El maratón de Zapater

El capitán sigue un plan específico para aliviarle esfuerzos y entrenamientos en el último mes del curso. Es el segundo futbolista de campo con más minutos de la liga.

Alberto Zapater ayuda a mover una portería antes del entrenamiento de ayer.
Alberto Zapater ayuda a mover una portería antes del entrenamiento de ayer.
Laura Uranga

Alberto Zapater tampoco se ejercitó ayer junto a sus compañeros y apenas se dejó ver en el campo de entrenamiento. Saltó al principio, trotó unos metros y acarreó una portería, antes de desmarcarse del plan ordinario de trabajo e iniciar las tareas asignadas dentro de su programa específico de preparación. Ha sido habitual que, durante diferentes fases de la temporada, el ejeano haya moderado sus cargas de entrenamiento en algunas semanas, con el objetivo de mimar su físico y optimizarlo en los minutos de competición, es decir, el fin de semana, en los partidos. Ahorrarle esfuerzos, aligerar su volumen de trabajo, cuidar la musculatura… Esta semana, Zapater enfoca su preparación en ese sentido. No sufre –o al menos el club no ha informado de ello– ninguna dolencia importante que pueda afectar su concurso el próximo sábado contra el Oviedo, pero sí se ha entendido recomendable echarle el freno de mano cuando se afronta el último mes de una temporada maratoniana, nerviosa y extenuante.

El caso de Zapater reúne varias singularidades que lo convierten en un asunto de primer orden en la actualidad del Zaragoza. El capitán del equipo acumula más minutos que nadie en la plantilla y solo hay un futbolista de campo en toda la Segunda División que haya jugado más que él: David Carmona, del Sevilla Atlético, un defensa de 20 años, doce menos que el centrocampista de Ejea de los Caballeros. El cuentakilómetros de Zapater ya va por los 3.375 minutos, por los 3.413 del sevillista. Son los únicos jugadores de campo que han participado en las 38 jornadas.

La cifra del capitán del Zaragoza es desproporcionada y muy expresiva si se atiende a su coyuntura: Zapater venía de casi tres años sin un minuto de juego oficial, con diversas dudas instaladas sobre su capacidad y autonomía física, aquejado de molestias tras varios meses de recuperación de lesiones y puesta a punto… Y siendo como es él un jugador territorial, de grandes despliegues y continua actividad en el centro del campo. Aun con todo esto, Zapater ha desafiado cualquier mirada escéptica y tumbando la lógica, muy por encima de sus propias posibilidades, lo que habla de valores como el compromiso, la personalidad y la superación. Zapater llevaba sin jugar casi tres temporadas, pero ha sido ponerse la camiseta del Zaragoza y tragarse una campaña de un bocado: 3.375 minutos.

El dato aún tiene otras líneas de contexto que lo explican por sí solo: la configuración de la plantilla otorgó a Zapater tanto en verano como en enero un protagonismo principal, una medida arriesgada con un jugador tras tres años inactivo. Y, en consecuencia, se dejó a Zapater sin un recambio natural para la segunda mitad del curso: el ejeano ha quedado como único pivote, con la alternativa eventual de Jesús Valentín si fuera necesario –que no lo ha sido–.

La respuesta del fútbol de Zapater apenas ha presentado tonalidades oscuras. Quizá en las últimas semanas el campo se le ha hecho grande y los partidos largos, pero su rendimiento no ha bajado de la línea media del equipo y cabe hablar de él como uno de los pocos futbolistas que han mantenido cierta regularidad a lo largo del año, más en su caso, viniendo de donde venía. El movimiento de Láinez de arroparle con dos interiores, generalmente Javi Ros y Edu Bedia, también le ha liberado de metros y esfuerzos defensivos, potenciando su papel como primer engranaje en la salida del balón.

En ningún caso, caben objeciones en cualquier valoración reposada sobre el año de Alberto Zapater en el Real Zaragoza.

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