ENTREVISTA

Marta Domingo: "Trato de abrirme a todas las artes, no conformarme con una"

La polifacética zaragozana, residente en París desde hace una década, ha protagonizado la comedia 'Simón Konianski', estrenada con éxito la semana pasada Francia, Bélgica y Canadá

Marta con Jonathan Zaccai (Simón Konianski) y durante un concierto
Marta Domingo: "Trato de abrirme a todas las artes, no conformarme con una"
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Lo primero es lo primero. ¿Cómo llega usted a París?

Llegué a París hace diez años: ahora tengo 32. Tenía una beca Erasmus y cursaba filología. Luego obtuve otra beca para estudiar teatro: el de calle era el que más me llamaba la atención. Y enseguida empecé a probar también en la música, sin dejar el teatro, y en el doblaje.

¿Quién se enamoró antes, la ciudad de usted o al revés?

Yo, claro... la belleza de esta ciudad salta a la vista, pero lo más atractivo para mí es su oferta cultural, que nunca se acaba. Para un artista hay posibilidades infinitas: aunque evidentemente es complicado salir adelante, interactúas con gente de todas partes y puedes abordar disciplinas muy distintas.

Ha conseguido sobresalir en tantas disciplinas. ¿Cuál le llena más?

Todas tienen su sitio. La música me encanta: empecé cantando latino, salsa sobre todo. También estuve en un musical sobre la vida de Salvador Allende. Luego está el doblaje: he doblado varias veces al francés a Salma Hayek o Paz Vega, y soy la voz oficial de Eurosport España.

¿Cómo se abarca mucho sin dejar de apretar?

Sé que parece que me meto en demasiadas cosas, pero yo me lo tomo como un asunto de riqueza personal, de aprendizaje continuo, me gusta ir de un lado para otro. Por ejemplo, 'Simon Konianski' es mi primer largometraje como protagonista. El cine es muy distinto a cualquier otra arte escénica?

Ha hecho una comedia... ¿típico humor francés, o podemos tener algún otro punto de referencia?

La película tiene un toque de humor a lo Woody Allen, con muchos chistes de judíos y mucha personalidad neurótica: me gustan las historias con gente que se ríe de sí misma y de sus complejos. La crítica la ha aplaudido y está funcionando bien entre el público, lleva muy poco en los cines: se estrenó el 29 de julio. Luego irá a Bélgica y Canadá, es una coproducción de tres países: también está previsto estreno en Italia. Para España no hay fechas, espero que también llegue, aunque no hay todo el intercambio que debería entre el cine español y el francés.

Cuéntenos un poco su papel.

Mi personaje se llama Corazón, es una bailarina española que fue pareja de Simón, el protagonista. Trabaja en Bélgica y tiene un hijo de Simón, que es un eterno adolescente, incapaz de asumir sus responsabilidades como padre. Los productores buscaban el arquetipo de latina, no tenían muy claro si española o no, y tampoco querían el cliché almodovariano, que está muy arraigado en Francia. Preferían una mujer con carácter y fuerza.

Y ahí tienen una nueva española caminando por el sendero que abrió Victoria Abril...

Victoria Abril es una referencia en París, antes y después de Almodóvar. Consiguió su lugar en este cine y lo mantiene. Es una estupenda actriz.

Usted tiene escenas de desnudos, aunque la película no se defina por su carga erótica. ¿Supuso un problema?

El desnudo no es ningún problema para mí, siempre y cuando no sea gratuito. Mi cuerpo es un instrumento de trabajo más, sería bueno que un día ni siquiera hubiera que plantearse esa cuestión.

¿Siguiente paso creativo?

Ahora quiero ahondar en la música: estoy preparando un disco en una orquesta de ritmos latinos (salsa, guaracha, cha-cha-chá, boleros) para finales de año, somos doce chicas de muchos sitios, y cada cual aporta a la base latina lo suyo: ragga, flamenco, rock, funk, música árabe...

¿El mestizaje siempre da hijos más guapos?

Lo bueno de París es que hay músicos de todo el mundo y traen sus músicas consigo, y los desconocidos aún suelen dar mejores veladas que los famosos, porque son libres y tienen muy alta la capacidad de asombrarse y asombrar. Cada vez que disfruto del talento de un nuevo artista en un club, o en un escenario pequeño de cualquier lado, me doy cuenta de que estoy en el sitio correcto. Trato de abrirme a todas las artes y no limitarme, o conformarme solamente con una.

¿Se considera usted afrancesada a estas alturas?

Un poco parisina sí me he vuelto, en los detallitos, como lo de desayunar en la terraza de una panadería viendo pasar a la gente. Eso sí, cuando vuelvo a España, cae una paella y se agradece. Se trata de coger lo mejor de las dos culturas, como tratamos de hace casi todos los emigrantes. En verano, París se ve de maravilla en bici. Hay que perderse por las callejas y los barrios. Yo vivo en Montmartre y solamente pasear por ahí es algo mágico. Músicos en la calle, edificios preciosos, Pigalle, locales con jazz en vivo.