Las mujeres (desconocidas) que hicieron posibles los Juegos BARCELONA'92

Las mujeres que trabajaron en los Juegos Olímpicos de Barcelona'92 abandonaron sus cargos para colaborar en el nuevo proyecto, jugando un papel fundamental.

Llegaron desde la empresa privada, la administración pública, la banca. Mujeres que ocupaban cargos de enorme responsabilidad y los abandonaron para embarcarse en un proyecto nuevo, sin horarios, con fecha de caducidad, y en el que tuvieron un papel fundamental: los Juegos Olímpicos de Barcelona'92.

Josep Miquel Abad, Narcís Serra, Pasqual Maragall, Juan Antonio Samaranch, Carlos Ferrer Salat... Entre los nombres que se asocian al trabajo organizativo de los Juegos nunca aparece el de una mujer. Pero estuvieron allí y desempeñaron funciones esenciales, sin las que aquel éxito de hace 25 años no hubiera sido posible.

"Creo que los Juegos en sí fueron muy femeninos", se atreve a decir Ángela Jover, que fue subdirectora de recursos humanos del Comité Organizador (COOB)

"No existía experiencia, se basaba en trabajar constantemente, unidos, sin individualismos. La gente daba y hacía el máximo, pero contando siempre con los demás. Una forma de trabajar muy buena, que yo considero muy femenina. Era una suma de los deseos de sacar eso adelante. No había rivalidades. O eras resolutivo, o a otra cosa", asegura Jover, que fue también responsable del Plan Tutorial Operativo y directora de alojamiento en los Juegos Paralímpicos.

Ella se incorporó al COOB en 1990 procedente de Seat, donde fue contratada para fusionar las marcas Seat, Audi y Volkswagen.

"Tenía un buen trabajo fijo, una gran responsabilidad, era muy joven. Lo dejé todo por los Juegos. Mi familia no lo entendía. Pero lo hice con los ojos cerrados", afirma.

Jover se encargó de dar alojamiento en Barcelona "desde a miembros del COI hasta a dirigentes políticos, embajadores, prensa...", en hoteles, villas olímpicas y barcos.

"Un día nos podían llegar 500 personas de China. Alguna vez llegó un grupo a un hotel que no estaba acabado. Dábamos alojamiento a todo tipo de culturas. Algunos cocinaban en las habitaciones y no paraban de saltar las alarmas", recuerda sobre la necesidad constante de improvisar soluciones.

Ángela Jover no olvida el día en que no apareció ninguno de los voluntarios que trabajaban en uno de los hoteles.

"Un jeque les subió a todos en un avión privado para que le acompañaran de compras a París. Con la emoción, ninguno se acordó de avisar al hotel. Nos enteramos al día siguiente", señala.

Montserrat Arqué, adjunta y jefa de gabinete del consejero delegado del COOB, Josep Miquel Abad, fue la mujer con un cargo de más peso en el entramado organizativo.

Todo pasaba por ella: "Las gestiones internacionales, la relación con el COI, con las federaciones, con la televisión, las auditorías internas y externas... Todo dependía al final de Josep Miquel Abad y él no podía hacerse cargo de tantas cosas".

Había trabajado en inversiones de capital en banca y en el Consorcio de la Zona Franca. Allí conoció a Abad, que le propuso que se incorporase al equipo olímpico. Lo hizo en 1987.

"Como se hizo por orden alfabético, yo fui la primera persona en ser dada de alta en la Seguridad Social por el COOB. Puedo decir que estuve desde el principio", apunta Arqué.

"Todas las semanas viajábamos al COI, a Lausana (Suiza). Josep Miquel se reunía con el presidente Juan Antonio Samaranch y yo con la secretaria general, Françoise Zweifel. Nos entendíamos muy bien, llegamos a acuerdos en casi todo. Era fácil trabajar con ella. Discutíamos desde las acreditaciones de un comité nacional hasta el protocolo de la ceremonia inaugural", apunta Arqué.

"Las cosas han cambiado mucho para las mujeres en 25 años", dice. "En la banca sí que tuve que aguantar cosas por ser mujer y ver que se valoraba más el trabajo de un hombre por serlo, pero en los Juegos nunca tuve ningún problema".

