de la DGA para preguntarme sobre el asunto, y decidió crear el CMD. Fue un proyecto apasionante.

¿Qué aportaron?

Fuimos completamente pioneros. Eso hizo que en los primeros años vinieran a nuestro centro los mejores deportistas de España: desde Perico Delgado a Miguel Indurain, pasando por Fermín Cacho, Abel Antón o la selección de baloncesto. Tuvimos la suerte de ayudarles y, sobre todo, de aprender de ellos. Me siento muy orgulloso de ese legado.

Dio el salto al CSD y, desde marzo de 2017 es el director de la Agencia Española de Protección de la Salud en el Deporte (AEPSAD), la máxima autoridad de la materia.

Mi elección fue una sorpresa muy grande y una tremenda responsabilidad. Tengo muchísimo trabajo, pero me encanta y me divierte.

¿Cómo es su día a día?

Con continuos viajes: Zúrich, Estrasburgo, países nórdicos, muchas reuniones en Bruselas... Tengo la agenda totalmente cubierta a semanas vista. Y el poco tiempo que me queda lo dedico a los medios ya que la lucha contra el dopaje es un tema muy demandado.

¿El dopaje es su único cometido?

La Agencia tiene dos objetivos. El primero es la lucha contra el dopaje (programar y realizar controles y sancionar), que cuenta con un gran presupuesto. El segundo es la promoción del deporte y la salud. En total tengo a unas 140 personas trabajando bajo mi responsabilidad.

¿Cuáles son los beneficios de la práctica deportiva?

El deporte proporciona diversión y salud. Está demostrado que la actividad física es una gran fuente de ahorro sanitario. Según la OMS, si 100.000 ciudadanos hicieran tres veces a la semana una hora y media de caminata, en 10 años ahorraríamos más de 300 millones de euros.

En el extranjero se propaga una imagen de España de cierta permisividad con el dopaje.

Los españoles creemos que los extranjeros piensan peor de nosotros de lo que piensan realmente. Lo tengo comprobado en mi amplia experiencia internacional. Lamentablemente España ha tenido un par de casos graves con el dopaje que no podemos ocultar, sobre todo la Operación Puerto. Pero puedo asegurar que en el exterior no se piensa que España es el paraíso del dopaje.

¿Cómo se plasma esta lucha?

Somos el país de Europa que más invierte contra el dopaje por número de licencias. Hacemos más de 5.000 controles al año. La tendencia es hacerlos más dirigidos y fuera de competición. Y estamos implementando medidas para ser más eficaces.

Da la sensación, con los análisis retroactivos, que los tramposos tienen los días contados.

Los sistemas analíticos avanzan mucho, lo cual nos cuesta un dineral, pero permiten detectar cosas que hace unos años no se veían. La nueva legislación permite analizar muestras de hasta diez años atrás. Y en una década nadie en su sano juicio puede pensar que no se detectará un dopaje concreto y se le quitarán las medallas ni las marcas. Los dopados deben saber que tienen los días contados.

El ejemplo es la española Lidia Valentín, la haltera a la que por el positivo de sus rivales le han entregado medallas de Pekín 2008 y Londres 2012.

A Lidia le están lloviendo medallas por los positivos detectados a posteriori a competidoras del antiguo bloque del Este. Es una pena porque no es lo mismo celebrarlo en el podio con el himno y con tu familia. Pero más vale tarde que nunca. Estoy seguro de que estos análisis posteriores tendrán un efecto de prevención para que la gente no siga dopándose.

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