PERIODISMO

Manuel del Arco, el caricaturista que conversó con todos

Hoy se cumplen cien años del nacimiento en la ciudad de Zaragoza del escritor, periodista, dibujante y viajero.

Manuel del Arco
Manuel del Arco, el caricaturista que conversó con todos
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Manuel del Arco, el hombre que convirtió la entrevista en su auténtica obra maestra, cumpliría hoy un siglo. Durante 30 años, dialogó con personajes de actualidad, famosos, conocidos o sorprendentes, y les sacaba lo mejor de sí mismos. El periodista Manuel Aznar, con quien coincidió en 'La Vanguardia', dijo que Manuel del Arco "era rudo es sus modos, pero señalado de genialidad y de sutileza", y agregó que "nunca iba más allá de lo que aconseja la cautela bien calculada".


Del Arco poseía un tino especial en la elección del entrevistado y en "la dignidad del diálogo". Tenía claro quién era y qué pretendía: "Soy tímido y vivo de la audacia; no tengo curiosidad y vivo de preguntar, preguntar, preguntar". Precisó: "Un periodista es un señor que sirve a los demás, que vive para los demás, que piensa en los demás. Yo no sirvo al personaje, sino al lector. Mi columna ha querido ser un barómetro de la temperatura del país. Sin añadir un grado más ni menos".


Esos diálogos breves y vertiginosos que redactaba Manuel del Arco (Zaragoza, 1909-Barcelona, 1971) iban acompañados de una pequeña caricatura porque él, en realidad, empezó siendo caricaturista y deslumbró a personajes tan especiales como Ramón Acín, Ramón Gómez de la Serna o Manuel Bayo Marín. Empezó en las páginas de HERALDO DE ARAGON en 1929, tras unos leves escarceos en publicaciones escolares en su primera juventud. Hacia 1931, se trasladó a Madrid dispuesto a conseguir trabajo en un periódico. Se lo dieron en 'Heraldo de Madrid' y rivalizaría cada mañana con dos de los hombres que más admiraba entonces: Luis Bagaría, caricaturista de 'El Sol', y Sirio, de 'ABC'. Manuel García Guatas, autor de la monografía 'La caricatura en la prensa antes y después de la guerra. Manolo del Arco, 1909-1971' (Artigrama, 2001), señala que fue Bagaría quien más le influyó y "también Bon, que llevaba una especie de vehículo ambulante, en un tiempo en que Aragón y Zaragoza vivían un periodo maravilloso para la caricatura, con nombres como Gazo, Rodio, Sanz Lafita, Ugalde, Bayo Marín, Mata, Guillermo o Marcial Buj 'Chas".


El joven caricaturista


Manuel del Arco Álvarez había nacido en Zaragoza un 12 de enero de 1909. Su padre, Luis del Arco, era un capitán de carabineros de Búbal que falleció cuando él tenía 6 años. Y su madre, Rosa, era de Huesca, donde Manuel pasó algún tiempo. Poco después, ingresó en el colegio de huérfanos Alfonso XII de El Escorial, donde realizó sus estudios de bachillerato. Posteriormente, cursó estudios superiores en la Universidad de María Cristina de El Escorial, retornó a Zaragoza, y aquí se licenció en Derecho. Una de sus primeras exposiciones la hizo en Jaca, en los cursos de verano, en 1928. Y posteriormente llegó a exponer en Zaragoza y en Huesca. Allí estableció lazos de afecto con escultores como Ramón Acín y José María Aventín. Y quizá con el propio Ramón José Sender: realizaría la portada de 'Siete domingos rojos'. Por aquellos días, en vísperas de su traslado a Madrid, tal como recuerda García Guatas, "publicó en la revista quincenal 'Huesca ilustrada' una entrevista con Ramón Acín, amena y directa, que anticipaba las que luego le harían famosos". En HERALDO hizo bastantes caricaturas. Además diseñó un cartel para anunciar una exposición de Bayo Marín y concursó en los carteles de fiestas del Pilar y de San Lorenzo de 1931 con dos piezas muy personales.


Ya en Madrid, y 'antes del 36' (así tituló uno de sus mejores libros de caricaturas y pequeños textos), Manuel del Arco trabajaba en periódicos y revistas de todo tipo. Lo mismo 'retrataba' a un político del momento, a un intelectual o a un galán de cine, con un estilo muy personal, sin duda, "y con cierto carácter expresionista". Siempre tuvo fama de ser un hombre de izquierdas. Durante la Guerra Civil estuvo en Valencia, en intendencia. Concluida la contienda, fue depurado y se le prohibió trabajar en Madrid.


Camino de madurez y triunfo


Residió unos meses en Valencia y en 1941 decidió probar suerte en Barcelona y en distintos periódicos: primero trabajó en 'El Correo Catalán', donde firmó la sección 'Vis a vis'; luego hizo la serie 'Usted dirá', y a 'La Vanguardia' llegó en 1951 y allí popularizó una columna de conversaciones: 'Mano a mano'.


Manuel del Arco se convirtió en un periodista de referencia. "Su propia hija Norah me contó que había establecido una especie de pacto con los conserjes de los hoteles -recuerda García Guatas-. Cuando llegaba alguien importante lo avisaban, y él hacía la entrevista. Ella me decía que su padre apenas escribía a máquina: redactaba el diálogo a mano, con una caligrafía difícil y enrevesada, y se lo leía al entrevistado y le pedía que se lo firmase si estaba de acuerdo. Luego, se lo daba a ella para que se la pasase a máquina".


Manuel del Arco entrevistó a medio mundo (Pablo Neruda, Rubinstein, Kubala, Simenon, Nixon, Mina…) y además le daba tiempo para hacer una pequeña caricatura. Le hizo "una entrevista de largometraje" a Dalí en pelotas, que dio lugar al libro 'Dalí al desnudo'. Le ocurrió de todo: un día iba a entrevistar a María Félix, ésta se retrasó mucho, llegó la hora de cerrar la edición y Del Arco siguió allí, plantado en el hotel; aunque era muy tarde y estaba muy cansada, le concedió la entrevista.


Quizá por ello dijo una vez: "La profesión de periodista es, después de la aviación, la más arriesgada". Cuando le concedieron a Santiago Lorén el Premio Planeta y le rindieron homenaje en Calatayud, Del Arco acudió allí para entrevistarlo. Y le arrancó esta confesión: "Me parece mejor puerta de entrada para la gloria la literatura que la medicina".