Para ella, profesionalmente los Juegos fueron "una continuación" de lo que había hecho en banca.

"Trabajaba en la sección de capitales de Banco Urquijo con gente que invertía miles de millones de pesetas. Nosotros decidíamos dónde invertirlo para el futuro. En el COOB era parecido: decidíamos dos o tres años antes qué se iba a hacer para que todo saliera bien. Trabajar con visión de futuro, en resumen. Funcionó", sostiene.

En agosto de 1988 comenzó Susana Gutiérrez a trabajar como responsable de Recursos Humanos del COOB.

Tuvo claro enseguida lo que debía buscar: "Perfiles profesionales muy diversos pero, sobre todo, personas muy motivadas para colaborar en un proyecto con fecha de caducidad, con alta capacidad para trabajar bajo presión y sin horario y formando parte de equipos realmente multidisciplinares".

Gutiérrez, licenciada en Psicología Industrial, sabía cómo hacerlo. Venía de Recursos Humanos de El Corte Inglés y fue la responsable última del reclutamiento y selección de equipos en varios centros de toda España.

"Mi trayectoria era idónea para un proyecto como el de los Juegos, en el que había que seleccionar y contratar a miles de personas para garantizar que el 25 de julio de 1992 se encendiera la Llama Olímpica con todo listo", indica.

"Curiosamente", dice, "podemos hablar entre los trabajadores del COOB de paridad. No recuerdo una búsqueda consciente de ella. Sencillamente, queríamos los mejores perfiles personales y profesionales para cada puesto, independientemente de su género. De los casi 5.000 contratos que hicimos (4.878 entre enero y junio del 92), un 60% fueron hombres y un 40% mujeres", precisa.

"Buscamos perfiles de lo más diverso y en los lugares más variados, incluso viajamos a La Haya para traer estudiantes de la Escuela de Hostelería. Firmamos acuerdos con todos los centros de formación, escuelas de negocios, universidades, administraciones públicas para reclutar y seleccionar candidaturas", dice.

También destaca sus entrevistas "con coroneles y capitanes, profesionales de la logística, 'telecos', arquitectos de obra civil, médicos, traductores... o en la nuclear de Vandellòs a hablar con algunos de sus ingenieros para encajarlos en la estructura".

Lo que queda para siempre, asegura, "es la ilusión" con la que trabajaron: "Solo pensábamos en superar el reto y, sobre todo, que saliera bien".

Del Ayuntamiento de Barcelona se repescó para el COOB a Carmen San Miguel, que fue directora de planificación, responsable del Equip 92 y una de los seis integrantes del decisivo Centro Principal de Operaciones. Su papel en la gestión del voluntariado fue básico.

"Una empresa va cambiando, qué hacer, dónde hacerlo. La gente se organizó primero por sectores profesionales y luego por unidades operativas. La visión global me tocó a mí", explica sobre su tarea.

"Fue muy divertido porque había gente de cierto nivel en sus profesiones que se juntaba allí, se miraba a los ojos y se preguntaba, ¿cómo lo hacemos?", dice.

El Equip 92 reunía a los 1.200 trabajadores del COOB más los voluntarios. "Los directores médico o de informática eran voluntarios. Se generó una enorme voluntad de participar entre los profesionales de Barcelona, todos querían colaborar. Si captábamos a un directivo de una empresa, venían otros que nos decían, ¿y yo qué? Era un honor trabajar para los Juegos", cuenta.

Los voluntarios no tenían contrato de trabajo y eso retrasaba la asignación de tareas: "Depende de cuándo me den las vacaciones, de cuándo se puede quedar mi madre con los niños, decían. Nosotros teníamos prisa, había que hacer 32.000 uniformes, acreditaciones, pares de zapatos... Fue un momento muy duro. Al final todo cuadró".

Desde el Centro Principal de Operaciones, que llevaba las tareas centralizadas (seguridad, logística...), San Miguel llegó a tener sobre su mesa siete teléfonos, un móvil "de 300 kilos" y un 'busca'. "Con solo dos orejas y una boca. Trabajaba 16 o 18 horas al día".

