FRANCISCO BARBERÁN

"Murakami gusta a muchos porque es universal en el fondo y en la forma"

Este abogado zaragozano, apasionado por Japón, acaba de traducir el libro autobiográfico de Haruki Murakami 'De qué hablo cuando hablo de correr', que ha emocionado a Zapatero.

El abogado y profesor Francisco Barberán, junto a un cuadro de letras japonesas.
"Murakami gusta a muchos porque es universal en el fondo y en la forma"
ÓLIVER DUCH

Francisco Barberán es un enamorado de Japón y de la lengua japonesa. Ha estado más de una docena de veces en el país y podría resumir sus características en cuatro sustantivos: atención, limpieza, quietud y belleza. Alterna la docencia con la traducción jurídica español-japonés. Es autor del primer 'Diccionario jurídico japonés-español' (Aranzadi, 2004 y 2007), y en 2006 publicó, también en Thomson-Aranzadi, la versión bilingüe y actualizada del Código Civil japonés. "Actualmente acabamos de publicar en Japón, en colaboración con la Asociación de Estudios de Derecho Hispánico de dicho país, el primer libro sobre introducción al Derecho español actual en japonés", dice. Barberán acaba de traducir 'De qué hablo cuando hablo de correr', de Haruki Murakami.

¿Cómo nació su atracción por Japón y el japonés?

Mi interés por Japón surgió precisamente por su lengua. Quería saber cómo eran capaces de comunicarse con un sistema de escritura tan complicado y tan distinto del nuestro, así que me puse a estudiar japonés. Tras ello, poco a poco, fue surgiendo mi interés por muchos otros aspectos de la cultura japonesa.

¿Cómo fue ese aprendizaje?

Lento, duro y continuo. Tanto que, de hecho, todavía continúa. Y es que lo más fascinante de un idioma tal vez esté en el hecho de que nunca lo acabas dominando del todo. Eso te obliga a estudiar y a esforzarte constantemente por intentar mantenerlo. Mi aprendizaje fue, por ello, muy anárquico y estuvo lleno de tropiezos.

Usted ha convivido con estudiantes japoneses de español. ¿Qué les seduce tanto de España?

Nuestra cultura. A los japoneses no les interesan el sol, las playas, las discotecas o la sangría. Les atraen mucho más el Prado, Goya, la Sagrada Familia, el Camino de Santiago, el Real Madrid, los toros, la gastronomía o los tablaos de flamenco. Y el propio idioma. Ahora mismo, la Universidad de Zaragoza va a acoger a 54 estudiantes de Nagoya que vienen a mejorar su español. Los japoneses exportan tecnología. Nosotros, lengua y cultura.

¿Qué es lo que le fascina a usted de la cultura nipona?

Muchas cosas que no puedo resumir aquí. Pero, como abogado, tal vez una de las que más fascinan sea que Japón sigue siendo hoy el mismo territorio sin delincuencia que, ya a mediados del siglo XVI, describiera con admiración en sus cartas San Francisco Javier. La educación japonesa -no sólo la escolar, sino también la que se recibe en casa- transmite también los valores tradicionales de su cultura, y uno de ellos consiste precisamente en considerar el crimen como algo execrable.

¿Cómo llegó a Haruki Murakami?

Mi especialidad es la traducción jurídica, no la literaria. Por supuesto, ya conocía la obra de Haruki Murakami, pero nunca había traducido nada de él. Llegué por casualidad. Recibí una propuesta de Tusquets Editores para encargarme de traducir 'De qué hablo cuando hablo de correr'. Hice una prueba, les gustó y me lo encargaron. Así comenzó todo.

¿Por qué cree que Murakami se ha convertido en una figura universal de la literatura?

Murakami me parece el menos japonés de los escritores japoneses de renombre. Es más 'americano' en sus hábitos cotidianos y en su forma de escribir. Se ha convertido en universal porque tanto el contenido como la forma de sus relatos gozan de 'universalidad', esto es, tienen potencialidad para ser comprendidos y disfrutados por muchos, con independencia de su origen, creencias, etc. Sus textos están escritos de modo que, superada la barrera idiomática, pueden gustar a todo el mundo.

¿Cómo fue la experiencia de traducir 'De qué hablamos cuando hablamos de correr'?

Bueno, para ser franco, no resultó una labor excesivamente compleja. No es una obra muy larga y, además, el lenguaje que usa Murakami es, en general, sencillo. Creo que éste es otro de sus méritos: su capacidad para transmitir ideas complejas, casi filosóficas, con un lenguaje sencillo y un estilo directo, nada rebuscado. Tal vez lo más dificultoso fue hacerse con el vocabulario técnico deportivo propio del maratón y del triatlón, y, una vez terminada la traducción, pulir bien el estilo para que resultara lo más próximo al original posible.

¿Se ha sentido cómodo con un libro sobre atletismo que también es una confesión y un autorretrato?

Me sentí bastante cómodo. En la cabeza del traductor se disputa constantemente un combate entre la fidelidad al original y la naturalidad del resultado final. A menudo hay que sacrificar una en pro de la otra para intentar encontrar el equilibrio entre ambas.

José Luis Rodríguez Zapatero ha dicho que está leyendo a Murakami, en concreto el libro que usted ha traducido. ¿Qué le parece?

Me parece muy bien. Que el presidente elija tan bien a sus autores (y por ende a quienes los traducimos) denota inteligencia, buen asesoramiento o ambas cosas, ja, ja, ja... Además, tengo entendido que el presidente también corre a diario unos 10 kilómetros, algo que, sin duda, debe de aproximarle al autor y generar una empatía natural hacia él.

¿Cómo es el Japón con el que se va a encontrar Zapatero cuando vaya en su próximo viaje?

Muy avanzado, en todos los sentidos. Japón es un país serio, competitivo y, sobre todo, dinámico, que actúa, que no se queda quieto ante los movimientos que se producen en el resto del mundo, sino que reacciona e incluso se anticipa a muchos de ellos. Japón es también vanguardia en muchos aspectos. Es un país muy potente y muy desarrollado, no solo en lo económico o lo tecnológico, sino también en campos como la cultura, las artes, la gastronomía o la arquitectura.