"Un día me pidió Manuel Fonseca (director general de Deportes) que le acompañase a la Seu d'Urgell en helicóptero, a un acto con voluntarios. Salté de alegría, porque estaba todo el tiempo detrás de las rejas".

Como otros trabajadores del COOB, San Miguel destaca el buen trabajo en equipo.

"Hubo un espíritu de ayudar, de aprender juntos, que no lo he vuelto a ver en la vida. Todo tenía que ser rápido. Luego cuando volví al Ayuntamiento la burocracia me comía", asegura.

Montse Solsona llegó al COOB desde el mundo de la empresa, en firmas como Sony o Coca-Cola. La llamó un exjefe de Sony para que dirigiera el departamento de Relaciones Públicas, dentro de la división de Imagen y Comunicación.

"No había nada escrito, no teníamos experiencia, así que fue un tiempo apasionante porque pude crear el departamento y ver cómo iba creciendo", explica.

"Desde Relaciones Públicas teníamos que dar apoyo a los otros departamentos, Deportes, Comercial... Fue una locura. El departamento creció hasta las 15 o 16 personas, pero también contamos con agencias externas que nos llevaban la comunicación en España, la comunicación internacional", apunta.

"En mi vida", asegura Solsona, "volveré a trabajar las horas que trabajé entonces. ¡Lo que se aprende! Hubo un momento en que había en un mismo día tres o cuatro actos. Fue una locura apasionante".

La división de Relaciones Públicas se incorporó luego a Relaciones Externas y Protocolo, para crear un plan de atención en cada instalación olímpica.

"Tuve de voluntarios a empresarios y diplomáticos de primer nivel. Cuando llegaron los Juegos estuve en Protocolo ayudando en el Estadio Olímpico en las cuatro ceremonias. Para el día a día", recuerda, "me destinaron al tenis y también ayudé en la vela".

Como el resto de sus compañeras, la experiencia olímpica dejó huella en la vida personal y también profesional de Monte Solsona, que hoy es presidenta ejecutiva de la agencia de comunicación Solsona.

"Yo venía del mundo empresarial. No había estado nunca en contacto con el mundo institucional, cultural o deportivo. Luego me llamaron de Danone y me dijeron que si montaba una agencia se venían conmigo, así que me animé. Entre 1993 y 1996 inauguramos todo lo que no se había podido inaugurar durante los Juegos. He colaborado en la Copa Davis, en los mundiales de natación o de baloncesto.. cada vez que hay algo en Barcelona o en España concursamos e intentamos participar", resume.

Carmen San Miguel tuvo algunas ofertas ligadas a la informática, pero llamó al alcalde Maragall y le dijo que quería "seguir trabajando para la ciudad". Fue gerente de Movilidad y Seguridad, concejal de la misma área y concejal del Ensanche.

Montse Arqué se dedicó "a organizar cosas". En 1996 con César Alierta, luego presidente de Telefónica, un congreso mundial de analistas financieros. En 2003 coordinó la organización de los Juegos de Policías y Bomberos. Y luego volvió al sector financiero.

Ángela Jover se fue al Grupo Paradis de cátering y luego a la Universidad de Barcelona como directora de Márketing y Financiación Externa.

"Ahora estoy en una empresa social, la Fundació Cassià Just, que gestiona cocinas, sirve menús y practica el cultivo ecológico con una plantilla formada en un 70 % por personas con fragilidad mental", dice Jover.

Susana Gutiérrez se mantiene en el mundo de los Recursos Humanos. Pasó por el Grupo Perelada (ocio y hostelería), la Universidad de Barcelona y actualmente es su responsable en General Óptica.

"La experiencia del COOB nos ayudó a crecer a todos. Allí me reafirmé en que no hay nada imposible si le echas ganas, entusiasmo, imaginación y horas de trabajo. No hay que rendirse nunca ante las dificultades y con un buen equipo que comparte y que se moja llegas a donde haga falta. Yo tenía ese equipo", subraya.

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